La mayoría de los cánceres de vejiga provienen de las células que forman la capa más interna de la vejiga. Estas células, llamadas células de transición o células uroteliales, permiten que la vejiga se estire cuando está llena y se encoja cuando se vacía. Las células de transición también son el tipo de células responsables de la mayoría de los cánceres de pelvis renal y uréteres.
El síntoma más frecuente en el cáncer de vejiga es la aparición de sangre en la orina.
Para establecer el diagnóstico, los médicos introducen un tubo delgado y flexible con una cámara (cistoscopio) a través de la uretra hasta la vejiga.
El tratamiento consiste a menudo en extirpar el cáncer, utilizando un cistoscopio (para cánceres superficiales), o en extirpar quirúrgicamente toda la vejiga (para cánceres más profundos).
Cada año se diagnostican en Estados Unidos cerca de 82 290 nuevos casos de cáncer de vejiga. Según las estimaciones de 2023, anualmente fallecen casi 16 710 personas a causa de cáncer de vejiga. El cáncer de vejiga se presenta aproximadamente tres veces más en hombres que en mujeres.
Fumar es el mayor factor de riesgo individual y parece ser una de las causas de, como mínimo, la mitad de todos los casos nuevos. Ciertas sustancias químicas utilizadas en la industria pueden concentrarse en la orina y producir cáncer de vejiga, aunque la exposición a ellas está disminuyendo. Estas sustancias químicas son, entre otras, hidrocarburos, anilinas (como la naftilamina, utilizada en la industria de tintes) y productos químicos utilizados en las industrias del caucho, electricidad, cableado, pintura y textiles. La exposición a largo plazo a algunos medicamentos, en especial a la ciclofosfamida, aumenta el riesgo de cáncer de vejiga.
La irritación crónica producida por una infección parasitaria denominada esquistosomiasis o por cálculos vesicales, infecciones del tracto urinario o uso crónico de catéteres también predisponen al cáncer de vejiga, aunque la irritación solo es la causa de una pequeña parte de los casos.
Síntomas del cáncer de vejiga
El síntoma más frecuente en el cáncer de vejiga es la aparición de sangre en la orina. Otros síntomas incluyen dolor y ardor durante la micción y una necesidad de orinar imperiosa y frecuente. Los síntomas del cáncer de vejiga pueden ser idénticos a los de una infección de la vejiga (cistitis), y los problemas pueden presentarse juntos. El número de glóbulos rojos puede ser baja (anemia), en cuyo caso se observa cansancio, palidez o ambos síntomas.
Diagnóstico del cáncer de vejiga
Sangre en la orina
Citología (examen de la orina al microscopio)
Cistoscopia (visualización del interior de la vejiga) y biopsia (examen del tejido de la vejiga al microscopio)
El diagnostico con frecuencia se sospecha inicialmente por la presencia de sangre en la orina. La sangre puede detectarse al observar glóbulos rojos (eritrocitos) en un análisis microscópico de una muestra de orina o, en algún caso, por la coloración visiblemente roja de la orina. El cáncer de vejiga puede sospecharse si los síntomas de cistitis no desaparecen con el tratamiento. Un análisis especial de la orina al microscopio (como con una citología) puede detectar la presencia de células cancerosas. Algunas veces el cáncer de vejiga se detecta al realizar, por otra razón, una prueba de imagen como una tomografía computarizada (TC) o una ecografía.
La mayoría de los casos de cáncer de vejiga se diagnostican mediante cistoscopia y biopsia. Esta exploración consiste en pasar un tubo delgado y flexible con una cámara (cistoscopio) a través de la uretra hasta la vejiga. Si se detecta algo anormal, se puede realizar una biopsia bajo anestesia en el quirófano utilizando un cistoscopio especial.
Si el cáncer ha invadido el músculo vesical, son necesarias otras pruebas como la TC abdominal y la radiografía de tórax para determinar si el cáncer se ha diseminado. Actualmente, la resonancia magnética nuclear (RMN) se puede utilizar para determinar el grado de diseminación en la zona que rodea al cáncer de vejiga.
Se espera que los avances en la detección y la estadificación del cáncer de vejiga mejoren los pronósticos mediante la detección temprana del cáncer.
Tratamiento del cáncer de vejiga
Extirpación durante la cistoscopia
Inmunoterapia o quimioterapia intravesicales (para cánceres superficiales)
Extirpación parcial o total de la vejiga, radioterapia, quimioterapia o inmunoterapia (para cánceres más profundos y más invasivos)
El cáncer instalado solo en la superficie interna de la vejiga se puede extirpar por completo durante una cistoscopia. Sin embargo, las personas suelen desarrollar nuevos cánceres más tarde en la vejiga. Los médicos pueden prevenir la recurrencia de estos cánceres colocando repetidamente en la vejiga el bacilo de Calmette-Guérin (BCG, una sustancia que estimula el sistema inmunitario del cuerpo) o medicamentos antineoplásicos (como gemcitabina, docetaxel o mitomicina C, o nadofarageno firadenoec-vncg) después de haber extirpado la totalidad del cáncer.
El cáncer que ha crecido en el interior de la pared de la vejiga no puede extirparse por completo durante una cistoscopia. Por lo general, el tratamiento adecuado consiste en la extirpación total o parcial de la vejiga (cistectomía). Antes de extirpar la vejiga (cistectomía) se suele administrar quimioterapia, ya que se ha demostrado que mejora la supervivencia en comparación con la cistectomía sola. La radioterapia sola o en combinación con quimioterapia se utiliza para tratar de curar el cáncer en personas seleccionadas.
Si resulta necesario extirpar toda la vejiga, los médicos deben encontrar un método para que la persona afectada pueda evacuar la orina. La forma más frecuente ha sido la de llevar la orina hacia una abertura (estoma) practicada en la pared abdominal a través de un paso construido con intestino, denominado asa ileal (conducto). La orina se recoge en una bolsa fuera del cuerpo.
Los distintos métodos de derivación de la orina son cada vez más frecuentes y resultan apropiados para la mayoría de los afectados. Estos métodos pueden agruparse en 2 categorías: una neovejiga ortotópica y una derivación urinaria continente. En ambas se construye un receptáculo interno para la orina con una parte del intestino.
En el caso de una neovejiga ortotópica, el receptáculo se conecta a la uretra. El paciente aprende a vaciar este depósito mediante la relajación de los músculos de la base de la pelvis y el aumento de la presión dentro del abdomen, de modo que la orina pase por la uretra como lo haría naturalmente. La mayoría de las personas permanecen secas durante el día, pero pueden tener alguna pérdida durante la noche.
En una derivación urinaria continente, se conecta el receptáculo a un estoma en la pared abdominal. No se necesita una bolsa colectora externa porque la orina permanece en el depósito hasta que el paciente lo vacía con ayuda de una sonda que a intervalos regulares durante el día se introduce por el estoma hasta el depósito. La derivación urinaria continente más habitual se conoce como bolsa de Indiana y está fabricada con una parte del colon.
El cáncer que se ha extendido más allá de la vejiga a los ganglios linfáticos o a otros órganos se trata con quimioterapia. Varias combinaciones de fármacos actúan contra este tipo de cáncer, en particular cuando su propagación se limita a los ganglios linfáticos. A las personas que responden positivamente a la quimioterapia se les puede ofrecer cistectomía o radioterapia, incluyendo radiación con haces externos. Sin embargo, solo se cura un número relativamente pequeño de personas. En el caso de las personas que no se curan, los esfuerzos se dirigen al alivio del dolor (véase Síntomas durante una enfermedad mortal) y a las cuestiones relacionadas con el final de la vida.
Pronóstico del cáncer de vejiga
El cáncer de vejiga que permanece en la superficie interna de la vejiga (tumores superficiales) y crece y se divide lentamente, presenta un riesgo de muerte menor del 5% a los 5 años del diagnóstico. El índice de mortalidad a los 5 años por tumores que invaden la capa muscular de la vejiga es significativamente mayor (alrededor del 50%), aunque la quimioterapia puede aumentar la supervivencia. Cánceres que se han extendido más allá de la pared de la vejiga (por ejemplo a los ganglios linfáticos o a otros órganos abdominales o pélvicos) tienen un pronóstico mucho peor.