Las lentes de contacto proporcionan mejor visión periférica que las gafas, y se prescriben para corregir los siguientes:
Aniseiconia (una diferencia en tamaño de la imagen)
Afaquia (ausencia del cristalino), congénita o después de la extirpación de cataratas
Queratocono (una cornea cónica)
Para corregir la miopía y la hipermetropía, se usan lentes blandas o rígidas. Para corregir el astigmatismo importante, se emplean lentes blandas tóricas (que tienen diferentes curvaturas moldeadas sobre la superficie frontal del cristalino) o lentes rígidas; son satisfactorias en muchos casos, pero requieren la adaptación por parte de un experto.
Las lentes de contacto también se utilizan para corregir la presbicia. En un enfoque, denominado monovisión, el ojo no dominante se corrige para la visión cercana (lectura) y el ojo dominante, para la visión de lejos. También pueden servir las lentes de contacto bifocales y las multifocales rígidas y blandas, aunque el proceso de adaptación es largo porque es esencial que la alineación sea precisa.
Ni las lentes de contacto rígidas ni las blandas protegen al ojo de las lesiones contusas o incisas como hacen las gafas.
Cuidado y complicaciones de las lentes de contacto
Deben seguirse estrictamente las instrucciones de higiene y manipulación de las lentes. La mala higiene puede originar infección de la córnea o inflamación persistente.
En ocasiones, las lentes de contacto producen cambios corneanos superficiales indoloros.
Las lentes de contacto pueden ser dolorosas cuando
El epitelio corneano tiene abrasiones (véase Abrasiones y cuerpos extraños corneanos).
La lente se adapta mal (p. ej., demasiado ajustada, demasiado floja, mal centrada).
Hay muy poca humedad para mantener la lente flotando sobre la córnea.
Las lentes se usan en un entorno no ideal (p. ej., pobre en oxígeno, lleno de humo, ventoso).
Una lente se coloca o se extrae en forma inadecuada.
Una pequeña partícula extraña (p. ej., hollín, polvo) queda atrapada entre la lente y la córnea.
Se usan las lentes durante un período prolongado (síndrome por sobreuso).
El síndrome de desgaste excesivo causa eritema, fotofobia y lagrimeo. La curación espontánea puede ocurrir en alrededor de un día si no se usan lentes. En algunos casos, se requiere un tratamiento activo (p. ej., colirios o ungüentos tópicos). La dilatación del ojo con gotas midriáticas puede aliviar la fotofobia. Los midriáticos actúan paralizando transitoriamente los músculos del iris y el cuerpo ciliar (el movimiento de los músculos inflamados produce dolor). En el síndrome de uso excesivo o cualquier otra condición en la que el dolor no se resuelve rápidamente cuando se quitan las lentes, un oftalmólogo u optometrista debe ser consultado antes de usar nuevamente las lentes.
Los factores de riesgo para la infección corneana relacionada con lentes de contacto (queratitis) incluyen:
Una mala higiene de la lente
El uso por la noche o prolongado
El uso de agua de grifo para la limpieza
Las alteraciones de la superficie ocular (p. ej., sequedad, hipoestesia corneana)
Las infecciones requieren tratamiento inmediato por un oftalmólogo u optometrista.
Úlcera de córnea
Se sospecha una úlcera de córnea, una infección de la córnea que puede comprometer la visión, cuando el usuario de lentes de contacto tiene dolor ocular intenso (tanto sensación de cuerpo extraño como dolorimiento), disminución de la visión, eritema, fotofobia y lagrimeo. El uso de lentes de contacto aumenta el riesgo de úlcera de córnea. El riesgo aumenta unas 15 veces si se usan lentes de contacto durante la noche. Las úlceras de córnea pueden ser causadas por bacterias, virus, hongos o amebas.
El diagnóstico se realiza mediante examen con lámpara de hendidura y tinción con fluoresceína. Se presenta un defecto epitelial (que se tiñe con fluoresceína) y un infiltrado corneano (acumulación de leucocitos en el estroma corneano). A veces, este defecto es tan grande y denso que puede verse con amplificación manual, o incluso a simple vista, como un punto blanco sobre la córnea. Está indicado el análisis microbiológico de los cultivos y raspados del infiltrado corneano, la lente de contacto y el estuche de las lentes.
El uso de lentes de contacto debe suspenderse. Se administran empíricamente colirios antibióticos para una posible infección bacteriana. El tratamiento inicial es de amplio espectro con un colirio antibiótico de fluoroquinolona cada 15-60 minutos todo el día durante 24-72 h, prolongando luego los intervalos de forma gradual. Si la úlcera es grande, profunda o está próxima al eje visual, se utilizan colirios antibióticos adicionales como cefazolina, vancomicina o tobramicina concentrada. El tratamiento puede modificarse o suspenderse más tarde según los resultados de los cultivos. Los casos que acuden tardíamente pueden no responder al tratamiento o hacerlo de forma insuficiente, lo que puede dar lugar a una pérdida grave de visión.
Lentes de contacto rígidas
Una lente rígida es capaz de revisar la forma natural de la córnea en una nueva y mejor superficie de refracción que una lente blanda y por lo tanto tiende a proporcionar una mejora más consistente en la refracción para personas que tienen astigmatismo o una superficie corneana irregular. Las antiguas lentes de contacto rígidas de polimetilmetacrilato han sido sustituidas por lentes rígidas permeables al gas fabricadas con mezclas de fluorocarbono y polimetilmetacrilato. Las lentes rígidas permeables al gas tienen un diámetro de 6,5 a 10 mm y cubren parte de la córnea, flotando sobre la película lagrimal.
Las lentes de contacto rígidas pueden mejorar la visión en personas con miopía, hipermetropía y astigmatismo. Las lentes de contacto rígidas también pueden corregir irregularidades corneanas, como el queratocono. En la mayoría de los casos, los pacientes con queratocono ven mejor con las lentes de contacto rígidas que con las gafas.
Las LCPG pueden ser diseñadas para adaptarse al ojo exactamente. Para un uso completamente cómodo, estas lentes requieren un período de adaptación, que es normalmente de unos 4 a 7 días. Durante este período, el usuario va aumentando gradualmente el número de horas en que utiliza la lente cada día. Es importante señalar que no debe presentarse dolor en ningún momento. El dolor es un signo de mala adaptación de la lente de contacto o de irritación corneana. Los usuarios pueden tener visión borrosa temporaria (< 2 horas) cuando usan gafas después de quitarse las lentes de contacto rígidas.
Lentes de contacto esclerales
Las lentes de contacto esclerales están hechas de materiales rígidos permeables al gas; tienen diámetro más grande que las lentes de contacto corneales; y forma abovedada sobre la superficie corneal, con la porción periférica de las lentes apoyada sobre la esclerótica. Permiten que una capa delgada de líquido bañe la superficie de la córnea, lo que hace que estas lentes sean cómodas incluso en pacientes con enfermedad ocular grave. Están hechos a medida para cada paciente y en general son más fáciles de adaptar que las lentes de contacto permeables al gas tradicionales de menor diámetro. Las lentes de contacto esclerales pueden corregir altos grados de astigmatismo irregular (p. ej., queratocono avanzado).
Lentes de contacto blandas hidrófilas
Las lentes de contacto blandas están hechas de poli-2-hidroximetilmetacrilato y otros plásticos flexibles (como hidrogeles de siliconas), y contienen entre un 30 y un 79% de agua. Su diámetro va de 13 a 15 mm y cubren toda la córnea. Las lentes de contacto blandas son reemplazadas a menudo (de un solo uso desechable) al día, cada 2 semanas o mensualmente.
Las lentes de contacto blandas pueden mejorar la visión en las personas con miopía e hipermetropía. Como se amoldan a la curvatura corneana existente, no sirven para tratar más que astigmatismos mínimos, a no ser que se use una lente tórica especial, que tiene diferentes curvaturas en la superficie anterior. Su orientación se mantiene gracias al mayor peso de la cara inferior de la lente tórica al reducir el giro de la lente.
Las lentes de contacto blandas también se prescriben para el tratamiento de abrasiones corneanas, erosiones recurrentes u otros trastornos de la córnea (se denominan lentes de contacto de vendaje o terapéuticas). Puede ser aconsejable un colirio antibiótico profiláctico (p. ej., fluoroquinolona 4 veces al día) con las lentes de vendaje. El uso prolongado de lentes de contacto blandas, sobre todo en la afaquia después de la cirugía de catarata, es práctico, pero el paciente debe ser revisado por el oftalmólogo u optometrista regularmente. El paciente debe limpiar las lentes semanalmente.
Como son de mayor tamaño, las lentes de contacto blandas no tienen tantas probabilidades de salir despedidas espontáneamente como las rígidas y es más difícil que se introduzcan cuerpos extraños por debajo de ellas. La comodidad inmediata de su uso permite períodos de adaptación breves.
Las lentes de contacto blandas cursan con mayor incidencia de infecciones corneanas que las LCPG, sobre todo cuando las lentes blandas se usan toda la noche. Cuando se desecan, se tornan quebradizas y se rompen con facilidad. Requieren cierta cantidad de humidificación (según su contenido acuoso) de la película lagrimal para retener una forma y una flexibilidad adecuadas. Por lo tanto, los pacientes con ojo seco suelen estar más cómodos con lentes de bajo contenido acuoso.