Meningitis bacteriana en niños mayores de 3 meses

PorGeoffrey A. Weinberg, MD, Golisano Children’s Hospital
Revisado/Modificado feb 2024
Vista para pacientes

La meningitis bacteriana en los lactantes es una infección grave de las meninges y el espacio subaracnoideo. Los lactantes pueden presentar síntomas y signos inespecíficos (p. ej., letargo, irritabilidad, falta de apetito, fiebre o hipotermia). El diagnóstico se realiza mediante el análisis del líquido cefalorraquídeo. El tratamiento se realiza con antibióticos y, para algunos lactantes, dexametasona.

Para una revisión de la meningitis, véase Generalidades sobre meningitis. Para la meningitis bacteriana aguda en niños mayores y adultos, véase Meningitis bacteriana aguda, y en niños < 3 meses véase Meningitis bacteriana neonatal. Para la meningitis viral, incluso en lactantes y niños, véase Meningitis viral.

Etiología de la meningitis bacteriana en lactantes

La etiología y la incidencia de la meningitis bacteriana están estrechamente relacionadas con la edad y el nivel de inmunización sistemática de los lactantes con la vacuna conjugada contra Haemophilus influenzae tipo b y la vacuna conjugada contra Streptococcus pneumoniae (1).

En los lactantes que no han recibido las vacunas de rutina, las causas más comunes de meningitis bacteriana incluyen (2)

  • S. pneumoniae (muchos serotipos; particularmente en lactantes sin registro de inmunización con la vacuna conjugada por S. pneumoniae)

  • Neisseria meningitidis (especialmente el serogrupo B, pero ocasionalmente los grupos A, C, Y o W135)

  • H. influenzae tipo b (en particular en lactantes sin antecedentes de haber recibido vacuna conjugada contra H. influenzae tipo b)

Otras etiologías de la meningitis bacteriana en lactantes y niños > 3 meses se informaron, pero son muy raras. Listeria monocytogenes, Streptococcus agalactiae, y Escherichia coli causan enfermedad en los lactantes < 3 meses; rara vez son la etiología en los recién nacidos extremadamente prematuros que han sobrevivido hasta > 3 meses. La meningitis por Staphylococcus aureus puede ocurrir en lactantes que han experimentado un traumatismo o una cirugía neurológica.

Referencias de la etiología

  1. 1. Committee on Infectious Diseases, American Academy of Pediatrics: Red Book: 2021–2024 Report of the Committee on Infectious Diseases, ed. 32, edited by Kimberlin DW, Barnett ED, Lynfield R, and Sawyer MH. Itasca, American Academy of Pediatrics, 2021.

  2. 2. Weinberg GA, Stone RT: Bacterial infections of the nervous system. In Swaiman's Pediatric Neurology: Principles and Practice, 6th ed., edited by Swaiman KF, Ashwal S, Ferriero DM, et al. Philadelphia, Elsevier, 2018, pp 883–894.

Síntomas y signos de meningitis bacteriana en lactantes

Cuanto más pequeño es el paciente, menos específicos son los signos y los síntomas de la meningitis.

Las manifestaciones iniciales de la meningitis bacteriana pueden ser una enfermedad febril aguda con síntomas respiratorios o gastrointestinales, seguido más tarde por los signos de una enfermedad grave. Alrededor del 33 al 50% de los recién nacidos pueden tener un abombamiento de la fontanela anterior, pero solo rara vez tienen rigidez de nuca u otros signos meníngeos clásicos (p. ej., signo de Kernig o de Brudzinski) típicamente presentes en los niños mayores. En niños < 12 meses, la ausencia de rigidez de nuca no se debe utilizar para descartar una meningitis.

Perlas y errores

  • En niños < 12 meses de edad, la ausencia de rigidez de nuca no se debe utilizar para descartar una meningitis. Sin embargo, si está presente, la rigidez de nuca no debe ignorarse.

A medida que progresa la meningitis bacteriana, los niños desarrollan manifestaciones del sistema nervioso central, a veces muy rápidamente. El grado de alteración del sistema nervioso central abarca desde irritabilidad hasta coma. Hasta el 15% de los niños con meningitis bacteriana están en estado de coma o semicoma en el momento de la hospitalización. Las convulsiones se asocian a veces con la meningitis bacteriana, pero en solo el 20% de los niños, en general aquellos que ya están tóxicos, obnubilados, o en estado de coma. Los lactantes que están alertas y parecen normales después de una convulsión breve, no focalizada con fiebre tienen pocas probabilidades de presentar meningitis bacteriana (véase también Convulsiones febriles).

El edema de papila es muy infrecuente en niños de cualquier edad con meningitis bacteriana. En presencia de edema de papila, se deben buscar otras causas; la meningitis bacteriana avanza tan rápidamente que por lo general hay tiempo suficiente para que el edema de papila se desarrolle.

Diagnóstico de la meningitis bacteriana en lactantes

  • Análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) y tinción de Gram

En general, la punción lumbar debe hacerse cada vez que el diagnóstico de la meningitis está confirmado o se sospecha en un lactante.

Sin embargo, la punción lumbar se puede retrasar por las siguientes razones:

  • Compromiso cardiorrespiratoria clínicamente importante (con mayor frecuencia en los niños pequeños)

  • Signos de aumento significativo de la presión intracraneal, incluyendo cambios en la retina; respuestas pupilares alterados; hipertensión, bradicardia y depresión respiratoria (triada de Cushing) y signos neurológicos focales

  • Sospecha de lesión intracraneal, incluida la presencia de lesiones visibles, sobre todo en la cabeza, o antecedentes compatibles con una lesión no accidental

  • Infección del sitio de punción lumbar

  • Sospechas o antecedentes de trastornos de la coagulación (p. ej., hemofilia, trombocitopenia grave)

En estas circunstancias, se debe hacer hemocultivos y se deben administrar antibióticos empíricamente sin hacer la punción lumbar. En los casos de sospecha de aumento de la presión intracraneal, se deben hacer arreglos para efectuar un estudio de neuroimagen (p. ej., TC craneal con y sin captación de contraste, ecografía craneal) durante o inmediatamente después de la administración de antibióticos. Si los resultados del estudio de diagnóstico por imágenes sugieren que es seguro, la punción lumbar se puede realizar. Sin embargo, no es necesario solicitar una TC de forma rutinaria antes de la punción lumbar en niños pequeños con sospecha de meningitis; la herniación del encéfalo es inusual en niños pequeños con meningitis bacteriana, incluso a pesar de que todos los pacientes con meningitis tienen algún grado de aumento de la presión intracraneal.

El líquido cefalorraquídeo se envía para su análisis, por lo general recuento de células, proteínas, glucosa, tinción de Gram, cultivo, y, en algunos lactantes, pruebas de PCR (polymerase chain reaction) para enterovirus (p. ej., en los recién nacidos con meningitis durante los últimos meses de verano y otoño en los Estados Unidos) o el virus herpes simple o parechovirus. Un panel de PCR puede ser útil si está disponible. Al mismo tiempo, se extrae una muestra de sangre y se la envía para determinar la relación entre la concentración de glucosa en líquido cefalorraquídeo:sangre.

Los hallazgos típicos en el líquido cefalorraquídeo en la meningitis bacteriana típica incluyen

  • Recuento elevado de leucocitos (> 500/mcL [0,5 × 109/L] con frecuencia tan elevado como 10.000 leucocitos/mcL [10 × 109/L] con predominio de polimorfonucleares [> 80%])

  • Proteínas elevadas (> 100 mg/dL [1 gm/L])

  • Glucosa baja (< 40 mg/dL [2,2 mmol/L], a menudo < 10 mg/dL [0,56 mmol/L] e índice glucorraquia/glucemia típicamente < 0,33)

La tinción de Gram muestra a menudo los microorganismos en el líquido cefalorraquídeo en la meningitis bacteriana. Aunque los resultados pueden variar un poco, los lactantes con meningitis bacteriana muy rara vez tienen líquido cefalorraquídeo completamente normal en el examen.

Los lactantes también deben someterse a una evaluación para la enfermedad sistémica y para otras fuentes de infección, incluyendo 2 series de hemocultivos (si es posible; como mínimo 1 serie de frascos con cultivos para microorganismos aerobios y anaerobios), electrolitos séricos, hemograma completo y recuento diferencial, además de análisis de orina y urocultivo.

Diagnósticos diferenciales

Los síntomas y signos de la meningitis bacteriana también pueden ser causados por otras infecciones del sistema nervioso central, incluyendo la meningitis viral (normalmente por enterovirus o, en lactantes pequeños, parecovirus), la infección por HSV neonatal (casi exclusivamente en el niño < 1 mes) y los abscesos encefálicos.

Otras causas de las infecciones del sistema nervioso central que afectan a niños mayores y adultos (p. ej., neuroborreliosis de Lyme; meningitis micótica; meningitis tuberculosa; infección por Bartonella; meningitis química resultante del uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX), o inmunoglobulina IV; cáncer) rara vez se producen en niños < 12 meses y deben ser distinguibles en base a la anamnesis, el examen físico y un examen del líquido cefalorraquídeo.

En estas otras causas de meningitis, los hallazgos en el líquido cefalorraquídeo incluyen con mayor frecuencia < 500 leucocitos/mcL (0,5 × 109/L) con < 50% de leucocitos polimorfonucleares, proteínas < 100 mg/dL (1 g/L), glucosa normal, y una tinción de Gram negativa para microorganismos.

Tratamiento de la meningitis bacteriana en lactantes

  • Tratamiento antibiótico

Tan pronto como se diagnostica la meningitis bacteriana (confirmación o presunción), se debe asegurar una vía intravenosa y se deben administrar los medicamentos antibióticos apropiados (y, posiblemente, corticosteroides).

La terapia antimicrobiana empírica para lactantes > 3 meses se dirige a los patógenos comunes: neumococos, meningococos, y H. influenzae tipo b.

Un régimen típico de antibióticos incluye

  • Ceftriaxona o una cefalosporina de generación avanzada (p. ej., cefepima) más

  • Vancomicina

La ceftriaxona es extremadamente eficaz contra los organismos que causan la meningitis bacteriana generalmente en lactantes > 3 meses. La vancomicina se administra debido a que algunas cepas de neumococo en determinadas zonas no son susceptibles a las cefalosporinas de generación avanzada. En las zonas (e instituciones) donde la mayoría de los neumococos son susceptibles a la penicilina, podría no ser necesaria vancomicina, particularmente si no se observan cocos grampositivos en la tinción de Gram del líquido cefalorraquídeo; decisión de continuar la vancomicina normalmente debe tomarse en consulta con un especialista en enfermedades infecciosas.

Una vez que se identifica el microorganismo infectante, se utilizan antibióticos dirigidos más específicamente; por ejemplo, la vancomicina puede ya no ser necesaria.

Terapia antimicrobiana específica contra el microorganismo

Después de que se han iniciado los medicamentos antibióticos empíricos en forma inmediata, se utilizan los resultados de los cultivos del líquido cefalorraquídeo y/o el hemocultivo para seleccionar un antibiótico más específico a la espera de la identificación el microorganismo y el antibiograma. (Véase tabla Terapia específica para la meningitis bacteriana en niños mayores de 3 meses una vez conocidos los resultadps sobre identificación y susceptibilidad.)

Si se sospecha S. pneumoniae (p. ej., debido a cocos gram positivos en pares en una tinción de Gram del líquido cefalorraquídeo), la vancomicina empírica debe continuarse hasta que los resultados de las pruebas de sensibilidad estén disponibles. La vancomicina se suspende si la cepa aislada es susceptible a la penicilina o a la ceftriaxona; si la cepa aislada no es susceptible, se continúa la vancomicina (y algunos médicos añaden rifampicina). Debido a que la dexametasona puede disminuir la penetrancia en el líquido cefalorraquídeo (y por lo tanto la eficacia) de la vancomicina, algunos expertos aconsejan no administrar dexametasona, o si se da, añadir rifampicina al mismo tiempo.

La enfermedad causada por N. meningitidis se trata de forma fiable con penicilina G o ampicilina en dosis altas, o alternativamente con ceftriaxona. Si se utiliza penicilina o ampicilina, a continuación se administra un curso de 2 días de rifampicina 2 veces al día para eliminar el estado de portador y prevenir la recaída (la rifampicina no es necesaria si se utiliza ceftriaxona para completar la terapia).

Si se sospecha o se confirma H. influenzae tipo b, la enfermedad puede ser tratada de forma fiable, ya sea con ceftriaxona; la ampicilina solo podrá utilizarse si se comprueba que la cepa aislada es susceptible. Si se utiliza terapia con ampicilina, se continúa con un curso de 4 días de rifampicina 1 vez al día para eliminar el estado de portador y prevenir la recaída (la rifampicina no es necesaria si se utiliza ceftriaxona para completar la terapia).

El tratamiento antibiótico específico para otros tipos de infecciones raras (p. ej., S. agalactiae, E. coli, L. monocytogenes, S. aureus) se debe seleccionar en interconsulta con un especialista en enfermedades infecciosas.

Tabla

Corticosteroides para la meningitis bacteriana aguda

El uso de corticosteroides (p. ej., dexametasona) como tratamiento adyuvante en la meningitis bacteriana se ha estudiado durante décadas y continúa siendo controvertido. Los efectos beneficiosos de los corticoesteroides en la reducción de la morbilidad neurológica parecen variar con la edad del paciente (niño o adulto), la etiología bacteriana específica, la región geográfica y los recursos sanitarios.

Las pruebas científicas sugieren que la dexametasona reduce la discapacidad auditiva en lactantes y niños que viven en áreas ricas en recursos y tienen meningitis bacteriana causada por H. influenzae tipo b (1). La eficacia de la dexametasona en la meningitis causada por otros microorganismos, no está probada, aunque algunos estudios en adultos de en áreas de altos recursos con meningitis causadas por S. pneumoniae informan mejores resultados neurológicos y menor mortalidad (1, 2). La dexametasona no parece beneficiar a los niños o adultos con meningitis bacterianas que viven en países de bajos recursos, ni tampoco parece beneficiar a los recién nacidos con meningitis.

Por lo tanto, la dexametasona IV debe administrarse antes de la terapia antimicrobiana, o dentro de la hora siguiente en niños > 6 sem con meningitis causada por H. influenzae tipo b. En la meningitis por H. influenzae tipo b confirmada se continúa la dexametasona cada 6 h durante 4 días. Algunos expertos también recomiendan el uso de este mismo régimen de dexametasona en niños con meningitis neumocócica de > 6 semanas de edad.

Para una eficacia óptima, la dexametasona debe iniciarse en el momento del diagnóstico; esto no siempre es posible, a menos que la tinción de Gram del líquido o los factores epidemiológicos (p. ej., antecedentes de contactos de la enfermedad) puedan obtener un diagnóstico etiológico inmediato. En las regiones donde se administran en forma sistemática las vacunas conjugadas contra H. influenzae b y antineumocócica, la meningitis bacteriana causada por estos microorganismos es rara. Por estas razones, junto con la evidencia contradictoria sobre los beneficios de la terapia con dexametasona, muchos expertos en enfermedades infecciosas pediátricas ya no administran sistemáticamente corticosteroides a los lactantes con meningitis.

Referencias del tratamiento

  1. 1. Brouwer MC, McIntyre P, Prasad K, van de Beek D: Corticosteroids for acute bacterial meningitis. Cochrane Database Syst Rev 2015(9):CD004405, 2015. doi: 10.1002/14651858.CD004405.pub5

  2. 2. Hasbun R: Progress and Challenges in Bacterial Meningitis: A Review [published correction appears in JAMA. 2023 Feb 14;329(6):515]. JAMA 328(21):2147-2154, 2022. doi: 10.1001/jama.2022.20521

Pronóstico de la meningitis bacteriana en lactantes

Entre los lactantes de más edad y los niños, la tasa de mortalidad de la meningitis bacteriana es aproximadamente de 5 a 15% (1, 2), y la morbilidad neurológica (p. ej., pérdida de audición neurosensorial, retraso mental, espasticidad y paresia, trastornos convulsivos) se produce en el 15 al 25% (3). La sordera neurosensorial es más común después de la meningitis neumocócica.

En los lactantes mayores y los niños, las tasas de mortalidad varían de 3 a 5% cuando la causa es H. influenzae tipo b, 5 a 10% cuando la causa es N. meningitidis, y 10 a 20% cuando la causa es S. pneumoniae (4).

Referencias del pronóstico

  1. 1. Mongelluzzo J, Mohamad Z, Ten Have TR, Shah SS: Corticosteroids and mortality in children with bacterial meningitis. JAMA 299(17):2048-2055, 2008. doi: 10.1001/jama.299.17.2048

  2. 2. Thigpen MC, Whitney CG, Messonnier NE, et al: Bacterial meningitis in the United States, 1998-2007. N Engl J Med 364(21):2016-2025, 2011. doi: 10.1056/NEJMoa1005384

  3. 3. Baraff LJ, Lee SI, Schriger DL: Outcomes of bacterial meningitis in children: a meta-analysis. Pediatr Infect Dis J 12(5):389-394, 1993. doi: 10.1097/00006454-199305000-00008

  4. 4. Hasbun R: Progress and Challenges in Bacterial Meningitis: A Review [published correction appears in JAMA. 2023 Feb 14;329(6):515]. JAMA 328(21):2147-2154, 2022. doi: 10.1001/jama.2022.20521

Prevención de la meningitis bacteriana en lactantes

La prevención de la meningitis bacteriana a veces implica vacunación y quimioprofilaxis.

Vacunación

Se recomienda la vacuna antineumocócica conjugada en todos los niños a partir de los 2 meses de edad (véase Vacuna antineumocócica). Para más información, véase Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) pneumococcal vaccine recommendations y el Centers for Disease Control and Prevention's child and adolescent immunization schedule by age.

Vacunación habitual contra H. vacuna conjugada contra H. influenzae de tipo b también es extremadamente eficaz y se comienza a la edad de 2 meses. Para más información, véase ACIP Haemophilus influenzae vaccine recommendations.

El ACIP recomienda que los lactantes > 6 semanas de edad con riesgo elevado de enfermedad meningocócica reciban la vacuna antimeningocócica conjugada. Los lactantes de alto riesgo incluyen aquellos que

  • Tienen nfección por HIV

  • Tienen asplenia funcional o anatómica (incluidos pacientes con drepanocitosis)

  • Tienen deficiencias persistentes de los componentes de la vía del complemento

  • Uso de inhibidores del complemento (p. ej., eculizumab, ravulizumab)

  • Viaje o residencia en una zona de alto riesgo (p. ej., África subsahariana o Arabia Saudita)

  • Están expuestos a un brote atribuible a un serogrupo de la vacuna

Para los lactantes que no tienen alto riesgo, se recomienda la vacunación rutinaria antimeningocócica conjugada a los 11 o 12 años con una dosis de refuerzo a los 16 años.

Existen dos vacunas contra el meningococo del serogrupo B aprobadas por la ACIP para el uso en niños ≥ 10 años con alto riesgo de enfermedad meningocócica del grupo B (las mismas categorías que el anterior); la vacunación sistemática contra el meningococo B aún no se indica. Para más información, véase ACIP meningococcal vaccine recommendations.

Quimioprofilaxis contra la meningitis

Los contactos cercanos de niños con meningitis debido a ciertas bacterias deben recibir quimioprofilaxis antimicrobiana con rifampicina, ceftriaxona o ciprofloxacina, incluyendo

  • Meningitis por N. meningitidis: todos los contactos cercanos

  • Meningitis por H. influenzae: contactos cercanos selectos

Los contactos de los niños con meningitis causada por otras bacterias no requieren quimioprofilaxis.

Para la meningitis meningocócica, los contactos estrechos tienen un riesgo de infección que puede ser de 25 a 500 veces mayor que el de la población general. Los contactos cercanos se definen como (1)

  • Miembros de la familia, en especial niños < 2 años

  • Contactos de la guardería de niños expuestos durante los 7 días pevios a la aparición de los síntomas

  • Cualquier persona expuesta directamente a las secreciones orales del paciente (p. ej., a través de besos, compartir cepillos de dientes o utensilios, respiración boca a boca, intubación endotraqueal, manejo del tubo endotraqueal) en los 7 días previos a la aparición de los síntomas

No todos los profesional de la salud que atendieron un lactante con meningitis se consideran un contacto cercano. El personal de salud debe recibir quimioprofilaxis solo si se manipularon sus vías respiratorias del paciente o estuvieron directamente expuestos a las secreciones respiratorias del paciente.

La quimioprofilaxis se debe dar tan pronto como sea posible (idealmente dentro de las 24 h de la identificación del paciente índice); es probable que la quimioprofilaxis > 2 semanas después de la exposición tenga poco o ningún valor. Rifampicina, ceftriaxona, y ciprofloxacina son antimicrobianos apropiados dependiendo de la edad del contacto. Para los niños pequeños, se prefiere la rifampicina oral o la ceftriaxona inyectable. La rifampicina se administra 2 veces al día durante 2 días.

Para la meningitis por H. influenzae tipo b, el riesgo de infección en los contactos es menor que con la enfermedad meningocócica, pero puede ser sustancial en lactantes o deambuladores no vacunados que residen en la casa de un paciente índice. Además, los contactos domésticos pueden ser portadores asintomáticos de H. influenzae tipo b.

Los contactos cercanos se definen más explícitamente que para la profilaxis antimeningocócica porque los cuidadores que pasan mucho tiempo en la casa, pero no viven allí, sin embargo, pueden haber sido colonizados por H. influenzae tipo b. Así, para este organismo, los contactos en el hogar se definen como los siguientes (1):

  • Las personas que viven con el paciente índice

  • Personas que hayan pasado ≥ 4 h con el paciente índice durante ≥ 5 de los 7 días previos a la hospitalización del paciente índice

Se recomienda entonces la quimioprofilaxis para cada miembro de una casa, como se acaba de definir, en caso de que los hogares además tengan

  • Al menos 1 contacto < 4 años que no está completamente inmunizado o no está inmunizado

  • Un niño < 12 meses que no ha completado la serie primaria de inmunizaciones con Hib conjugada

  • Niño inmunodeprimido (independientemente del estado de vacunación anterior)

La inmunización completa contra H. influenzae tipo b se define como la administración de al menos 1 dosis de la vacuna conjugada contra Hib a la edad ≥ 15 meses, o 2 dosis entre los 12 y los 14 meses, o la serie primaria de 2 o 3 dosis para niños < 12 meses con una dosis de refuerzo en ≥ 12 meses.

Además, si un establecimiento de educación preescolar o una guardería ha tenido ≥ 2 casos de enfermedad invasiva por Hib en 60 días entre sus miembros, muchos expertos recomiendan la quimioprofilaxis para todos los asistentes y el personal para eliminar la portación nasal asintomática independientemente del estado de vacunación.

Los contactos cercanos con mayor riesgo de infección secundaria son niños < 4 años que están incompletamente vacunados contra H. influenzae tipo b. La quimioprofilaxis se debe dar < 24 h después de la identificación del paciente índice; quimioprofilaxis administrada > 2 semanas después de la exposición es probable que tenga escaso o ningún valor. Se prefiere la rifampicina oral o la ceftriaxona inyectable, la ciprofloxacina es aceptable para los contactos de mayor edad. La rifampicina se administra 1 vez al día durante 4 días.

Referencia de la prevención

  1. 1. Committee on Infectious Diseases, American Academy of Pediatrics: Red Book: 2021–2024 Report of the Committee on Infectious Diseases, ed. 32, edited by Kimberlin DW, Barnett ED, Lynfield R, and Sawyer MH. Itasca, American Academy of Pediatrics, 2021.

Conceptos clave

  • Los bebés con meningitis bacteriana pueden primero se presentar síntomas y signos inespecíficos (p. ej., de enfermedades respiratorias o gastrointestinales), pero luego se descompensan rápidamente.

  • Las causas bacterianas más comunes de meningitis son Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitidis, y Haemophilus influenzae tipo b.

  • Si se sospecha meningitis, hacer una punción lumbar (salvo que exista una contraindicación) y administrar el tratamiento antibiótico empírico (y, posiblemente, dexametasona) tan pronto como sea posible.

  • La terapia antibiótica empírica en los recién nacidos > 3 meses se realiza con cefotaxima o ceftriaxona más vancomicina.

  • Proporcionar quimioprofilaxis antimicrobiana para seleccionar contactos de pacientes con meningitis por N. meningitidis o H. influenzae

Más información

Los siguientes recursos en inglés pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de estos recursos.

  1. Advisory Committee for Immunization Practices (ACIP): Pneumococcal vaccine recommendations

  2. ACIP: Meningococcal vaccine recommendations

  3. ACIP: Haemophilus influenzae vaccine recommendations

  4. Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Child and Adolescent Immunization Schedule by Age

  5. American Academy of Pediatrics: Red Book: 2021–2024 Report of the Committee on Infectious Diseases

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