La perforación traumática de la membrana timpánica puede causar dolor, hemorragia, hipoacusia, acúfenos y vértigo. El diagnóstico se basa en la otoscopia. A menudo, es innecesario el tratamiento. Pueden ser útiles los antibióticos en caso de infección. La cirugía puede ser necesaria para las perforaciones que persisten > 2 meses, cuando hay alteración de la cadena de huesecillos, o lesiones que afectan el oído interno.
Las causas traumáticas de perforación de la membrana timpánica incluyen
Introducción de objetos en el conducto auditivo de manera intencional (p. ej., hisopos de algodón) o accidental
La conmoción causada por una explosión o un golpe con la mano abierta en el oído
Traumatismo craneoencefálico (con o sin fractura basilar)
Longitudinal fractura de hueso temporal
Presión negativa súbita (p. ej., aspiración fuerte aplicada al conducto auditivo)
Barotraumatismo (p. ej., durante un viaje en avión o submarinismo)
Perforación iatrogénica por instrumentación durante la irrigación o la extracción de un cuerpo extraño o cera
Las lesiones penetrantes de la membrana timpánica pueden producir luxaciones en la cadena de huesecillos, fractura de la plataforma del estribo, desplazamiento de fragmentos de los huesecillos, hemorragias, una fístula perilinfática desde la ventana oval o redonda que determina la filtración de perilinfa en el espacio del oído medio o una lesión del nervio facial.
Síntomas y signos de la perforación traumática
La perforación traumática de la membrana timpánica causa dolor súbito e intenso seguido por hemorragia del oído, hipoacusia y acúfenos. La hipoacusia es más intensa si se altera la cadena de huesecillos o se lesiona el oído interno. El vértigo sugiere lesión del oído interno. La otorrea purulenta puede comenzar en 24 a 48 horas, sobre todo si entra agua en el oído medio.
Diagnóstico de la perforación traumática de la membrana timpánica
Otoscopia
Audiometría
La perforación suele evidenciarse en la otoscopia. Cualquier sangre que oscurezca el conducto auditivo es cuidadosamente aspirada a bajas presiones. Deben evitarse la irrigación y la otoscopia neumática. Las perforaciones extremadamente pequeñas pueden requerir otomicroscopia o estudios de impedancia del oído medio para el diagnóstico definitivo (p. ej., si las perforaciones no se cierran). Si es posible, se deben realizar estudios audiométricos antes y después del tratamiento para evitar la confusión entre hipoacusia inducida por traumatismo o por tratamiento.
Imagen cortesía de Piet van Hasselt, MD.
Los pacientes con hipoacusia marcada o vértigo intenso son evaluados por un otorrinolaringólogo tan rápido como sea posible. La exploración puede ser necesaria para evaluar y reparar el daño. Los pacientes con un defecto grande de la membrana timpánica también deben ser evaluados, ya que puede ser necesario reposicionar los colgajos desplazados.
Tratamiento de la perforación traumática
Mantener seco el oído
Antibióticos orales o tópicos si la lesión es sucia
En ocasiones cirugía
A menudo, no se necesita ningún tratamiento específico. Debe mantenerse el oído seco; se considera innecesaria la administración sistemática de gotas óticas antibióticas. Sin embargo, la profilaxis con antibióticos de amplio espectro por vía oral o por gotas óticas es necesaria si existe la posibilidad de que contaminantes hayan ingresado a través de la perforación, como sucede en las lesiones sucias.
Si se produce la infección del oído, se administra amoxicilina, 500 mg por vía oral cada 8 horas durante 7 días.
Aunque casi todas las perforaciones cierran espontáneamente, la cirugía está indicada en caso de perforación que persiste > 2 meses. La hipoacusia de conducción persistente sugiere alteración de la cadena de huesecillos, que necesita exploración y reparación quirúrgica.
Conceptos clave
Muchas perforaciones son pequeños y se curan de forma espontánea.
El oído debe mantenerse seco durante la curación; no son necesarios los antibióticos tópicos o sistémicos a menos que haya una contaminación significativa o se desarrolle infección.
La cirugía se realiza para reparar el daño a los huesecillos y en perforaciones que persisten > 2 meses.