Casi uno de cada 10 estadounidenses tendrá un trastorno de la conducta alimentaria en su vida. Las personas que luchan contra estos trastornos pueden ser de cualquier edad y sexo. A pesar de esta prevalencia, existen estigmas y conceptos erróneos significativos sobre los trastornos de la conducta alimentaria. Para alguien que los sufre, estos desafíos pueden hacer que sea difícil ver una salida. Pero los trastornos de la conducta alimentaria son afecciones tratables, y el apoyo de la familia y los seres queridos puede ser una parte vital del diagnóstico y el tratamiento. El tratamiento y el apoyo efectivos empiezan por abordar los estigmas y conceptos erróneos que impiden que muchas personas obtengan la ayuda que necesitan y que sus seres queridos los respalden en el proceso. Estas son cuatro cosas que las personas y los seres queridos deben entender sobre los trastornos de la conducta alimentaria.
1. Un trastorno de la conducta alimentaria no es una elección
Los trastornos de la conducta alimentaria son afecciones biológicas que implican una alteración de la alimentación o de la conducta relacionada con la alimentación, que normalmente incluye cambios en qué o cuánto comen las personas y/o medidas que toman las personas para evitar que los alimentos se absorban (por ejemplo, vomitar o tomar un laxante). No son una elección de estilo de vida y requieren tratamiento para abordarlos.
El primer paso hacia el tratamiento es la identificación. Los trastornos de la conducta alimentaria se dividen en cuatro categorías generales:
Anorexia nerviosa: se caracteriza por una búsqueda incansable de delgadez, una imagen corporal distorsionada, un miedo extremo a la obesidad y la restricción del consumo de alimentos, lo que conduce a un peso corporal significativamente bajo. Las personas con anorexia nerviosa restringen su consumo de alimentos, pero también pueden comer en forma compulsiva y luego compensarlos mediante una purga. Las personas que padecen el trastorno pueden restringir su consumo de alimentos hasta el punto de que su salud se vea dañada. Aunque la anorexia significa pérdida del apetito, muchas personas con anorexia nerviosa no pierden el apetito hasta que están muy emaciadas.
Trastorno en el que se evita/restringe el consumo de alimentos: se caracteriza por comer muy poca cantidad de alimentos y/o evitar comer ciertos alimentos sin preocuparse por la forma corporal o el peso, que es típico en personas con anorexia nerviosa o bulimia nerviosa. Por lo general, las personas con este trastorno son muy quisquillosas con los alimentos y los tipos de alimentos que consumen. Por ejemplo, pueden evitar alimentos de cierto color, consistencia u olor. Algunas personas tienen miedo a las posibles consecuencias adversas de comer, como atragantarse o vomitar.
Trastorno de ingesta compulsiva de alimentos: se caracteriza por comer cantidades de alimentos inusualmente grandes, mucho más que lo que la mayoría de la gente comería en un momento similar en circunstancias similares. Las personas con este trastorno sienten una pérdida de control durante y después de la ingesta compulsiva, y se sienten angustiadas por estos episodios. A la ingesta compulsiva no le sigue la purga u otros intentos de compensar el exceso de comida ingerida.
Bulimia nerviosa: se caracteriza por episodios repetidos de comer rápidamente grandes cantidades de alimentos, seguido de un intento de compensar el exceso de alimentos consumidos. Por ejemplo, las personas pueden provocarse vómitos o tomar laxantes.
2. Los miembros de la familia no causan trastornos de la conducta alimentaria
Hay una vieja idea equivocada de que los padres y las familias desempeñan un papel en los niños que desarrollan trastornos de la conducta alimentaria. Esto no es cierto. Las familias no son las culpables. De hecho, pueden ser una parte clave para ayudar en el tratamiento. Hay indicios significativos que muestran que la mejor manera de ayudar a los adolescentes con anorexia nerviosa a normalizar su peso es mediante un enfoque basado en la familia.
La realidad es que no hay una sola causa de los trastornos de la conducta alimentaria. Para la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, la investigación sugiere que la genética y los factores de riesgo biológicos desempeñan un papel. También hay factores ambientales en juego. En las culturas que dan un alto valor a la delgadez, las personas vulnerables pueden ser más propensas a desarrollar afecciones. Las sociedades en las que la forma corporal y el peso no están sujetos a la misma atención brindan un poco de protección.
3. No se puede identificar a alguien que tiene un trastorno de la conducta alimentaria con solo mirarle
Los trastornos de la conducta alimentaria vienen en todas las formas y tamaños, y no siempre es evidente que alguien esté sufriendo alguno de ellos si nos basamos solo en su peso o su aspecto. La anorexia nerviosa es el único trastorno que se clasifica por peso corporal sin definición adicional. A menudo, comer en forma compulsiva se asocia con sobrepeso u obesidad, pero no existe una conexión directa en la definición o el diagnóstico.
Actualmente, una gran parte de la población de los EE. UU. tiene sobrepeso u obesidad. Esto significa que las personas que padecen un trastorno de la conducta alimentaria pueden perder cantidades significativas de peso y tener patrones de alimentación alterados antes de que la conducta se refleje en su aspecto.
4. Los trastornos de la conducta alimentaria pueden y deben tratarse
La gente debe entender que los trastornos de la conducta alimentaria son afecciones graves que deben abordarse y tratarse. La anorexia nerviosa se asocia con las tasas de mortalidad más altas. La afección conlleva un riesgo de suicidio, así como complicaciones médicas por el bajo peso corporal.
Para un adulto que cree que puede estar sufriendo un trastorno de la conducta alimentaria, hablar con un médico de atención primaria es un primer paso importante. El médico puede ayudar a determinar las evaluaciones necesarias y coordinar un equipo de atención más amplio, que incluye especialistas y profesionales de salud mental.
Para los familiares, la mejor forma de abordar al sujeto es, a menudo, comentarle a la persona que están preocupados, al tiempo que hacen hincapié en que apoyarán a la persona y le ayudarán a obtener la atención que necesite. Para los padres o familiares preocupados de niños o adolescentes, una conversación con el pediatra del niño es una buena forma de comenzar. Los pediatras suelen tener relaciones establecidas con los niños y pueden ayudar a identificar cambios en el peso, el estado médico e incluso el funcionamiento social.
Lo más importante que cualquier persona que sufra estos trastornos debe saber es que hay ayuda disponible, y los familiares deben hacer todo lo posible para proporcionar apoyo y ser parte de un plan de tratamiento significativo.
Para obtener más información sobre los trastornos de la conducta alimentaria, visite la página de los Manuales o la página de Datos generales sobre el tema.