Existen muchos tipos de agentes de guerra química que afectan diferentes partes del cuerpo. Los agentes nerviosos (a veces llamados incorrectamente "gases nerviosos") afectan la forma en que los nervios transmiten señales a los músculos y a otros nervios. Existen varios tipos de agentes nerviosos:
Los agentes de la serie G
Los agentes de la serie V
Los agentes de la serie A
Los agentes de la serie G, o agentes G, incluyen GA (tabún), GB (sarín), GD (somán) y GF (ciclosarín), que fueron desarrollados por la Alemania nazi, antes de la Segunda Guerra Mundial y durante el desarrollo de esta. Los agentes de la serie V incluyen el VX; dichos compuestos se sintetizaron después de la Segunda Guerra Mundial. Los agentes nerviosos son similares a los insecticidas (plaguicidas) organofosforados, pero son mucho más potentes. Los agentes de la serie A también se denominan agentes de Novichok e incluyen A-230, A-232 y A-234. Se utilizó un agente A en un intento de asesinato en 2018 en el Reino Unido y otro agente de la serie A fue utilizado en 2020 en el intento de asesinato del activista ruso Alexei Navalny.
A temperatura ambiente, los agentes de la serie G son líquidos acuosos que se evaporan fácilmente y son peligrosos tanto por contacto con la piel como por inhalación. El VX es un líquido con la consistencia de un aceite de motor que se evapora de forma relativamente lenta y es principalmente peligroso por el contacto con la piel. Los agentes A-230, A-232 y A-234 son líquidos todavía más persistentes que los agentes de la serie V. Ninguno de los tres tipos de agentes nerviosos tiene un olor pronunciado ni irrita la piel.
Los agentes nerviosos funcionan bloqueando una enzima que rompe una de las sustancias químicas que las neuronas utilizan para enviar señales a otras neuronas y a los músculos (neurotransmisores). Dado que este neurotransmisor, la acetilcolina, no se descompone de forma normal, se acumula y estimula excesivamente los nervios, músculos y glándulas (incluidas las glándulas lacrimales, las glándulas salivares y las glándulas sudoríparas) en todo el cuerpo. Al principio, los músculos estimulados experimentan espasmos y se contraen de manera incontrolada, pero más tarde se fatigan y se debilitan.
La exposición a agentes nerviosos puede causar problemas neurológicos y neuroconductuales a largo plazo, como ansiedad, depresión, irritabilidad y problemas de memoria.
Síntomas de las lesiones nerviosas producidas por guerra química
La exposición a un agente nervioso provoca diversos síntomas dependiendo del agente, la vía de exposición y la dosis.
El vapor actúa rápidamente. La exposición de la cara a vapores contrae las pupilas, provoca secreción nasal y opresión en el pecho en cuestión de segundos. Si se inhala el vapor, la persona puede desmayarse en cuestión de segundos.
Los agentes nerviosos líquidos actúan más lentamente. La exposición a la piel primero causa temblores y sudoración en el lugar expuesto. Se dan efectos en todo el cuerpo al cabo de unas 18 horas de la exposición a una pequeña gota o a un agente nervioso de la serie G o V. Incluso las dosis mortales suelen tardar de 20 a 30 minutos en producir síntomas y signos, que pueden incluir desmayo y convulsiones repentinas, sin previo aviso. La exposición de la piel a una pequeña cantidad de agente líquido de la serie A puede tardar hasta uno o dos días en producir síntomas.
Los agentes nerviosos estimulan las neuronas, por lo que la persona siente inquietud y confusión y puede sufrir convulsiones o perder el conocimiento. La estimulación de las células nerviosas fuera del cerebro causa náuseas, vómitos y lagrimeo excesivo, secreción nasal, salivación, secreciones pulmonares, sibilancias, secreciones digestivas (como diarrea y vómitos) y sudoración. La estimulación de las células musculares provoca calambres seguidos de debilidad y parálisis. La debilidad de los músculos respiratorios y la desactivación del centro respiratorio en el cerebro suelen ser la causa de la muerte.
Diagnóstico de las lesiones nerviosas producidas por guerra química
Evaluación médica
Los médicos basan el diagnóstico de la exposición a agentes nerviosos en los síntomas y los antecedentes de exposición de la persona. Pruebas especiales de laboratorio pueden confirmar la exposición.
Tratamiento de las lesiones nerviosas producidas por guerra química
Inyecciones de atropina y pralidoxima
Pueden darse dos fármacos, la atropina y la pralidoxima, por la exposición a un agente nervioso. La atropina bloquea los efectos de las cantidades excesivas del neurotransmisor, la acetilcolina, que se acumula como consecuencia de la exposición. Por lo tanto, la atropina se denomina fármaco anticolinérgico. La pralidoxima y un nuevo fármaco, MMB-4, contribuyen a reactivar la enzima que descompone la acetilcolina.
Antes de llegar al hospital, el personal de atención médica prehospitalaria puede usar un autoinyector que contenga ambos medicamentos para inyectarlos en un músculo grande (como el muslo). Las dosis posteriores de los fármacos se administran por vía intravenosa.
Las benzodiazepinas (por ejemplo, diazepam o midazolam) están disponibles en forma de autoinyector y deben administrarse a cualquier persona con convulsiones. También deben administrarse a cualquier paciente que requiera las tres dosis iniciales completas de atropina y una oxima (pralidoxima o MMB-4) incluso si no hay convulsiones.
La piel se descontamina tan pronto como sea posible con el uso de un producto comercial tópico, especialmente formulado para la descontaminación de la piel (llamado, loción para la descontaminación de la piel reactiva o RSDL® [Reactive Skin Decontamination Lotion]), una solución diluida de cloro de uso doméstico o agua y jabón. Los socorristas inspeccionan cualquier herida que pueda estar contaminada, retiran todos los residuos y lavan la herida con agua del grifo o agua salada. Los síntomas graves y la muerte todavía pueden ocurrir, ya que la descontaminación puede no haber eliminado completamente los agentes nerviosos que ya hayan comenzado a pasar a través de la piel.
Los médicos suelen tratar la intoxicación por agentes nerviosos mediante el control agresivo y cuidadoso de las frecuencias cardíacas, las temperaturas basales y las concentraciones enzimáticas de las personas afectadas durante el tratamiento.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan la política oficial del Departamento del Ejército, el Departamento de Defensa o el Gobierno de Estados Unidos.