Introducción a la glándula tiroidea

PorLaura Boucai, MD, Weill Cornell Medical College
Revisado/Modificado feb 2024
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Datos clave

La glándula tiroidea es una glándula pequeña, de unos 5 cm de diámetro, que se encuentra justo debajo de la piel del cuello. Las dos mitades (lóbulos) de la glándula tiroidea están conectadas en su parte central (istmo), lo que le da el aspecto de una corbata de lazo. Por lo general, no se puede ver ni apenas percibir. Si aumenta de tamaño, se palpa con facilidad como un bulto prominente (bocio) que puede aparecer en el cuello (a veces debajo o a los lados de la nuez de Adán).

Esta glándula segrega las hormonas tiroideas, que regulan la velocidad a la que tienen lugar los procesos químicos del organismo (índice metabólico). Las hormonas tiroideas influyen en el índice metabólico de 2 maneras:

  • Estimulando casi todos los tejidos del organismo para que produzcan proteínas

  • Incrementando la cantidad de oxígeno que utilizan las células

Las hormonas tiroideas afectan a muchas funciones corporales vitales, como la frecuencia cardíaca, la velocidad de combustión de las calorías, el mantenimiento de la piel, el crecimiento, la producción de calor, la fertilidad y la digestión.

Dónde se encuentra la glándula tiroidea

Edad y salud: cambios en la glándula tiroidea en las personas mayores

Los efectos del envejecimiento sobre la glándula tiroidea y sus hormonas son mínimos. Con el paso del tiempo, el tamaño de la glándula tiroidea disminuye y esta se desplaza hacia abajo en el cuello. La concentración de hormona tiroidea triyodotironina (T3) puede disminuir ligeramente, pero la velocidad de las funciones vitales cambia muy poco. Sin embargo, los trastornos tiroideos sí se vuelven más frecuentes con la edad.

Los trastornos que alteran la actividad tiroidea, en particular el hipertiroidismo y el hipotiroidismo, pueden considerarse «grandes simuladores» en las personas mayores. Estos trastornos suelen causar síntomas que se confunden fácilmente con los de otras patologías o incluso con los signos de envejecimiento.

El aumento o la disminución de la actividad tiroidea empeora drásticamente la forma en que una persona mayor se siente y disminuye en gran medida la capacidad de llevar a cabo las actividades diarias. Por estos motivos, se debe desenmascarar a los «grandes simuladores» con el fin de detectarlos tal cual son y administrar el tratamiento adecuado.

Algunos expertos recomiendan medir la concentración de hormona estimulante del tiroides en sangre en personas mayores de 70 años cada año o cada pocos años, aunque varios organismos médicos que han estudiado esta cuestión no recomiendan dicho cribado en adultos asintomáticos con el objeto de evitar el tratamiento excesivo de las personas con anomalías de laboratorio menores.

Hormonas tiroideas

Existen 2 hormonas tiroideas

  • T4: Tiroxina (también denominada tetrayodotironina)

  • T3: triyodotironina

La T4, que es la principal hormona producida por la glándula tiroidea, solo tiene un efecto ligero, si es que lo tiene, en la aceleración del índice metabólico del organismo. En cambio, la T4 se convierte en T3, la forma hormonal más activa. La conversión de la T4 en T3 se produce en el hígado y en otros tejidos. Son muchos los factores que controlan la conversión de la T4 en T3, incluidas las necesidades del organismo en cada momento y la presencia o la ausencia de enfermedades.

La mayor cantidad de T4 y de T3 presentes en el torrente sanguíneo se desplazan unidas a una proteína denominada globulina transportadora de tiroxina. Solo una pequeña parte de T4 y de T3 circulan libremente en la sangre. No obstante, esta parte libre es la activa. Cuando el organismo utiliza la hormona libre, algunas de las hormonas ligadas se desprenden de la proteína de unión.

Para producir hormonas tiroideas se precisa yodo, un elemento que se encuentra en los alimentos y en el agua. La glándula tiroidea recoge el yodo y lo procesa para transformarlo en hormonas tiroideas. A medida que las hormonas tiroideas cumplen su función, parte del yodo contenido en estas hormonas se libera, vuelve a la glándula tiroidea y se recicla para producir más hormonas. Curiosamente, la glándula tiroidea libera una cantidad ligeramente menor de hormonas tiroideas si se expone a concentraciones altas de yodo en la sangre que recibe.

La glándula tiroidea también produce la hormona calcitonina, que contribuye al fortalecimiento óseo al facilitar la incorporación de calcio en los huesos.

Cómo ajusta el organismo las hormonas tiroideas

El organismo se sirve de un mecanismo complejo para regular la concentración de las hormonas tiroideas. En primer lugar, el hipotálamo, ubicado en el cerebro justo encima de la hipófisis (glándula pituitaria), segrega la hormona liberadora de tirotropina (tiroliberina), que incita a la hipófisis para que produzca la hormona estimulante del tiroides (TSH o tirotropina). A su vez, tal como su nombre indica, la TSH estimula a la glándula tiroidea para que produzca hormonas tiroideas. La hipófisis retarda o acelera la liberación de TSH, dependiendo de si aumentan o disminuyen las concentraciones de hormonas tiroideas que circulan en la sangre.

Pruebas de diagnóstico de la glándula tiroidea

En primer lugar, el médico examina y palpa el cuello de la persona para ver si la glándula tiroidea ha aumentado de tamaño o presenta protuberancias (nódulos).

Dependiendo de los resultados del examen, también pueden ser necesarias otras pruebas.

Análisis de sangre de la función tiroidea

Para valorar el funcionamiento de la glándula tiroidea, se miden las concentraciones de hormonas en la sangre. Se miden los niveles de

  • TSH

  • T4

  • T3

Prueba analítica
Prueba analítica

Por lo general, la concentración de TSH en sangre es el mejor indicador de la función tiroidea. Puesto que esta hormona estimula a la glándula tiroidea, las concentraciones de TSH en la sangre son elevadas cuando la glándula tiroidea es hipoactiva (hipotiroidismo), y, por lo tanto, necesita más estimulación y bajas cuando es hiperactiva (hipertiroidismo) (y, por lo tanto, requiere menos estimulación). Sin embargo, en los casos poco frecuentes en que la hipófisis no funciona con normalidad, la concentración de TSH no refleja con precisión el funcionamiento de la glándula tiroidea. Cuando se realiza una prueba de detección en presencia de un problema tiroideo, siempre se mide la TSH y, a veces, también se realizan otras pruebas. Además, en las personas con una función tiroidea baja (hipotiroidismo) que reciben tratamiento con hormona tiroidea como medicamento, la TSH se suele medir cada pocos meses o cada año para comprobar si es necesario ajustar la dosis del medicamento.

Al determinar las concentraciones de las hormonas tiroideas T4 y T3 en la sangre, se suelen medir tanto las formas libres como las unidas de cada hormona (T4 total y T3 total). La mayoría de las concentraciones circulantes de T4 y T3 se unen a una proteína llamada globulina fijadora de tiroxina. Si la concentración de globulina transportadora de tiroxina es inusual, la concentración total de la hormona tiroidea se puede interpretar de forma errónea; por ello, a veces solo se mide la concentración de hormonas tiroideas libres en la sangre (T4 libre y T3 libre). La concentración de globulina transportadora de tiroxina es menor en presencia de nefropatía o de enfermedades que reducen la cantidad de proteínas generadas en el hígado, o cuando se toman esteroides anabolizantes. La concentración es más alta en mujeres embarazadas o que toman anticonceptivos orales u otras formas de estrógenos, así como cuando se padecen las fases iniciales de la hepatitis.

Ecografía tiroidea

Si el médico detecta uno o más crecimientos (nódulos) en la glándula tiroidea, se puede realizar una ecografía. La ecografía emplea ultrasonidos para medir el tamaño de la glándula y determinar si el crecimiento es sólido o bien está lleno de líquido (quístico), cuáles son las características del nódulo, como la presencia o ausencia de calcio, así como el número y la prominencia de los vasos sanguíneos en la glándula tiroidea.

Otra prueba (denominada prueba de absorción de yodo radiactivo, un tipo de gammagrafía) consiste en inyectar en el torrente sanguíneo una pequeña cantidad de una sustancia radiactiva (por ejemplo yodo o tecnecio). El material radiactivo se concentra en la glándula tiroidea y otro dispositivo (cámara gamma) realiza otro tipo de escáner que detecta la radiación y genera una imagen de la glándula tiroidea que permite observar cualquier anomalía física.

Debido a que la glándula tiroidea absorbe yodo radiactivo dependiendo de lo bien que esté funcionando, la gammagrafía también puede ayudar a determinar si el funcionamiento de un área específica de la glándula tiroidea es normal, hiperactivo o hipoactivo en comparación con el resto de la glándula.

Otras pruebas tiroideas

Si se sospecha un trastorno autoinmunitario, se realiza un análisis de sangre para buscar anticuerpos que atacan a la glándula tiroides.

Prueba analítica

Si se sospecha cáncer en la glándula tiroidea, se extrae una muestra de tejido tiroideo (biopsia), con ayuda de una pequeña aguja, para su estudio. Los médicos suelen utilizar la ecografía para identificar el sitio de la biopsia.

Si, en cambio, se sospecha carcinoma medular tiroideo, se mide la concentración sanguínea de calcitonina, porque estos tumores siempre segregan calcitonina.

Cribado de trastornos tiroideos

Algunos expertos recomiendan el cribado de la enfermedad tiroidea midiendo la concentración de TSH en la sangre cada año o cada pocos años en personas mayores de 70 años. Sin embargo, una serie de sociedades médicas profesionales que han examinado esta cuestión no recomiendan el cribado de adultos que no presentan síntomas para evitar el tratamiento excesivo de las personas con anomalías menores de laboratorio. Se recomienda el cribado a todos los recién nacidos para detectar el hipotiroidismo (hipotiroidismo congénito), que puede causar defectos importantes en el desarrollo del cerebro y otros órganos si no se trata.

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