El trastorno facticio es la falsificación de síntomas físicos o psicológicos sin un incentivo externo evidente; la motivación de esta conducta es asumir el papel de enfermo. Los síntomas pueden ser agudos, dramáticos y convincentes. Los pacientes suelen deambular de un médico u hospital a otro en busca de tratamiento. La causa se desconoce, aunque con frecuencia están implicados el estrés y un trastorno grave de la personalidad, más a menudo un trastorno límite de la personalidad. El diagnóstico es clínico. No existen tratamientos claramente eficaces.
(Véase también Generalidades sobre la somatización).
El trastorno facticio aplicado a uno mismo antes se llamaba síndrome de Munchausen, sobre todo cuando las manifestaciones eran dramáticas y severas. El trastorno facticio impuesto a otros (antes llamado trastorno facticio por poder) también puede ocurrir.
Estos pacientes se convierten al principio y a veces crónicamente en responsabilidad de centros médicos y quirúrgicos. Sin embargo, se trata de un trastorno psiquiátrico más complejo que la simple simulación deshonesta de los síntomas y se asocia a dificultades emocionales graves.
Los pacientes pueden presentar características prominentes de trastorno límite de la personalidad y con frecuencia son inteligentes e ingeniosos. Saben cómo simular la enfermedad y conocen las prácticas médicas. Difieren de los simuladores porque, aunque sus engaños y simulaciones son conscientes y voluntarios, no hay motivaciones externas evidentes (p. ej., ganancia económica, licencias laborales) para su comportamiento. Está claro que consigan algo más fuera de la atención médica para su sufrimiento, y sus motivaciones y la búsqueda de atención son principalmente inconscientes y oscuras.
Los pacientes pueden tener antecedentes tempranos de maltrato emocional y físico. También pueden haber sufrido alguna enfermedad grave durante la infancia o un familiar con una enfermedad grave. Los pacientes parecen tener problemas con su identidad y relaciones inestables. El fingimiento de la enfermedad puede ser una manera de aumentar o proteger la autoestima, echando la culpa del fracaso a su enfermedad, relacionándose con médicos y centros médicos de prestigio, y/o pareciendo un ser único, heroico o médicamente reconocido y sofisticado.
Síntomas y signos del trastorno facticio impuesto a uno mismo
Los pacientes con trastorno facticio aplicado a uno mismo pueden quejarse o simular síntomas físicos que sugieren ciertos trastornos (p. ej., dolor abdominal que sugiere un abdomen quirúrgico agudo, hematemesis). Los pacientes a menudo conocen muchos síntomas y características relacionados con la enfermedad que están fingiendo (p. ej., que el dolor de un infarto de miocardio puede irradiarse al brazo o la mandíbula izquierda o ir acompañado de sudoración).
A veces simulan o inducen signos físicos (p. ej., pincharse un dedo para contaminar una muestra de orina con sangre, inyectarse bacterias en piel para producir fiebre o abscesos; en estos casos, Escherichia coli suele ser el organismo infeccioso). La pared abdominal del paciente puede estar llena de cicatrices por laparotomías exploratorias o puede haberse amputado un dedo o un miembro.
Diagnóstico del trastorno facticio impuesto a uno mismo
Criterios del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th edition, Text Revision (DSM-5-TR)
A veces, evaluación médica general para excluir otras etiologías
El diagnóstico del trastorno facticio impuesto a uno mismo se basa en sus síntomas y signos característicos de acuerdo con DSM-5-TR (1):
Falsificación de signos o síntomas físicos o psicológicos, o inducción de una lesión o una enfermedad, con el fin de engañar a otras personas.
El individuo se presenta a los demás como enfermo, incapacitado o lesionado.
El comportamiento engañoso es evidente incluso en ausencia de recompensas externas obvias.
El comportamiento no se explica debido a la existencia de otro trastorno mental, como el delirante u otro trastorno psicótico.
El diagnóstico del trastorno ficticio autoimpuesto se basa en los antecedentes y en el examen físico, junto con cualquier prueba que sea necesaria para excluir los trastornos físicos y la demostración de la exageración, simulación y/o inducción de síntomas físicos. El comportamiento debe ocurrir en ausencia de incentivos externos obvios (p. ej., lucro cesante, compensación financiera por lesiones) (1).
Referencia
1. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th edition, Text Revision (DSM-5-TR). American Psychiatric Association Publishing, Washington, DC, 2022, pp 367-370.
Tratamiento del trastorno facticio aplicado a uno mismo
No existe ningún tratamiento claramente eficaz
El tratamiento del trastorno simulado impuesto a uno mismo suele ser un desafío, y no existe un tratamiento claramente eficaz. Los pacientes pueden obtener alivio inicial cuando se han cumplido sus demandas de tratamiento, pero sus síntomas típicamente van en aumento, sobrepasando en último término aquello que los médicos están dispuestos o son capaces de hacer. La confrontación o el rechazo a cumplir las demandas del tratamiento a menudo provoca reacciones de enfado y los pacientes suelen cambiar a otro médico u hospital.
Es importante reconocer el trastorno y solicitar una consulta psiquiátrica o psicológica precoz para evitar las pruebas invasivas riesgosas, los procedimientos quirúrgicos y el uso excesivo o injustificado de fármacos.
Para abordar a los pacientes con un trastorno facticio deben usarse métodos no agresivos, no punitivos ni confrontativos. Para evitar sugerir culpa o reproche, el médico puede presentar el diagnóstico como un grito de socorro. Como alternativa, algunos expertos recomiendan brindar tratamiento psiquiátrico sin requerir del paciente que admita su papel en la causa de la enfermedad. En cualquier caso, es útil transmitir al paciente que el médico y el paciente pueden colaborar para resolver el problema.