Las causas frecuentes de lesiones oculares comprenden el daño físico debido a accidentes, agresiones físicas, lesiones deportivas (incluso por armas de aire comprimido, lanzadores de pintura, disparos de perdigones), accidentes de vehículos de motor (incluidas las lesiones por bolsas de aire de protección) o la exposición a productos químicos tóxicos (p. ej., algunos productos de limpieza). La exposición a la luz ultravioleta intensa, como la de un arco de soldadura o la luz solar brillante reflejada por la nieve, puede lesionar la córnea (véase Queratitis punteada superficial). La lesión puede producirse en el globo ocular, en los tejidos blandos circundantes (p. ej., nervios, músculos, tendones) y/o en los huesos que forman la cavidad ocular.
La evaluación general de una lesión ocular debe incluir lo siguiente:
Pruebas de agudeza visual
Respuesta y apariencia pupilar
Rango de movilidad extraocular
Comparación de ambos campos visuales
Ubicación y profundidad de las laceraciones palpebrales y conjuntivales
Ubicación de cualquier cuerpo extraño
Profundidad de la cámara anterior
Presencia de la cámara anterior o hemorragia vítrea, cataratas o ausencia de reflejo rojo
Examen de la retina
Determinación de la presión intraocular
Estudios de imagenología según esté indicado
Un reflejo rojo es el reflejo normal de la luz de la retina. Se observa mejor en pacientes con pupilas dilatadas y en fotografías, a menos que se elija la función de "reducción de ojos rojos" en la cámara. El examen detallado de la esclerótica, del segmento anterior (córnea, conjuntiva, cámara anterior, cuerpo ciliar, iris), el cristalino y la cámara anterior se realiza mejor con una lámpara de hendidura (véase Examen con lámpara de hendidura). Aunque la oftalmoscopia directa se puede utilizar para examinar el cristalino y algunas de las estructuras posteriores del ojo, la oftalmoscopia indirecta, por lo general realizada por un oftalmólogo, proporciona una visión más detallada y binocular de estas estructuras. Las indicaciones para la oftalmoscopía indirecta incluyen sospecha clínica de alteraciones vítreas (p. ej., hemorragia, cuerpos extraños) y alteraciones de la retina; la sospecha clínica puede basarse en los síntomas, el mecanismo de la lesión, la ausencia de reflejo rojo o las alteraciones retinianas visibles con oftalmoscopia directa.
Debido a que la oftalmoscopia directa e indirecta se realiza mejor a través de una pupila dilatada, alrededor de 15 a 30 minutos antes de este examen pueden instilarse midriáticos cuando no existe contraindicación para el examen ocular con dilatación (p. ej., cámara anterior poco profunda, alergia, rotura del globo ocular) y con precaución en el embarazo. Se prefiere la tropicamida al 1% debido a su inicio rápido y su duración de acción relativamente corta, en comparación con otros medicamentos como el ciclopentolato. Cuando se recetan gotas oftálmicas, cada dosis incluye una sola gota.
Una radiografía simple de la cara no detecta adecuadamente todos los cuerpos extraños orbitarios o periorbitarios. Sin embargo, si se realiza por otras indicaciones, una radiografía simple puede mostrar la presencia de un cuerpo extraño, especialmente uno compuesto por metal. En estos casos, se realiza una TC o una RM para confirmar la presencia de un cuerpo extraño. También se realizan tomografías computarizadas o resonancias magnéticas para detectar fracturas orbitales.
Sin embargo, si existe la posibilidad de que haya un cuerpo extraño metálico, la RM no debe utilizarse como modalidad inicial de diagnóstico por imágenes. La RM puede causar una lesión adicional en el ojo al inducir el movimiento de cualquier cuerpo extraño metálico en el campo magnético. Cuando en casos sospechosos de tener un cuerpo extraño metálico se requiere una RM con fines diagnósticos, se debe hacer antes una radiografía simple de cribado para descartar esa posibilidad definitivamente.
En general, las radiografías simples no son una herramienta de diagnóstico útil para la patología ocular y orbitaria, con la excepción de la identificación de cuerpos extraños metálicos. La TC de las órbitas y la base del cráneo tiene una alta utilidad diagnóstica, es de fácil acceso, proporciona excelentes imágenes de la anatomía ósea y tarda menos de 60 segundos en realizarse. Por lo tanto, la TC es la imagen de elección en casos de traumatismo o patología aguda que requiere una intervención urgente, como un absceso orbitario. La RM proporciona mucho más detalles que la TC del vértice de la órbita y de la base del cráneo, y se pueden utilizar secuencias específicas para entidades patológicas específicas. Sin embargo, la RM de la órbita tarda aproximadamente 45 minutos en realizarse, puede no estar fácilmente disponible en una situación de emergencia y puede dar artefactos que degradan seriamente las imágene en pacientes que no cooperan o que sufren claustrofia.
El uso de protectores oculares, gafas protectoras o especiales como las elaboradas con policarbonato en un marco de poliamida que recubre toda la zona es una precaución sencilla que reduce mucho el riesgo de lesión.
(Véase también Desprendimiento de retina.)