La rabdomiólisis se produce cuando las fibras musculares dañadas por enfermedades, lesiones o sustancias tóxicas se descomponen y liberan su contenido en el torrente sanguíneo. Una enfermedad grave puede causar lesión renal aguda.
Las causas frecuentes son lesiones musculares y alteraciones del flujo sanguíneo en los tejidos dañados, fármacos, sustancias tóxicas e infecciones.
Las causas menos frecuentes son los desequilibrios electrolíticos, los trastornos endocrinos y genéticos, el ejercicio extremo y la temperatura corporal extrema.
Los síntomas pueden incluir dolor muscular, debilidad y orina de color marrón rojizo (o de color té), pero pocas personas presentan todos estos síntomas.
Entre las complicaciones graves se encuentra la lesión renal aguda (también denominada insuficiencia renal aguda).
El diagnóstico se establece mediante análisis de sangre y de orina.
Los tratamientos están dirigidos a la causa y a cualquier complicación resultante (por ejemplo, la lesión renal aguda se trata con líquidos intravenosos y, a veces, con diálisis).
(Véase también Introducción a la insuficiencia renal.)
La función normal del músculo esquelético requiere un intercambio adecuado de electrólitos (minerales con carga eléctrica como sodio y potasio) a través de las células musculares (miocitos). Este intercambio permite a las células metabolizar adecuadamente el adenosín trifosfato (ATP, por sus siglas en inglés), una molécula necesaria para transportar energía en el interior de las células y alimentar las funciones del organismo.
En la rabdomiólisis, los procesos que sostienen el funcionamiento normal del músculo esquelético se alteran, de modo que los miocitos se descomponen y liberan parte de su contenido en el torrente sanguíneo, incluyendo
Creatina-quinasa (CK, por sus siglas en inglés), una proteína cuya concentración se eleva cuando el músculo está dañado
Mioglobina, una proteína que contiene hierro y que transporta y almacena oxígeno en los miocitos
Electrólitos
Cuando los riñones funcionan normalmente, filtran toda la mioglobina y el exceso de creatina-quinasa del torrente sanguíneo a través de la micción. Las concentraciones elevadas de mioglobina en sangre pueden sobrecargar y dañar los riñones (causando lesión renal aguda) y otros órganos.
Cualquier forma de lesión muscular puede dar lugar a rabdomiólisis. Las causas más frecuentes de este daño son
Lesión directa del músculo o deterioro del flujo sanguíneo en el tejido muscular, como ocurre en las lesiones por aplastamiento, descargas eléctricas, convulsiones o síndrome compartimental (una afección dolorosa caracterizada por niveles peligrosamente altos de presión en el músculo afectado)
Algunos fármacos y sustancias tóxicas
Infección (por ejemplo, virus de la gripe A o B, virus coxsackie o las bacterias Staphylococcus aureus)
Algunos fármacos y sustancias tóxicas (por ejemplo, las estatinas) pueden causar daño muscular directo. Otros fármacos y sustancias tóxicas aumentan las concentraciones de fármacos que podrían dañar el músculo (por ejemplo, interacciones farmacológicas relacionadas con los antibióticos). Sin embargo, otros fármacos y sustancias tóxicas dañan el músculo indirectamente al restringir su irrigación sanguínea. Por ejemplo, las personas sedadas e inmóviles después de tomar sustancias como ansiolíticos, antipsicóticos, cocaína, anfetaminas o alcohol pueden permanecer en la misma posición durante horas, lo que puede provocar compresión y daño a ciertos músculos y vasos sanguíneos que los irrigan.
Las causas menos frecuentes de la rabdomiólisis son
Trastornos electrolíticos (por ejemplo, concentraciones bajas de potasio en sangre [hipopotasemia] o fosfatos [hipofosfatemia])
Trastornos endocrinos (por ejemplo, cetoacidosis diabética)
Trastornos genéticos (por ejemplo distrofia muscular de Duchenne o distrofia muscular de Becker)
Ejercicio extremo
Reposo prolongado en cama
Temperatura corporal extrema (por ejemplo, hipotermia [temperatura corporal baja]; trastornos acompañados de hipertermia [temperatura corporal elevada], como síndrome neuroléptico maligno, hipertermia maligna y golpe de calor)
Síntomas de la rabdomiólisis
Los 3 síntomas clásicos de la rabdomiólisis son dolor muscular, debilidad y orina de color marrón rojizo o de color té (causada por las concentraciones elevadas de la proteína mioglobina, pigmentada de color rojo, que se vierte en la sangre). Sin embargo, este trío de síntomas está presente en menos del 10% del total de los casos de rabdomiólisis.
Los síntomas de la rabdomiólisis varían y muchos de los afectados no presentan ningún problema muscular. Cuando está presente, el dolor muscular tiende a afectar los hombros, los muslos, la zona lumbar y las pantorrillas.
Otros signos y síntomas dependen de la causa de la lesión muscular original, así como de las complicaciones de dicha lesión (por ejemplo, fiebre en personas con infección o cambios en el estado de alerta en personas intoxicadas).
La lesión renal aguda es muy frecuente y ocurre en el 15 al 50% de las personas con complicaciones de la rabdomiólisis. En ocasiones, la rabdomiólisis se complica por coagulación intravascular diseminada, la presencia de pequeños coágulos de sangre en los vasos sanguíneos de todo el cuerpo.
Diagnóstico de la rabdomiólisis
Exploración médica
Análisis de sangre y orina
Los médicos sospechan rabdomiólisis basándose en los síntomas. El diagnóstico se confirma mediante análisis de sangre.
A veces, para confirmar el diagnóstico, se realizan pruebas de laboratorio adicionales para detectar la presencia de mioglobina en la orina.
Tratamiento de la rabdomiólisis
Tratamiento de la causa subyacente
Tratamiento de las complicaciones
En general, el tratamiento está dirigido a la causa y a cualquier complicación de la rabdomiólisis.
Dicho tratamiento suele incluir líquidos intravenosos para prevenir y tratar la lesión renal aguda.
Si la rabdomiólisis es consecuencia de un síndrome compartimental, se lleva a cabo un procedimiento quirúrgico llamado fasciotomía, que se realiza para aliviar la presión dentro del músculo. El hecho de aliviar esta presión ayuda a restablecer una circulación saludable en el tejido afectado. Las infecciones se tratan con los fármacos apropiados. Se suspende la administración de cualquier medicamento sospechoso de causar rabdomiólisis (por ejemplo, las estatinas). Se corrigen las alteraciones electrolíticas.
La lesión renal aguda puede requerir hemodiálisis. La coagulación intravascular diseminada se trata con plasma fresco congelado.