Artrosis

(Artritis degenerativa; artrosis; osteoartrosis)

PorKinanah Yaseen, MD, Cleveland Clinic
Revisado/Modificado abr 2024
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Datos clave

La artrosis es un trastorno crónico que causa alteraciones en el cartílago y los tejidos circundantes, y se caracteriza por dolor, rigidez y pérdida de la función.

  • La artritis causada por la afectación del cartílago articular y los tejidos circundantes se vuelve muy frecuente con el envejecimiento.

  • Son habituales el dolor, la hinchazón y el excesivo crecimiento óseo, así como rigidez al despertarse o tras un periodo de inactividad, que desaparece al cabo de 30 minutos, sobre todo si se mueve la articulación.

  • El diagnóstico se basa en los síntomas y en los resultados de las radiografías.

  • El tratamiento incluye ejercicios y otras medidas físicas, fármacos que alivian el dolor y mejoran la función y, para casos muy graves de la articulación, sustitución articular u otro tipo de intervención quirúrgica.

La artrosis, el trastorno articular más frecuente, suele comenzar a edades comprendidas entre los 40 y los 50 años y afecta en algún grado a casi todas las personas a partir de los 80 años de edad. Antes de los 40 años, los varones presentan artrosis con más frecuencia que las mujeres, a menudo a consecuencia de traumatismos o deformidades. Muchas personas presentan algún signo de artrosis en las radiografías (con frecuencia ya a la edad de 40 años), aunque solo la mitad de ellas tienen síntomas. Entre los 40 y los 70 años de edad, las mujeres presentan este trastorno con una frecuencia superior a la de los varones. Después de los 70 años, el trastorno se desarrolla en ambos sexos por igual.

La artrosis se clasifica como

  • Primaria

  • Secundaria

En artrosis primaria (o idiopática), la causa es desconocida (la artrosis primaria representa la gran mayoría de los casos). La artrosis primaria puede afectar solo a articulaciones específicas, como las de la mano, la rodilla o la cadera, o puede afectar a muchas articulaciones.

En la artrosis secundaria la causa es otra enfermedad o patología, como

  • Una infección

  • Una anomalía articular congénita

  • Una lesión

  • Un trastorno metabólico, por ejemplo, el exceso de hierro en el organismo (hemocromatosis) o el exceso de cobre en el hígado (enfermedad de Wilson)

  • Un trastorno que ha lesionado el cartílago articular, por ejemplo, la artritis reumatoide o la gota

Presentan un riesgo especial de artrosis algunas personas que fuerzan repetidamente una articulación o un grupo de articulaciones, como los obreros de fundición, los granjeros, los mineros del carbón y los conductores de autobús. El principal factor de riesgo para la artrosis de rodilla es dedicarse a una ocupación que implique flexionar con frecuencia la articulación. Curiosamente, los corredores de larga distancia no tienen un riesgo mayor de desarrollar este trastorno. Sin embargo, cuando la artrosis ya se ha desarrollado, este tipo de ejercicio la empeora con frecuencia. La obesidad puede ser uno de los principales factores en el desarrollo de la artrosis, en particular en la rodilla y especialmente en las mujeres.

Causas de la artrosis

Normalmente, el cartílago reduce el grado de fricción de las articulaciones y las protege del desgaste incluso después de años de uso habitual, sobreutilización o traumatismos. La causa de la artrosis a menudo es desconocida, pero a veces está causada por daño tisular. En un intento del organismo por reparar una articulación dañada, se acumulan sustancias químicas en la articulación y aumenta la producción de los componentes del cartílago, como el colágeno (una proteína resistente y fibrosa del tejido conjuntivo) y los proteoglicanos (sustancias que proporcionan elasticidad). A continuación, el cartílago puede hincharse debido a la retención de agua, volverse blando, comenzar a romperse y luego desarrollar grietas en la superficie. Se forman pequeñas cavidades en el hueso situado debajo del cartílago, debilitándolo.

El intento de los tejidos de reparar el daño conduce a un nuevo crecimiento de hueso y otros tejidos. El hueso crece excesivamente en los bordes de la articulación, produciendo excrecencias óseas (también llamados osteofitos) que se pueden ver y palpar. Por último, la superficie lisa y regular del cartílago se vuelve áspera y porosa, con lo que la articulación ya no puede moverse suavemente y absorber impactos por más tiempo. Todos los componentes de la articulación, es decir, el hueso, la cápsula articular (tejidos que envuelven la mayoría de las articulaciones), la membrana sinovial (tejido que reviste la cavidad articular), los tendones, los ligamentos y el cartílago, presentan varios fallos, con lo que se altera la función articular.

Síntomas de la artrosis

Por lo general, los síntomas de artrosis se desarrollan gradualmente y al principio afectan solo a una o pocas articulaciones. Las articulaciones de los dedos, la base de los pulgares, el cuello, la zona lumbar, el dedo gordo del pie, la cadera y las rodillas se ven afectados habitualmente.

El dolor, con frecuencia descrito como intenso y profundo, es el primer síntoma y, cuando se presenta en las articulaciones de carga (por ejemplo, las rodillas y las caderas), suele empeorar con las actividades que implican soportar el peso corporal (como permanecer de pie). En algunas personas, la articulación puede estar rígida después de dormir o de cualquier otro periodo de inactividad, aunque la rigidez suele desaparecer pasados 30 minutos, especialmente si la articulación se moviliza.

A medida que el trastorno va causando más síntomas, la articulación pierde movilidad y pierde la capacidad de estirarse y doblarse por completo. El nuevo crecimiento de hueso u otros tejidos puede agrandar las articulaciones. Las superficies irregulares de los cartílagos hacen que las articulaciones rechinen, chirríen y crujan al movilizarlas, y se vuelven dolorosas a la palpación.

La artrosis de la mano puede causar dolor, rigidez y limitaciones funcionales. Las excrecencias óseas habitualmente se desarrollan en las articulaciones próximas a las puntas de los dedos (los denominados nódulos de Heberden) o en las articulaciones de la parte media de los dedos (los denominados nódulos de Bouchard).

En algunas articulaciones (como la de la rodilla), los ligamentos, que rodean y sostienen la articulación, se estiran de tal modo que esta se vuelve inestable y los músculos que mueven esa articulación pueden debilitarse. De forma alternativa, la cadera o la rodilla se vuelven rígidas y pierden amplitud de movimiento. Puede resultar muy doloroso mover la articulación (sobre todo al estar de pie, al subir escaleras o al caminar).

La artrosis afecta con frecuencia la columna vertebral. El dolor de espalda es el síntoma más frecuente. Los discos o articulaciones dañados en la columna vertebral suelen causar únicamente dolor leve y rigidez. Sin embargo, la artrosis en el cuello o en la zona lumbar pueden provocar entumecimiento, dolor y debilidad en un brazo o una pierna si el excesivo crecimiento óseo comprime algunos nervios. El crecimiento excesivo de hueso también puede producirse dentro del conducto raquídeo en la zona lumbar de la columna (estenosis raquídea lumbar), produciendo compresión sobre los nervios antes de su salida del conducto raquídeo para ir hacia las piernas. Esto provoca dolor en las piernas después de caminar, lo que sugiere erróneamente que la persona presenta una reducción del aporte de sangre en las piernas (claudicación intermitente). En raras ocasiones, el crecimiento del hueso en el cuello comprime el esófago y dificulta la deglución.

La artrosis puede permanecer estable durante muchos años o bien evolucionar muy rápidamente, aunque lo más frecuente es que progrese de forma lenta después de la aparición de los síntomas. Muchas personas presentan algún grado de invalidez.

Los sujetos que tienen episodios de enrojecimiento, calor e inflamación articular deben ser evaluados por un médico debido a que estos episodios por lo general no son producidos por la artrosis y podrían indicar una infección o gota.

Artrosis
Artrosis
Artrosis
Nódulos de Heberden
Nódulos de Heberden

La artrosis de la mano hace que las articulaciones más externas de los dedos se agranden (ganglios de Heberden).

DR P. MARAZZI/SCIENCE PHOTO LIBRARY

Nódulos de Bouchard
Nódulos de Bouchard

En esta foto, los ganglios de Bouchard son más visibles en las articulaciones medias de los dedos de la mano derecha y en las articulaciones medias de los dedos índice y corazón de la mano izquierda.

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Diagnóstico de artrosis

  • Radiografías

El médico establece el diagnóstico de artrosis basándose en los síntomas característicos, la exploración física, y las alteraciones de las articulaciones en las radiografías (como el agrandamiento óseo y el estrechamiento del espacio articular). Sin embargo, las radiografías no son muy útiles para la detección precoz de la artrosis ya que no muestran los cambios en los cartílagos, que es donde se producen las alteraciones más iniciales. Además, a menudo, los cambios observados en las radiografías no muestran una correlación estrecha con los síntomas sufridos por la persona afectada. Por ejemplo, una radiografía puede mostrar solo cambios mínimos en una persona con síntomas graves, o una radiografía con numerosas alteraciones puede pertenecer a una persona que tiene muy pocos síntomas, si es que tiene alguno.

La resonancia magnética nuclear (RMN) puede revelar cambios precoces en los cartílagos, pero rara vez es necesaria para establecer el diagnóstico.

No existen análisis de sangre específicos para el diagnóstico de la artrosis, aunque determinados análisis de sangre pueden ser útiles para descartar otros trastornos.

Si una articulación está inflamada, los médicos pueden adormecer el área inyectando un anestésico y luego insertar una aguja en la articulación para extraer una muestra de líquido sinovial. El líquido articular se analiza para determinar si se trata de artrosis o de otros trastornos articulares, como infecciones o gota.

Tratamiento de la artrosis

  • Medidas físicas, como fisioterapia y terapia ocupacional, protección de las articulaciones y pérdida de peso adecuada

  • Medicamentos

  • Cirugía

Los principales objetivos del tratamiento de la artrosis son

  • Aliviar el dolor

  • Mantener la flexibilidad articular

  • Optimizar la función articular general

Estos objetivos se logran principalmente mediante actividades físicas que implican ejercicios de fuerza, flexibilidad, resistencia y rehabilitación (fisioterapia y terapia ocupacional). Se enseña a las personas afectadas de qué modo la modificación de sus actividades diarias puede ayudarles a convivir con la artrosis. El tratamiento adicional incluye medicamentos, cirugía (para algunas personas), y nuevas terapias.

Medidas físicas

Ejercicios apropiados, entre los que se incluyen los de estiramiento, los de fortalecimiento y los posturales, ayudan a mantener los cartílagos en buen estado, a aumentar la amplitud de movilidad de la articulación y, lo más importante, fortalecer los músculos circundantes para que puedan absorber mejor las cargas sobre la articulación. El ejercicio puede mejorar los síntomas articulares, la movilidad y la calidad de vida en personas con artrosis de rodilla y/o cadera. Los médicos a menudo recomiendan que las personas practiquen ejercicio dentro del agua (como en una piscina), especialmente para las personas con dolor más intenso que pueden beneficiarse de un ejercicio de menor impacto.

Los ejercicios de estiramiento deben hacerse a diario.

El ejercicio debe equilibrarse con el reposo de las articulaciones doloridas durante unos minutos (cada 4 a 6 horas a lo largo del día), aunque la inmovilización de una articulación es probable que empeore la artrosis en vez de mejorarla.

Los síntomas empeoran con el uso de sillas, tumbonas, colchones y asientos de automóvil demasiado blandos.

Debe evitarse también poner almohadas debajo de las rodillas al reclinarse, ya que hacerlo puede provocar tirantez en los músculos de la cadera y de la rodilla. (Esta recomendación contrasta con la recomendación de que las personas con dolor lumbar y ciática se pongan una almohada entre las rodillas. En estas personas, el uso de la almohada alivia la tensión localizada en la zona lumbar y en la cadera [véase Ciática].)

Con frecuencia se recomienda a las personas afectadas adelantar el asiento del automóvil, utilizar sillas de respaldo recto con asientos relativamente altos (como las de cocina o las de comedor), dormir en colchones firmes y con tableros en la cama (disponibles en muchas tiendas de antigüedades) y calzar ortesis, zapatos con buen apoyo o zapatillas deportivas.

Los elevadores del asiento del inodoro pueden facilitar ponerse de pie y hacer que sea menos incómodo en personas que tienen artrosis dolorosa de las rodillas o las caderas, sobre todo si tienen los músculos débiles.

Los ejercicios específicos para la artrosis de la columna vertebral son útiles y, cuando el dolor es intenso, pueden requerirse corsés ortopédicos para la espalda. Entre los ejercicios hay que incluir tanto ejercicios para el fortalecimiento muscular como ejercicios aeróbicos de bajo impacto (como caminar, nadar, uso de una máquina elíptica, y montar en bicicleta estacionaria). En la medida de lo posible, las personas afectadas han de mantener su vida cotidiana y realizar sus actividades habituales, tanto de ocio como laborales. Sin embargo, es posible que sea necesario ajustar las actividades físicas para limitar el levantamiento y la flexión que pueden agravar el dolor de la artrosis.

Las siguientes medidas adicionales pueden contribuir a aliviar el dolor y ayudar a las personas con artrosis a sobrellevar la enfermedad.

  • La fisioterapia, a menudo junto con la termoterapia (como la aplicación de compresas calientes) y la terapia ocupacional pueden ser beneficiosas.

  • La realización delicada de ejercicios de amplitud de movimiento en agua caliente es beneficiosa porque el calor mejora la función de los músculos al reducir la rigidez y el espasmo muscular.

  • Las plantillas para el calzado (ortopédicas), los zapatos con buen apoyo o las zapatillas deportivas pueden ayudar a reducir el dolor al caminar.

  • Siempre que sea necesario se deben utilizar dispositivos especiales (por ejemplo, bastones, muletas, andadores, collarines para el cuello o soportes elásticos de rodilla para proteger las articulaciones, o la colocación de un asiento bien sujeto y seguro en la bañera para evitar un exceso de estiramiento durante el baño).

  • La pérdida de peso puede aliviar parte de la presión sobre las articulaciones y mejorar la mecánica articular.

Medicamentos

Los fármacos se utilizan como complemento del ejercicio y de la fisioterapia. Pueden emplearse individualmente o en combinación y no alteran directamente el curso de la artrosis. Se utilizan para reducir los síntomas y permitir una actividad diaria más normal.

Puede administrarse un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) para disminuir el dolor y la hinchazón. Los AINE reducen el dolor y la inflamación en las articulaciones. Los AINE también vienen como formulación en gel y en crema, pueden aplicarse sobre la piel mediante un ligero masaje (como el gel de diclofenaco 1%) en las articulaciones de las manos y las rodillas, lo cual puede ayudar a aliviar los síntomas. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) tomados por vía oral presentan un riesgo de efectos secundarios graves y, por lo tanto, deben utilizarse durante el menor tiempo posible. A menudo, las personas que toman AINE por vía oral también toman un medicamento para proteger el revestimiento del estómago y, además, también se les puede controlar la función renal y la presión arterial.

A veces son necesarios otros analgésicos. Por ejemplo, puede aplicarse directamente en la piel sobre la articulación una crema hecha a partir de pimienta roja (o pimienta de cayena), cuyo principio activo es la capsaicina. El médico también puede recomendar parches de lidocaína para el alivio del dolor, pero no hay pruebas concluyentes de que estos parches sean eficaces. La duloxetina, un tipo de antidepresivo tomado por vía oral, puede reducir el dolor causado por la artrosis.

El paracetamol (acetaminofeno) puede ser útil para algunas personas, en particular las que no pueden tomar antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Sin embargo, el paracetamol (acetaminofeno) no es tan eficaz como los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) para aliviar el dolor articular. Las personas no deben tomar paracetamol (acetaminofeno) en dosis superiores a las recomendadas, sobre todo si sufren una enfermedad hepática o beben mucho alcohol. Si se está en tratamiento con paracetamol es necesario asegurarse de que no se toma al mismo tiempo alguno de los numerosos medicamentos de venta libre que contienen paracetamol (acetaminofeno).

Deben evitarse los analgésicos más potentes, como el tramadol u otros opiáceos.

Se han analizando varios complementos nutricionales (como el sulfato de glucosamina y el condroitinsulfato) para valorar su potencial en el tratamiento de la artrosis. Hasta ahora, los resultados son desiguales y el potencial beneficio del sulfato de glucosamina y del condroitinsulfato para el tratamiento del dolor no está claro y no parece que estas sustancias modifiquen la progresión del daño articular. No se recomienda el uso rutinario de otros complementos nutricionales, como la cúrcuma y la boswellia serrata. Se puede intentar su uso de forma razonable, pero existen pocas pruebas científicas de que dichos suplementos reduzcan el dolor.

Cirugía

Cuando todos los tratamientos no han sido eficaces para aliviar el dolor o mejorar la función articular, puede recurrirse al tratamiento quirúrgico. Algunas articulaciones, sobre todo la cadera y la rodilla, pueden ser sustituidas por una prótesis articular. La sustitución, especialmente de la cadera, suele dar buenos resultados, mejorando casi siempre la movilidad y la función y disminuyendo el dolor de forma espectacular. Por ello, debe plantearse la sustitución de la articulación por una prótesis cuando el dolor es intratable y la función articular queda limitada. Como una prótesis articular no dura para siempre, en las personas muy jóvenes la sustitución articular se pospone con el fin de minimizar el riesgo de tener que repetir las sustituciones. Si ningún otro tratamiento ha resultado eficaz, pueden llevarse a cabo procedimientos quirúrgicos para ayudar a aliviar los síntomas de la artrosis en la espalda o en el cuello, sobre todo la compresión del nervio. El éxito de los procedimientos quirúrgicos artroscópicos limitados para la artrosis de la rodilla, como la reparación del menisco o la reconstrucción de los ligamentos de la rodilla, es incierto.

Se han utilizado una gran variedad de métodos en personas jóvenes con artrosis (con frecuencia debida a un traumatismo) para restablecer las células dentro del cartílago y ayudar así a curar pequeños defectos del mismo. Sin embargo, todavía no se ha comprobado la eficacia de estos métodos cuando los defectos del cartílago son extensos, como suele ocurrir en las personas mayores.

Prótesis de cadera (reemplazo total de cadera)

Algunas veces debe reemplazarse toda la articulación de la cadera. La articulación de la cadera comprende la parte superior (cabeza) del fémur y la superficie de la cavidad en la que se articula la cabeza del fémur. Este procedimiento se denomina sustitución total de cadera o artroplastia total de cadera. La cabeza del fémur se sustituye por un componente esférico (prótesis), hecho de metal. La prótesis incluye un vástago resistente que se ajusta en el interior del fémur. La cavidad articular se sustituye por un armazón metálico recubierto de un material plástico resistente.

Sustitución de rodilla

La articulación de una rodilla dañada por artrosis puede ser sustituida por una prótesis articular. Después de administrar anestesia general, el cirujano hace una incisión sobre la rodilla dañada. La rótula puede ser retirada, y los extremos del fémur y de la tibia se suavizan para que las partes de la articulación artificial (prótesis) se puedan unir más fácilmente. Una parte de la prótesis articular se introduce en el fémur y otra en la tibia, y luego se cimentan en su sitio.

Otros tratamientos

Existen otros tratamientos disponibles para controlar el dolor de la artrosis, pero no se recomienda su uso rutinario debido a las pruebas científicas limitadas de su efectividad. Sin embargo, algunos pueden probarse razonablemente, sobre todo en personas con síntomas que persisten después de probar otros tratamientos. Los tratamientos que pueden reducir el dolor incluyen

  • Se puede aplicar termoterapia, como una almohadilla térmica o una toalla tibia y húmeda, sobre las articulaciones afectadas. (Para evitar quemaduras, se debe tener cuidado de que la almohadilla no esté demasiado caliente o de dejarla colocada durante un tiempo excesivo).

  • Para disminuir el dolor debido al empeoramiento temporal de la artrosis en una articulación también se aplica frío.

  • La acupuntura libera diversos mensajeros químicos en el cerebro (neurotransmisores) que sirven como calmantes naturales del dolor y puede ser útil.

  • Son útiles los masajes realizados por fisioterapeutas cualificados y la aplicación de calor intenso con diatermia o ultrasonidos.

A veces se puede inyectar una forma especial de cortisona directamente en la articulación. Este tratamiento proporciona a algunas personas un alivio temporal del dolor.

Una serie de 1 a 5 inyecciones semanales de hialuronato (una sustancia similar al líquido articular normal) en la articulación de la rodilla puede proporcionar cierto alivio del dolor en algunas personas. Estas inyecciones no deben administrarse con una frecuencia superior a 6 meses. Las infiltraciones articulares con ácido hialurónico no ralentizan la progresión de la artritis.

La estimulación eléctrica, como la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS, por sus siglas en inglés), no se recomienda para la artrosis de rodilla.

Se están estudiando terapias experimentales que pueden preservar el cartílago.

Edad y salud: artrosis

Persisten muchos mitos sobre la artrosis. Por ejemplo, se suele pensar que es un componente inevitable del envejecimiento, como lo son las canas y los cambios en la piel, que provoca poca discapacidad y que el tratamiento no es efectivo.

La artrosis sí que se hace más frecuente con el envejecimiento. Por ejemplo, a medida que las personas envejecen, aparecen los siguientes cambios:

  • El cartílago que recubre las articulaciones tiende a volverse más delgado.

  • Las superficies de una articulación pueden no deslizarse una sobre otra tan bien como lo hacían antes.

  • La articulación puede ser un poco más susceptible a los traumatismos.

Sin embargo, la artrosis no es un componente inevitable del envejecimiento. No está causada simplemente por el desgaste que se produce con los años de uso articular. Otros factores que influyen en su aparición pueden ser un traumatismo único o repetitivo, una movilidad anormal, enfermedades metabólicas, una infección de la articulación u otro trastorno articular.

Se dispone de tratamiento eficaz, consistente en medicamentos contra el dolor (analgésicos), ejercicios y fisioterapia, y, en algunos casos, cirugía.

La afectación de los ligamentos también es común en el envejecimiento. Los ligamentos, que unen las articulaciones, pierden elasticidad a medida que la persona envejece, haciendo que las articulaciones se vuelvan tensas o rígidas. Esta alteración se debe a cambios químicos en las proteínas que constituyen los ligamentos. En consecuencia, la mayoría de las personas se vuelven menos flexibles a medida que envejecen. Los ligamentos suelen desgarrarse con mayor facilidad, y, cuando lo hacen, se curan más lentamente. Las personas mayores deben hacer revisar su plan de ejercicios a un entrenador o a un médico para evitar los ejercicios que puedan desgarrar los ligamentos.

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que se frotan en la piel sobre la articulación afectada pueden ser una opción de preferencia para los adultos mayores con artrosis que afecta articulaciones superficiales como las manos y las rodillas. De este modo, la cantidad de AINE absorbida es menor que si se administran por vía oral, lo que minimiza el riesgo de efectos secundarios. Los AINE (antiinflamatorios no esteroideos) orales deben utilizarse durante el menor tiempo posible, dado el riesgo de hemorragia gastrointestinal y disfunción renal, que aumenta entre los adultos mayores. El paracetamol (acetaminofeno) es una alternativa razonable cuando no se pueden tomar antiinflamatorios no esteroideos (AINE) orales, pero el paracetamol (acetaminofeno) es menos eficaz que los AINE como analgésico.

A veces, pueden requerirse analgésicos más potentes, tales como tramadol; no obstante, los médicos solo los prescriben en caso necesario, a fin de evitar problemas relacionados con los efectos secundarios y la posible adicción. Además, estos medicamentos pueden causar confusión en los adultos mayores.

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.

  1. Arthritis Foundation: información sobre la artrosis y otros tipos de artritis y los tratamientos disponibles, consejos sobre el estilo de vida y otros recursos

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