Los gusanos helmínticos parasitarios infectan el sistema nervioso central de millones de personas en los países en vías de desarrollo. Las personas infectadas que visitan áreas no endémicas o inmigran a ellas, incluidos los Estados Unidos, pueden presentarse allí. Los gusanos pueden provocar meningitis, encefalitis, masas cerebrales, hidrocefalia, accidente cerebrovascular y mielopatías.
(Véase también Introducción a las infecciones cerebrales).
Neurocisticercosis
(Véase también Cisticercosis).
Entre los aproximadamente 20 helmintos que son capaces de ocasionar trastornos neurológicos, el gusano del cerdo Taenia solium produce por mucho la mayoría de los casos en el hemisferio occidental. El trastorno resultante es la neurocisticercosis. Después de que una persona ingiere alimento contaminado con los huevos del gusano, las larvas migran hacia los tejidos, incluido el cerebro, la médula espinal y las vías del líquido cefalorraquídeo, y forman quistes. El diámetro de los quistes pocas veces excede 1 cm en el parénquima nervioso, pero puede exceder 5 cm en los espacios del líquido cefalorraquídeo. Los quistes más antiguos con frecuencia se calcifican.
Los quistes parenquimatosos encefálicos producen pocos síntomas hasta que la muerte de los gusanos desecadena inflamación regional, gliosis y edema, y produce convulsiones (principalmente), déficits neurológicos cognitivos o focales o cambios de la personalidad. Los quistes más grandes en las vías del líquido cefalorraquídeo pueden provocar hidrocefalia obstructiva. Los quistes pueden romperse en el líquido cefalorraquídeo e inducir un meningitis eosinofílica aguda o subaguda. Sin tratamiento, la neurocisticercosis puede causar la muerte; la causa de la muerte incluye encefalitis, meningitis, hidrocefalia y convulsiones no tratadas.
La neurocisticercosis se sospecha en pacientes que viven o provienen de países en vías de desarrollo y que tienen meningitis eosinofílica o convulsiones inexplicables, déficits cognitivos o focales o cambios de personalidad. Es sugerida por múltiples lesiones quísticas calcificadas que se observan en la TC o la RM. Un agente de contraste puede reforzar las lesiones. El diagnóstico requiere pruebas serológicas en suero y líquido cefalorraquídeo y, en ocasiones, biopsia de los quistes.
Courtesy of John E. Greenlee, MD.
Los antihelmínticos son la terapia de primera línea. El albendazol es el medicamento antihelmíntico de elección. Como alternativa, puede administrarse praziquantel durante 30 días. Se recomienda albendazol combinado con pracicuantel para aquellos con > 2 cisticercos parenquimatosos viables (1). La dexametasona IV u oral durante los primeros 2 a 4 días puede disminuir la respuesta inflamatoria aguda a medida que los gusanos mueren. Si la terapia antihelmíntica provoca la muerte de muchos microorganismos, el encéfalo puede edematizarse en forma significativa en pacientes con un gran número de quistes. En los estudios que evaluaron el tratamiento con albendazol en pacientes con un solo quiste, se observó una menor recurrencia de convulsiones en el grupo que recibió albendazol en comparación con el grupo que recibió placebo o ningún antihelmíntico. Sin embargo, se observaron más eventos adversos en los participantes tratados con albendazol o praziquantel en comparación con los que recibieron placebo o ningún antihelmíntico (2). El tratamiento debe ser cuidadosamente individualizado.
Puede ser necesario el tratamiento con fármacos anticomiciales a corto y largo plazo. También puede ser necesaria la disección quirúrgica de los quistes y las derivaciones ventriculares.
Otras infecciones por helmintos
En la esquistosomiasis, se desarrollan granulomas eosinofílicos necrotizantes en el encéfalo, que producen convulsiones, hipertensión intracraneana y déficits neurológicos difusos y focales.
Los quistes equinocócicos solitarios grandes pueden provocar déficits focales y, en ocasiones, convulsiones.
La cenurosis, causada por larvas de tenia (Tenia spp), por lo general produce quistes en forma de uvas que pueden obstruir el flujo de salida del LCR en el cuarto ventrículo.
Los síntomas de estos quistes tardan varias semanas en desarrollarse y, cuando está afectado el encéfalo, incluyen un aumento de la presión intracraneana, convulsiones, pérdida de la consciencia y deficiencias neurológicas focales. Se realizan neuroimágenes y pruebas serológicas para distinguir entre estos quistes y diferenciarlos de la neurocisticercosis.
La gnatostomiasis, una infección rara por larvas de especies del nematodo Gnathostoma spp, produce trayectos necróticos rodeados por inflamación a lo largo de las raíces nerviosas, la médula espinal y el encéfalo o en la hemorragia subaracnoidea, que produce hipotermia leve, rigidez de cuello, fotofobia, cefalea, déficits neurológicos migratorios (que afectan en ocasiones el VI y VII nervio craneal) y parálisis. La gnatostomiasis se sospecha en viajeros que regresan y en residentes de partes de Asia, Oriente Medio, Europa, África y América Central o del Sur que tienen tumefacciones migratorias en la piel o meningitis eosinofílica de causa desconocida. El diagnóstico requiere neuroimágenes y pruebas de LCR.
Referencias
1. White AC Jr, Coyle CM, Rajshekhar V, et al: Diagnosis and treatment of neurocysticercosis: 2017 Clinical Practice Guidelines by the Infectious Diseases Society of America (IDSA) and the American Society of Tropical Medicine and Hygiene (ASTMH). Clin Infect Dis 66(8):e49-e75, 2018. doi: 10.1093/cid/cix1084
2. Monk EJM, Abba K, Ranganathan LN: Anthelmintics for people with neurocysticercosis. Cochrane Database Syst Rev 6(6):CD000215, 2021. doi: 10.1002/14651858.CD000215.pub5