Los pacientes pueden demandar a los profesionales de la salud si sienten que han sido lesionados. Sin embargo, para que los juicios por negligencia médica (mala praxis) tengan éxito exigen comprobar lo siguiente:
Que la atención fue inferior a la de los estándares habituales que le que hubieran podido proporcionar profesionales de la salud similares en circunstancias análogas.
Que existió una relación profesional entre el profesional de la salud y la parte perjudicada.
Que el paciente fue perjudicado como consecuencia de la desviación de los estándares de atención.
La preocupación ante los posibles juicios a veces ejerce presión sobre los médicos para actuar de maneras que no siempre representan el mejor interés para sus pacientes. Por ejemplo, los médicos pueden ordenar pruebas que no son claramente necesarias desde el punto de vista médico para evitar incluso una posibilidad remota de que falta algo y así quedar expuestos a un pleito. Este enfoque, conocido como medicina defensiva, expone a los pacientes a riesgos (p. ej., radiación ionizante, necesidad de pruebas invasivas y/o incómodas para confirmar resultados falsos positivos) y gastos que no están justificados en relación con el beneficio médico. Sin embargo, este enfoque no es exigido por ley, puede no proteger contra demandas y en general se considera inadecuado y excesivo.
Explicar a los pacientes las razones por las cuales no se recomienda una prueba o un tratamiento en particular, e involucrar a los pacientes en la toma de decisión conjunta sobre su atención generalmente satisface más a los pacientes. La mejor defensa contra demandas por negligencia consiste en proporcionar asistencia médica excelente y establecer relaciones estrechas, de confianza y colaboración con los pacientes.