La gastrosquisis es la protrusión de las vísceras abdominales a través de un defecto de la pared abdominal de espesor completo, en general a la derecha de la inserción del cordón umbilical.
(Véase también Generalidades sobre las anomalías digestivas congénitas).
La incidencia estimada es de 1 cada 2.500 nacidos vivos (más frecuente que el onfalocele, en el cual las vísceras abdominales sobresalen a través de un defecto en la línea media en la base del ombligo) (1). A diferencia del onfalocele, en la gastrosquisis no hay ninguna membrana que cubra el intestino, que presenta edema y eritema pronunciados y suele estar rodeado de una capa de fibrina. Estos hallazgos indican inflamación de larga evolución secundaria a la exposición directa del intestino al líquido amniótico (es decir, peritonitis química). Los lactantes con gastrosquisis tienen una baja incidencia de anomalías congénitas asociadas (10-15%) distintas de las anomalías gastrointestinales, como malrotación y atresia intestinal, que ocurren en alrededor del 25% de los casos (2, 3).
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La gastrosquisis puede sospecharse antes del nacimiento por el hallazgo de niveles anormalmente altos de alfa-fetoproteína en las pruebas prenatal en sangre sistemáticas y se puede detectar en la ecografía prenatal (4); cuando se confirma, el parto debe tener lugar en un centro de alta complejidad.
En el momento del parto, deben cubrirse de inmediato las vísceras expuestas con apósitos estériles, húmedos, no adherentes (p. ej., gasa vaselinada que puede cubrirse con un vendaje de plástico) para mantener la esterilidad y prevenir la evaporación. Luego se deben administrar al niño líquidos por vía intravenosa y antibióticos de amplio espectro (p. ej., ampicilina, gentamicina) y se debe colocar una sonda nasogástrica. La cantidad de líquidos necesarios suele ser significativamente mayor que la necesaria para un recién nacido sano normal (1,5 a 2 veces) debido a la pérdida excesiva de líquido desde el intestino expuesto.
Antes de la reparación quirúrgica, se investigan anomalías asociadas en el recién nacido. Cuando es factible, se realiza el cierre primario. Cuando se expone una gran cantidad de intestino, la cavidad abdominal puede ser demasiado pequeña para alojar las vísceras. En este caso, se las cubre con una bolsa o silo de tela de silicona polimérica, que se reduce progresivamente de tamaño a lo largo de varios días a medida que la capacidad abdominal aumenta lentamente, hasta que todas las vísceras estén contenidas en la cavidad abdominal. En etapa más reciente se ha realizado la reparación sin suturas de la gastrosquisis utilizando el cordón umbilical o un vendaje sintético para cubrir el defecto. Se requiere más investigación para evaluar la eficacia de este abordaje.
A menudo, pasan varias semanas antes de que se recupere la función gastrointestinal y pueda iniciarse la alimentación oral; en ocasiones, los lactantes presentan problemas a largo plazo causados por motilidad intestinal anormal.
Referencias
1. Friedman AM, Ananth CV, Siddiq Z, et al: Gastroschisis: epidemiology and mode of delivery, 2005-2013. Am J Obstet Gynecol 215(3):348.e1-348.e3489, 2016. doi:10.1016/j.ajog.2016.03.039
2. Mastroiacovo P, Lisi A, Castilla EE, et al: Gastroschisis and associated defects: An international study. Am J Med Genet A 143A(7):660-671, 2007. doi: 10.1002/ajmg.a.31607
3. Abdullah F, Arnold MA, Nabaweesi R, et al: Gastroschisis in the United States 1988-2003: Analysis and risk categorization of 4344 patients. J Perinatol 27(1):50-55, 2007. doi: 10.1038/sj.jp.7211616
4. Bence CM, Wagner AJ: Abdominal wall defects. Transl Pediatr 10(5):1461-1469, 2021. doi:10.21037/tp-20-94