Introducción a las infecciones virales

PorLaura D Kramer, PhD, Wadsworth Center, New York State Department of Health
Revisado/Modificado mar 2023
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Datos clave

Un virus está compuesto por ácido nucleico, ya sea ADN o ARN, rodeado por una capa proteica. Requiere una célula viva donde multiplicarse. Una infección vírica puede dar lugar a un espectro de síntomas desde asintomáticos (sin síntomas evidentes) hasta una enfermedad grave.

  • El contagio por virus puede producirse mediante ingestión o inhalación directa, tras picaduras de insectos, por contacto sexual o de forma congénita (transmitido por una persona embarazada al feto).

  • Por lo general, las infecciones virales (o víricas) afectan la nariz, la garganta y las vías respiratorias altas o bien aparatos como el nervioso, el gastrointestinal y el reproductor.

  • Los médicos las diagnostican basándose en los síntomas, los análisis de sangre y los cultivos, o mediante el examen de los tejidos infectados.

  • Los medicamentos antivirales pueden interferir con la reproducción (replicación) de los virus o fortalecer la respuesta inmunitaria ante la infección.

Los virus son organismos infecciosos diminutos, mucho más pequeños que un hongo o una bacteria, que necesitan invadir una célula para reproducirse (replicarse). El virus se adhiere a una célula (conocida como célula huésped), penetra en ella y libera su ADN o ARN en el interior. El ADN o ARN del virus es el material genético que contiene la información necesaria para hacer copias del virus (replicación). El material genético del virus toma el control de la célula huésped y la obliga a replicar el virus. Por lo general, la célula infectada muere, dado que el virus le impide realizar sus funciones normales. Cuando la célula huésped infectada muere, libera nuevos virus, que infectan otras células.

Los virus se clasifican como virus ADN o virus ARN, dependiendo de si utilizan ADN o ARN para replicarse, respectivamente. Los virus del ADN incluyen los virus del herpes. Los virus del ARN incluyen el SARS-CoV2, que causa COVID-19. Los retrovirus son también virus ARN, como el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Los virus ARN, en particular los retrovirus, son propensos a mutar, lo que significa que el conjunto de instrucciones genéticas que contienen toda la información que el virus necesita para funcionar puede cambiar a medida que el virus se propaga.

Algunos virus no matan las células que infectan, pero en cambio alteran sus funciones. Algunas veces la célula infectada puede perder el control de su proceso normal de división y convertirse en una célula cancerosa.

Algunos virus, como el virus de la hepatitis B o el virus de la hepatitis C, pueden provocar infecciones crónicas. La hepatitis crónica puede durar años, incluso décadas. En muchas personas, la hepatitis crónica es muy leve y causa poco daño hepático. Sin embargo, en algunas personas, acaba dando lugar a una cirrosis (cicatrización grave del hígado), una insuficiencia hepática y, a veces, un cáncer hepático.

¿Sabías que...?

  • Un virus toma el control de la célula que infecta y la obliga a producir más virus.

Normalmente, los virus infectan exclusivamente cierto tipo de células. Por ejemplo, los virus del resfriado común solo infectan células de las vías respiratorias altas. Además, la mayor parte de los virus infectan solo unas pocas especies de plantas o de animales; algunos infectan solo a seres humanos.

Muchos virus causan habitualmente infecciones en lactantes y niños y adultos mayores.

Tipos de infecciones virales

Las infecciones de las vías respiratorias altas (infecciones de la nariz, la garganta, las vías respiratorias altas y los pulmones) son probablemente las infecciones víricas más frecuentes.

Las infecciones de las vías respiratorias altas dan lugar a dolor de garganta, sinusitis y resfriado común. Otras infecciones respiratorias víricas incluyen gripe, neumonía y coronavirus, incluido el SARS-CoV-2 (el virus que causa COVID-19).

En los niños pequeños, los virus también causan frecuentemente crup (la inflamación de las vías respiratorias altas y bajas, denominada también laringotraqueobronquitis) o de las vías respiratorias bajas (bronquiolitis).

Las infecciones respiratorias suelen provocar síntomas graves con mayor frecuencia en los lactantes, las personas de edad avanzada y las que tienen algún trastorno pulmonar o cardíaco. Los virus respiratorios se suelen transmitir de persona a persona por contacto con gotitas infectadas.

Otros virus infectan otras partes específicas del organismo:

  • Tubo digestivo: las infecciones del tubo digestivo, como la gastroenteritis, están causadas habitualmente por virus, como el norovirus y el rotavirus.

  • Hígado: estas infecciones dan lugar a hepatitis.

  • Sistema nervioso: algunos virus, como el virus de la rabia y el virus del Nilo Occidental infectan el encéfalo, causando encefalitis. Otros infectan las capas de tejido que cubren el encéfalo y la médula espinal (meninges) y causan meningitis.

  • Piel: infecciones virales que solo afectan a la piel y pueden provocar verrugas u otras alteraciones cutáneas. Muchos virus que afectan otras partes del organismo, como el virus de la varicela, también provocan una erupción.

  • Placenta y feto: algunos virus, como el virus Zika, el virus de la rubéola y el citomegalovirus, pueden infectar la placenta y el feto en mujeres embarazadas.

Algunos virus suelen afectar muchos sistemas y aparatos del organismo. Entre estos virus se encuentran los enterovirus (como el virus coxsackie y el ecovirus) y los citomegalovirus.

Propagación (transmisión) de los virus

Los virus se propagan (transmiten) de varias formas. Estas pueden ser

  • Deglución

  • Inhalación

  • Transmisión mediante la picadura de insectos, como los mosquitos, ciertas moscas que pican o garrapatas

  • Transmisión sexual (en las infecciones de transmisión sexual)

  • Transmisión durante una transfusión de sangre contaminada

  • Diseminación congénita durante el embarazo

Los nuevos virus humanos se desarrollan a veces a partir de virus que generalmente afectan a los animales (por ejemplo, SARS-CoV y SARS-CoV-2). Esto sucede cuando el huésped animal infectado entra en contacto estrecho con seres humanos susceptibles.

Muchos virus que antiguamente estaban presentes solo en determinadas zonas del planeta en la actualidad se están extendiendo. Entre estos virus se encuentran el virus del chicunguña, el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, el virus de la encefalitis japonesa, el virus de la fiebre del valle del Rift, el virus del Nilo Occidental, el virus del río Ross, el virus del Zika y el virus de la encefalomielitis ovina. Estos virus se propagan en parte debido a que el cambio climático ha posibilitado que existan más áreas donde pueden vivir los mosquitos o garrapatas que transmiten estos virus. Además, los viajeros pueden estar infectados, y al regresar a su país pueden ser picados por un mosquito que transmite el virus a otras personas.

Defensas contra los virus

El cuerpo humano tiene una serie de defensas contra los virus:

  • Las barreras físicas, como la piel, cual dificultan el acceso

  • Las defensas inmunitarias del organismo, que atacan el virus

Cuando un virus penetra en el organismo, activa las defensas inmunitarias del cuerpo. Estas defensas comienzan con los glóbulos blancos (leucocitos), como los linfocitos y los monocitos, que aprenden a atacar y destruir el virus o las células que hayan sido infectadas. Si el organismo sobrevive al ataque del virus, algunos glóbulos blancos (leucocitos) recuerdan al invasor y son capaces de responder de una manera más rápida y eficaz a una posterior infección producida por el mismo virus. Esta respuesta se denomina inmunidad. La inmunidad también puede generarse al recibir una vacuna.

Virus y cáncer

Algunos virus alteran el ADN de sus células huésped de tal modo que se facilita el desarrollo del cáncer. Algunos virus, como los virus del herpes y el VIH, dejan su material genético en la célula huésped, donde permanece inactivo durante largo tiempo (lo que se denomina infección latente). Cuando la célula sufre alguna alteración, el virus puede reanudar la replicación y causar la enfermedad.

Solo se conocen unos pocos virus que causen cáncer, pero puede haber otros.

Diagnóstico de las infecciones virales

  • Evaluación médica

  • En las infecciones que se propagan de modo epidémico, la presencia de otros casos similares.

  • Para algunas infecciones, análisis de sangre y cultivos

Las infecciones virales comunes (como el sarampión, la rubéola o la varicela) pueden diagnosticarse en función de los síntomas.

En las infecciones que se propagan de modo epidémico (como la gripe), la presencia de otros casos similares ayuda a los médicos a identificar una infección en particular. El diagnóstico de laboratorio es importante para distinguir entre diferentes virus que causan síntomas similares, como el virus de la COVID-19 (SARS-CoV2) y el virus de la gripe.

Para otras infecciones pueden realizarse análisis de sangre y cultivos (que consisten en hacer crecer en el laboratorio los microorganismos obtenidos de muestras de sangre, fluidos corporales u otro material tomado de un área infectada). La técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) puede utilizarse para hacer muchas copias del material genético del virus. Las técnicas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) facilitan a los médicos la identificación del virus de forma rápida y precisa. Los análisis de sangre también incluyen pruebas de detección de antígenos, que son proteínas de la superficie o del interior de los virus que estimulan las defensas del organismo. También se puede analizar la sangre para detectar anticuerpos frente a los virus. (Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmunitario para ayudar al organismo a defenderse de un ataque en concreto.) Las pruebas se suelen realizar rápido, especialmente cuando la infección representa una grave amenaza para la salud pública o cuando los síntomas son graves.

Puede examinarse una muestra de sangre u otros tejidos con un microscopio electrónico, que proporciona un gran aumento con una alta resolución.

Tratamiento de las infecciones virales

  • Tratamiento de los síntomas

  • A veces, medicamentos antivirales (antivíricos)

Tratamiento de los síntomas

Muchos virus no tienen un tratamiento específico. No obstante, pueden hacerse muchas cosas para ayudar a aliviar ciertos síntomas, como por ejemplo:

  • Deshidratación: líquidos en gran cantidad, en ocasiones administrados por vía intravenosa.

  • Diarrea: a veces un fármaco antidiarreico, como la loperamida

  • Fiebre y dolores: paracetamol (acetaminofeno) o antiinflamatorios no esteroideos (AINE).

  • Náuseas y vómitos: una dieta exclusivamente líquida y, a veces, un fármaco antiemético (contra las náuseas), como el ondansetrón

  • Algunas erupciones: cremas calmantes o hidratantes y, a veces, un antihistamínico tomado por vía oral para el prurito

  • Rinitis: a veces descongestionantes nasales, como la fenilefrina o la fenilpropanolamina

  • Dolor de garganta: a veces, pastillas para la garganta con anestésico que contengan benzocaína o diclonina

No todas las personas que presentan síntomas necesitan tratamiento. Si los síntomas son leves, puede ser mejor esperar a que remitan por sí solos. Algunos tratamientos pueden no ser apropiados para los lactantes y los niños pequeños.

Medicamentos antivirales

Los fármacos que combaten las infecciones virales reciben el nombre de fármacos antivirales (o antivíricos). No hay fármacos antivíricos eficaces disponibles para tratar muchas infecciones víricas. Sin embargo, se dispone de varios medicamentos para la gripe, muchos fármacos para la infección por uno o más virus del herpes (véase la tabla Algunos medicamentos antivirales para las infecciones por el virus del herpes) y muchos medicamentos antivirales para el tratamiento del VIH, la hepatitis C, la hepatitis B y la COVID-19, causada por el virus SAR-CoV-2.

Muchos de ellos funcionan interfiriendo en la replicación del virus. La mayoría de los empleados en el tratamiento del VIH actúan de este modo. Puesto que los virus son pequeños y se replican en el interior de las células utilizando las rutas metabólicas de estas, el número de funciones metabólicas que los fármacos antivirales pueden bloquear es limitado. Por el contrario, las bacterias son microorganismos relativamente grandes, suelen reproducirse por sí mismas fuera de las células y realizan muchas funciones metabólicas contra las que pueden actuar los fármacos antibacterianos (antibióticos). Por lo tanto, los antivíricos son mucho más difíciles de elaborar que los antibióticos. Además, a diferencia de los antibióticos, que suelen ser eficaces contra muchas especies diferentes de bacterias, la mayoría de los fármacos antivíricos (antivirales) son generalmente eficaces contra un único (o muy pocos) virus.

Además, los antivirales pueden ser tóxicos para las células humanas. También, los virus pueden desarrollar resistencia a los medicamentos antivirales.

La mayoría de los antivirales pueden administrarse por vía oral; algunos también pueden administrarse por vía intravenosa o intramuscular, y otros se aplican en forma de pomadas, cremas o gotas para los ojos, o mediante inhalación en forma de polvo.

Los antibióticos no son eficaces contra las infecciones virales, pero si una persona tiene una infección mixta por bacterias y virus suele ser necesario administrar un antibiótico.

Los fármacos basados en interferones son réplicas de sustancias que se producen de forma natural en células del organismo y retrasan o detienen la replicación del virus. Estos fármacos se utilizan para tratar determinadas infecciones víricas como

Los interferones pueden tener efectos adversos, como fiebre, escalofríos, debilidad y dolores musculares. Estos efectos comienzan por lo general de 7 a 12 horas después de la primera inyección y duran hasta 12 horas.

Los anticuerpos de la sangre de una persona que se ha recuperado de la infección vírica (suero de convalecencia) y los anticuerpos que se producen en el laboratorio a partir de células vivas que han sido alteradas para producir los anticuerpos deseados (anticuerpos monoclonales) se utilizan para tratar algunas infecciones víricas, como por ejemplo, la infección por el virus respiratorio sincitial (VRS), la rabia.

Prevención de las infecciones virales

La prevención de las infecciones víricas puede incluir

Las vacunas y las inmunoglobulinas ayudan al organismo a defenderse contra enfermedades causadas por ciertos virus (o bacterias). El proceso de fortalecimiento de las defensas del cuerpo se llama inmunización.

Medidas generales

Las personas pueden ayudar a prevenir muchas infecciones víricas mediante medidas de rutina para protegerse a sí mismas y a los demás (medidas de protección personal). Estas medidas varían según cómo se produce la propagación del virus. Las medidas incluyen las siguientes:

  • Lavarse las manos con jabón de forma minuciosa y frecuente

  • Consumir solo alimentos y líquidos que hayan sido preparados o tratados adecuadamente

  • Evitar el contacto con personas infectadas y superficies contaminadas

  • Estornudar y toser sobre pañuelos (que deben desecharse) o sobre la parte superior del brazo, cubriendo por completo la boca y la nariz

  • Realizar prácticas sexuales seguras

  • Prevenir las picaduras por garrapatas, mosquitos y otros artrópodos

  • Uso de mascarillas

  • Distanciamiento físico cuando sea apropiado (por ejemplo, para la prevención del COVID-19)

Vacunas

Las vacunas estimulan los mecanismos naturales de defensa del cuerpo (la llamada inmunización activa [vacunación]). Vacunas se administran antes de la exposición a un virus para evitar la infección.

Las vacunas antivíricas de uso general son las siguientes:

Se dispone de una vacuna contra los adenovisur, la viruela y el mpox, pero se usan solo en personas que presentan un riesgo elevado de contraer la infección, como cierto personal militar.

Las enfermedades víricas se pueden erradicar mediante una vacunación eficaz. La viruela fue erradicada en 1978. La vacunación extensiva casi ha erradicado la poliomielitis en todo el mundo, pero aún ocurren casos en áreas con inmunización incompleta, como el África subsahariana y el sur de Asia. El sarampión prácticamente ha sido erradicado de algunas partes del mundo, como el continente americano. Sin embargo, dado que el sarampión es altamente contagioso y la cobertura de vacunación es incompleta, incluso en las regiones donde se considera erradicado no es probable que se elimine por completo pronto.

Inmunoglobulinas

Los concentrados de inmunoglobulinas son una solución esterilizada de anticuerpos (también conocidos como inmunoglobulinas) extraídos de la sangre de un grupo de personas. Las inmunoglobulinas se administran directamente a una persona (llamada inmunización pasiva).

Las inmunoglobulinas se pueden recoger de la sangre de las personas siguientes:

  • Personas generalmente sanas (estas inmunoglobulinas se llaman inmunoglobulinas humanas agrupadas)

  • Personas que tienen muchos anticuerpos que defienden contra un organismo infeccioso específico, a menudo porque se han infectado con ese organismo (estas inmunoglobulinas se llaman globulina hiperinmune)

La globulina hiperinmune está disponible solo para algunas enfermedades infecciosas, como la hepatitis B, la rabia, el tétanos y la varicela. Por lo general, se administra después de que las personas hayan estado expuestas a un microorganismo, pero antes de enfermarse. Por ejemplo, a las personas que han sido mordidas por un animal que podría tener rabia se les administra inmediatamente globulina hiperinmunitaria contra la rabia.

Las inmunoglobulinas se administran mediante inyección en un músculo o en una vena. La inmunización proporcionada por las inmunoglobulinas solo dura unos días o semanas, hasta que el organismo elimina los anticuerpos inyectados.

A veces, como sucede cuando las personas afectadas están expuestas a la rabia o a la hepatitis B, se administran inmunoglobulinas y una vacuna para ayudar a prevenir el desarrollo de la infección o reducir su gravedad.

El concentrado de inmunoglobulinas también puede ayudar a tratar algunas infecciones. Por ejemplo, se pueden administrar a personas cuyo sistema inmunitario no responde adecuadamente a una infección (véase Reemplazo de partes ausentes del sistema inmunitario).

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