Generalidades sobre los trastornos temporomandibulares

PorGary D. Klasser, DMD, Louisiana State University School of Dentistry
Revisado/Modificado sept 2023
Vista para pacientes

El término trastornos temporomandibulares es un nombre genérico para un grupo de trastornos musculoesqueléticos y neuromusculares que afectan la articulación temporomandibular (ATM), los músculos masticatorios y todas las estructuras asociadas. Los trastornos temporomandibulares (antes conocidos como disfunción de la articulación temporomandibular o síndrome de la articulación temporomandibular [ATM]) a menudo se presentan con dolor en la mandíbula, la cara y el cuello y/o con disfunción de la articulación de la mandíbula (a menudo, sonidos articulares y/o disminución de la amplitud de movimiento) que a menudo se acompaña de cefalea o dolor de oído. Se considera que las personas tienen un trastorno temporomandibular cuando el dolor o la disfunción es lo suficientemente grave como para hacer que busquen atención profesional.

En general, los trastornos temporomandibulares son de origen multifactorial, pero la mayoría se relaciona con problemas en los músculos masticatorios y los ligamentos de las articulaciones temporomandibulares o con trastornos internos dentro de las articulaciones propiamente dichas. La hipermovilidad articular también puede contribuir.

Los trastornos internos de la articulación temporomandibular son el resultado de un movimiento alterado o anormal del cóndilo mandibular en la fosa glenoidea o contra el disco articular (véase figura Articulación temporomandibular). El disco, que está compuesto por tejido conectivo fibroso denso y tiene la forma de un glóbulo rojo maduro, sirve como amortiguador entre las superficies óseas. A diferencia de la mayoría de las articulaciones, que están revestidas de cartílago hialino, las superficies óseas de la articulación temporomandibular están revestidas de fibrocartílago. Las causas del movimiento alterado o descontrolado incluyen macrotraumatismo directo o indirecto (p. ej., lesión en flexión-extensión del cuello, también conocida como latigazo cervical, que puede causar dolor referido), microtraumatismos (p. ej., debido a comportamientos parafuncionales durante el sueño y la vigilia, como apretar y rechinar los dientes, masticar chicle de manera persistente), trastornos sistémicos (p. ej., artritis reumatoide u otros trastornos reumáticos sistémicos), infecciones locales o sistémicas, y maloclusión aguda.

(Véase también Luxación mandibular, Fracturas de huesos temporales, y Tumores de la mandíbula).

Articulación temporomandibular

La articulación está formada por el cóndilo mandibular y la fosa glenoidea del hueso temporal; un disco articular fibrocartilaginoso funciona como cojín entre las superficies articulares.

Diagnóstico de los trastornos temporomandibulares

  • Evaluación clínica

Los trastornos de la articulación temporomandibular deben distinguirse de muchas alteraciones similares (véase tabla Algunas afecciones similares a los trastornos de la articulación temporomandibular). El dolor exacerbado por la presión digital sobre la articulación cuando la boca está abierta, implica a la articulación temporomandibular.

Tabla
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Se les pide a los pacientes que describan el dolor y señalen dónde les duele. Típicamente, se palpan los músculos de la masticación (temporales, maseteros, y pterigoideos mediales) y los músculos cervicales y occipitales en busca de dolor y puntos gatillo (puntos que irradian el dolor a otras áreas). Los pterigoideos laterales no pueden palparse directamente.

Se observa al paciente abrir la boca hasta una amplitud confortable. Cuando los pacientes abren la boca, la mandíbula típicamente se desvía hacia el lado doloroso. La palpación y la auscultación de la articulación durante la apertura y el cierre pueden revelar dolor a la palpación, un resalto y sonidos intracapsulares como chasquido/estallido o crepitación.

El movimiento del cóndilo puede palparse mejor colocando bilateralmente los dedos medios en las áreas preauriculares (polos laterales del cóndilo) y ejerciendo una presión medial suave o colocando el quinto dedo en los conductos auditivos externos y ejerciendo una presión muy suave hacia adelante mientras el paciente mueve su mandíbula hacia adelante. El paciente de talla promedio puede abrir su boca al menos 40 mm (medidos entre los bordes incisales de los incisivos centrales superiores e inferiores). Para tener en cuenta las diferencias en el tamaño de los pacientes, un paciente debe típicamente ser capaz de colocar 3 dedos (índice, medio y anular) en la boca hasta las articulaciones interfalángicas distales.

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