El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de dudas, ideas, imágenes o impulsos (obsesiones) repetitivos, intrusivos y no deseados, y la necesidad inexorable de realizar acciones (compulsiones) para intentar reducir la ansiedad causada por las obsesiones. Las obsesiones y las compulsiones causan gran angustia y afectan el funcionamiento en la escuela y las relaciones.
Las obsesiones a menudo implican la preocupación o el miedo a ser dañado o a que los seres queridos sean dañados (por ejemplo, por la enfermedad, la contaminación o la muerte).
Las compulsiones son comportamientos intencionales excesivos y repetitivos que los niños sienten que deben hacer para manejar las dudas (por ejemplo, comprobar en repetidas ocasiones para asegurarse de que una puerta está cerrada), para evitar que suceda algo malo, o para reducir la ansiedad causada por las obsesiones.
El tratamiento suele consistir en terapia conductual y fármacos.
(Véase también Introducción a los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes y Trastorno obsesivo-compulsivo en adultos.)
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) comienza alrededor de los 19 o 20 años, de media, aunque alrededor del 25% de los casos comienza antes de los 14 años. El trastorno a menudo disminuye después de que los niños alcanzan la edad adulta.
El trastorno obsesivo-compulsivo incluye varios trastornos relacionados:
Trastorno dismórfico corporal: los niños se muestran preocupados por un defecto imaginario de su aspecto físico, como el tamaño de la nariz o de las orejas, o muestran una excesiva preocupación por una pequeña anomalía, como una verruga.
Acaparamiento: los niños tienen una fuerte necesidad de guardar cosas con independencia de su valor y no pueden tolerar separarse de estas.
Tricotilomanía (arrancamiento de cabellos)
Algunos niños, especialmente los varones, también tienen un trastorno de tics.
Se cree que tanto los genes como los factores ambientales son responsables del trastorno obsesivo-compulsivo. Los estudios muestran que las redes de genes del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) son muy complejas y están involucradas en muchos de los procesos del cuerpo, como el desarrollo del encéfalo y el sistema nervioso, el sistema inmunitario y el sistema inflamatorio.
Existen indicios de que algunos casos de trastorno obsesivo-compulsivo que comienzan repentinamente (de la noche a la mañana) pueden estar relacionados con infecciones. Si tiene relación con las bacterias estreptococos, el trastorno se denomina trastorno pediátrico neuropsiquiátrico autoinmunitario asociado con estreptococos (PANDAS, por sus siglas en inglés). Si otras infecciones (como la infección por Mycoplasma pneumoniae) están involucradas, el trastorno se denomina síndrome neuropsiquiátrico agudo de aparición pediátrica (PANS). Los investigadores continúan estudiando las relaciones entre las infecciones y el trastorno obsesivo-compulsivo.
Síntomas
De modo característico, los síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo se desarrollan gradualmente y la mayoría de los niños consiguen ocultarlos al principio.
Los niños se muestran obsesionados con la preocupación o el temor a ser lastimados; por ejemplo, el temor a contraer una enfermedad mortal o a hacerse daño a sí mismos o causar daño a otros. Se sienten obligados a hacer algo que neutralice o equilibre estas preocupaciones y miedos. Por ejemplo, pueden realizar de forma repetida acciones como las siguientes:
Comprobar que han desactivado su alarma o cerrado una puerta
Lavarse las manos excesivamente, lo que causa heridas y grietas en las manos
Contar varias cosas (por ejemplo, los pasos)
Sentarse y levantarse de una silla
Limpiar y ordenar constantemente ciertos objetos
Hacer muchas correcciones en las tareas escolares
Masticar los alimentos un cierto número de veces
Evitar tocar ciertas cosas
Pedir confirmaciones frecuentes para asegurarse de algo, a veces decenas o centenares de veces al día
Algunas obsesiones y compulsiones tienen una conexión lógica. Por ejemplo, los niños que están obsesionados con no enfermar pueden lavarse las manos con mucha frecuencia. Sin embargo, otras no la tienen. Por ejemplo los niños que cuentan hasta 50 una y otra vez para evitar que su abuelo sufra un ataque al corazón. Si se resisten a esta compulsión o se les impide llevarla a cabo, se sienten extremadamente ansiosos y preocupados.
La mayoría de los niños son hasta cierto punto conscientes de que sus obsesiones y compulsiones son anómalas y suelen avergonzarse de ellas, con lo que tratan de esconderlas. Sin embargo, algunos niños creen firmemente que sus obsesiones y compulsiones son válidas.
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) remite al cabo de unos años en alrededor del 5% de los niños y remite en la edad adulta temprana en alrededor del 40%. En otros niños, el trastorno tiende a ser crónico, pero, con tratamiento continuado, la mayoría de estos niños puede funcionar con normalidad. Alrededor del 5% de los niños no responden al tratamiento y continúan gravemente afectados.
Diagnóstico
Una visita al médico o a un especialista en salud del comportamiento
A veces, cuestionarios sobre los síntomas
Los médicos basan el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo en los síntomas. Se pueden necesitar varias visitas antes que los niños con trastorno obsesivo-compulsivo confíen en el médico lo suficiente para contarle sus obsesiones y compulsiones.
Para que se pueda establecer un diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo, las obsesiones y las compulsiones deben causar una gran angustia y afectar al funcionamiento normal del niño.
Si los médicos sospechan que puede estar involucrada una infección, generalmente consultan a un especialista en estos trastornos.
Se debe tener mucho cuidado de diferenciar el trastorno obsesivo-compulsivo de otros trastornos, como pueden ser la psicosis de inicio temprano, los trastornos del espectro autista y los tics complejos.
Tratamiento
Terapia cognitivo-conductual
A veces medicaciones
La terapia cognitivo-conductual puede ser suficiente en los niños que están muy motivados.
Si es necesario, la combinación de terapia cognitivo-conductual y un tipo de antidepresivo denominado inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) suele ser eficaz en el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Esta combinación permite a la mayoría de los niños afectados llevar una vida normal. Si el ISRS es ineficaz, se puede prescribir clomipramina, otro tipo de antidepresivo. Sin embargo, puede tener efectos secundarios graves. Cuando estas opciones no funcionan se puede recurrir a otras opciones.
Si el tratamiento es ineficaz, es posible que los niños necesiten ser tratados como pacientes hospitalizados en un centro donde se pueda hacer una terapia conductual intensiva y se pueda realizar el tratamiento farmacológico.
Si existe infección estreptocócica (PANDAS, por sus siglas en inglés) u otra infección (PANS, por sus siglas en inglés) se suele administrar un tratamiento antibiótico. Si es necesario, también se utiliza la terapia cognitivo-conductual y los fármacos que se indican de forma habitual para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo.