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Introducción a los problemas de comportamiento en niños

PorStephen Brian Sulkes, MD, Golisano Children’s Hospital at Strong, University of Rochester School of Medicine and Dentistry
Revisado porAlicia R. Pekarsky, MD, State University of New York Upstate Medical University, Upstate Golisano Children's Hospital
Revisado/Modificado Modificado may 2025
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Los niños van adquiriendo un gran número de habilidades a medida que crecen. Algunas de estas habilidades, como, por ejemplo, controlar la orina y las deposiciones, dependen principalmente del nivel de madurez de los nervios y del cerebro del niño. Otras, como comportarse adecuadamente en casa y en la escuela, son resultado de una interacción compleja entre el desarrollo físico, intelectual (cognitivo) y emocional del niño; la salud; el temperamento; y las relaciones con padres, cuidadores y maestros (véase también Desarrollo infantil). Otros comportamientos, como chuparse el dedo, aparecen cuando los niños buscan maneras de ayudarse a sobrellevar el estrés. Y aún otros comportamientos aparecen como respuesta al estilo de crianza.

Los problemas de comportamiento pueden llegar a ser tan preocupantes que amenacen las relaciones normales entre el niño y quienes le rodean o interfieran con su desarrollo emocional, social e intelectual. Algunos problemas de comportamiento incluyen los siguientes:

Muchos de estos problemas surgen de hábitos normales del desarrollo.

Algunos problemas de conducta, como la incontinencia urinaria nocturna, pueden ser leves y solucionarse rápidamente y de forma espontánea como parte de un desarrollo normal. Otros problemas de comportamiento, como los que se manifiestan en los niños con trastorno de déficit de atención/hiperactividad (TDAH), requieren tratamiento prolongado.

Comportamientos relacionados con el estrés en niños

Cada niño maneja el estrés de manera diferente. Los comportamientos propios de los niños para manejar el estrés son la succión del pulgar, comerse las uñas y, a veces, golpearse la cabeza.

Chuparse el dedo o uso del chupete

Chuparse el pulgar (u otros dedos) o usar chupete es normal en la primera infancia, y la mayoría de los niños dejan de hacerlo cuando tienen 1 o 2 años de edad, aunque algunos continúan haciéndolo en edad escolar. Chuparse el pulgar ocasionalmente o usar chupete es normal en épocas de estrés, pero el hábito persistente después de los 5 años puede alterar la forma del paladar, causar desalineación dental y provocar burlas de otros niños. Ocasionalmente, los niños que se chupan persistentemente el pulgar o el chupete pueden necesitar ser evaluados por un profesional de salud conductual.

Con el tiempo, todos los niños dejan de chuparse el pulgar o de usar el chupete. Los padres deben intervenir solo si su dentista les aconseja hacerlo o si consideran que el hábito de chuparse el pulgar de su hijo es socialmente problemático.

Los padres deben alentar suavemente a los niños a entender por qué deben dejar de hacerlo. Cuando el niño muestra la voluntad de dejarlo, usar pequeños recordatorios es un buen estímulo inicial. A estas (medidas) se pueden añadir recompensas simbólicas que se colocan directamente en el pulgar, como un vendaje de color o una estrella dibujada con un marcador de colores no tóxico. Se pueden emplear medidas adicionales como una protección de plástico sobre el pulgar o aplicar una sustancia amarga no tóxica en la uña del pulgar. Sin embargo, ninguna de estas medidas debe utilizarse en contra del deseo del niño.

Morderse y picarse las uñas

Morderse las uñas y arrancarse las uñas son comportamientos comunes entre los niños pequeños. Estos hábitos suelen desaparecer a medida que el niño crece, pero pueden estar relacionados con el estrés y la ansiedad.

A los niños motivados para dejar de hacerlo se les puede enseñar a sustituirlo por otros hábitos (por ejemplo, girar un lápiz).

Un sistema de recompensas en el cual el niño obtiene más premios por evitar el comportamiento refuerza la conducta deseada.

Golpes en la cabeza y balanceo rítmico

Golpearse la cabeza y el balanceo rítmico son comunes en bebés y niños pequeños sanos. A pesar de que esto alarma a los padres, a los niños parece no molestarles y, de hecho, parece que estos comportamientos les producen satisfacción.

Los niños suelen superar el balanceo del cuerpo, el movimiento de la cabeza y los golpes en la cabeza entre los 18 meses y los 2 años de edad, pero algunas veces se producen acciones repetitivas aun en niños mayores y adolescentes.

Los niños con trastorno del espectro autista y otros problemas de neurodesarrollo también pueden golpearse la cabeza o realizar otros movimientos repetitivos. Sin embargo, presentan otros síntomas adicionales que facilitan su diagnóstico.

Aunque con esta conducta los niños casi nunca se autolesionan, la posibilidad de que se lesionen (y el ruido que hacen) se reduce colocando la cuna lejos de la pared, retirando las ruedas o colocando protectores de fieltro debajo de ellas y acolchonando la parte interior de la cuna.

Problemas de Comportamiento y Estilos de Crianza

Los elogios y la recompensa pueden reforzar el comportamiento apropiado. A veces los padres terminan prestando atención a sus hijos solo cuando presentan un comportamiento inapropiado, lo que puede ser contraproducente cuando esa es la única atención que reciben los niños. Como la mayoría de los niños prefieren que se les preste atención, aunque sea por una conducta inapropiada, a que no se les preste atención en absoluto, los padres deben crear momentos especiales cada día para las interacciones agradables con sus hijos con el fin de evitar un aumento de las conductas inapropiadas.

Los problemas de interacción entre padres e hijos son dificultades en la relación entre los niños y sus padres que pueden comenzar durante los primeros meses de vida. La relación puede ser tensa a causa de:

  • Un embarazo o un parto difícil o dificultades con la lactancia materna

  • Depresión posparto que afecta a cualquiera de los padres

  • Estrés en la relación entre los padres

  • Falta de apoyo social o emocional a los padres por parte de parientes o amigos

  • Estrés laboral, de vivienda u otros tipos de estrés financiero en los padres

  • Estilo de crianza que no fomenta una relación positiva entre padre e hijo

Los primeros días de la paternidad/maternidad son estresantes para la mayoría de los padres debido a los horarios impredecibles de alimentación y sueño del bebé. La mayoría de los bebés no duermen toda la noche hasta los 3 o 4 meses de edad.

Unas malas relaciones entre el niño y sus progenitores pueden frenar el desarrollo de las habilidades mentales y sociales y causar retraso en el crecimiento.

Un médico o un miembro del personal de enfermería puede analizar el temperamento de un bebé en particular y ofrecer a los padres información sobre el desarrollo de los bebés y consejos útiles para hacer frente a la situación. Los padres pueden entonces desarrollar expectativas más realistas, aceptar sus sentimientos de culpa y el conflicto como algo normal, y tratar de reconstruir una relación sana. Si la relación no mejora, el niño puede continuar teniendo problemas después.

Las expectativas poco realistas contribuyen a la percepción de problemas de comportamiento. Por ejemplo, unos padres que esperan que un niño de 2 años de edad recoja sus juguetes sin ayuda pueden creer erróneamente que existe un problema de comportamiento. Los padres pueden malinterpretar otros comportamientos normales relacionados con un niño de 2 años de edad, como la negativa a obedecer la petición de un adulto o sus normas.

Un ciclo de autoperpetuación o un patrón de conducta circular es un ciclo en el que una respuesta negativa (enojada) de un padre o cuidador al comportamiento negativo (inapropiado) del niño conduce a un comportamiento negativo adicional por parte del niño, lo que lleva a respuestas negativas continuas de los padres o del cuidador. La atención que el niño recibe de los progenitores refuerza a menudo su comportamiento inapropiado.

En los ciclos de autoperpetuación, el niño responde al estrés y al malestar emocional con terquedad, retroalimentación, agresividad y resistencia en lugar de llorar. Los padres o cuidadores responden con regañinas, gritos y azotes en las nalgas. Los ciclos que se autoperpetúan también pueden ser consecuencia de una reacción parental de sobreprotección y exceso de permisividad ante un niño temeroso, excesivamente dependiente o manipulador.

El círculo que se autoperpetúa puede romperse si los padres aprenden a ignorar el comportamiento inadecuado que no afecta negativamente a terceros, como las rabietas o las negativas a comer. Redirigir la atención del niño hacia actividades interesantes permite la recompensa de un buen comportamiento, lo que hace que el niño y sus padres sientan que ha valido la pena. Para el comportamiento que no puede ser ignorado, se puede intentar la distracción o una técnica de tiempo muerto por apartamiento.

Los problemas de disciplina son conductas inapropiadas que se desarrollan cuando la estructura no es efectiva. La disciplina es algo más que un castigo. Se trata de proporcionar a los niños expectativas claras, estructuradas y apropiadas a su edad que les permiten saber lo que se espera de ellos. Es mucho más fácil y más satisfactorio tanto para los padres como para los niños recompensar un comportamiento deseable que castigar un comportamiento inapropiado.

En niños mayores y adolescentes pueden surgir problemas de comportamiento cuando los niños buscan su independencia, ponen a prueba las reglas de los progenitores e intentan evitar su supervisión. Los padres deben aprender a distinguir los problemas graves de comportamiento en adolescentes de los errores de juicio ocasionales. (Véase también Desarrollo psicosocial en adolescentes).

Tratamiento

  • Tratamiento de problemas médicos o psicológicos

  • Estrategias de modificación de comportamiento para los padres

El objetivo que persigue el tratamiento es cambiar el comportamiento indeseable logrando que el niño corrija su comportamiento. Este objetivo a menudo requiere cambios consistentes en las acciones de los padres, lo que a su vez resulta en mejores comportamientos por parte de los niños.

Los problemas de conducta deben ser abordados pronto porque los comportamientos son más difíciles de cambiar cuando ya están instalados. A veces, los padres sólo necesitan estar seguros de que el comportamiento particular es normal o escuchar algunas sugerencias simples. Una simple sugerencia es que los padres pasen por lo menos entre 15 y 20 minutos diarios realizando una actividad placentera con el niño o que presten atención a los comportamientos deseables ("para pescar al hijo siendo bueno"). También se alienta a los padres a pasar tiempo lejos del niño de forma regular para ayudar al niño a aprender a sentirse seguro y también independiente.

Algunas estrategias adicionales para la modificación de la conducta son las siguientes:

  • Identificar los factores desencadenantes del comportamiento inapropiado del niño y los factores (como la atención adicional) que pueden reforzarlo involuntariamente.

  • Definir claramente al niño cuáles son los comportamientos deseables y cuáles son los indeseables

  • Establecer normas y límites consistentes

  • Hacer un seguimiento de lo bien que se siguen las reglas y los límites

  • Proporcionar recompensas apropiadas para el éxito y consecuencias para la conducta inapropiada

  • Centrarse en el comportamiento en sí mismo y no equipararlo con el niño (por ejemplo, decir "ese comportamiento no fue aceptable" en lugar de decir "eres un niño malo").

  • Minimizar la ira cuando se aplican las normas.

  • Aumentar las interacciones positivas con el niño

Los expertos en salud infantil recomiendan formas sanas de disciplina, como el refuerzo positivo de los comportamientos apropiados, el establecimiento de límites, el encauzamiento y el establecimiento de expectativas futuras. Recomiendan que los padres no utilicen azotes, golpes, bofetadas, amenazas, insultos, humillaciones o avergonzamientos.

Si un problema de comportamiento no cambia en 3 o 4 meses, los médicos pueden recomendar una evaluación de la salud del comportamiento.

Técnica de tiempo muerto por apartamiento

Esta técnica disciplinaria es más efectiva cuando los niños son conscientes de que sus acciones son inadecuadas y cuando ven la ausencia de atención como un castigo. Generalmente, hasta la edad de 2 años los niños no comprenden que el hecho de no prestarles atención es un castigo que va unido a un comportamiento indeseable.

Un tiempo fuera consiste en que el niño pase unos minutos a solas en un lugar con pocas fuentes de estimulación o distracción (una esquina o habitación [que no sea el dormitorio del niño] que no sea oscura ni aterradora y no tenga televisión, dispositivos digitales ni juguetes). Cuando se utiliza esta técnica con un niño individual que se encuentra en un entorno grupal, como en una guardería o escuela, debe tenerse cuidado porque puede provocar una humillación dañina.

La técnica se aplica cuando un niño se porta mal de una manera que se sabe que puede terminar en un apartamiento del grupo. Normalmente, el niño debe recibir indicaciones verbales y recordatorios antes de utilizar la técnica del tiempo fuera:

  • Se explica brevemente al niño el comportamiento inadecuado y se le dice que se siente en el lugar de tiempo fuera o se le lleva allí si es necesario.

  • El niño debe permanecer en el lugar durante un minuto por cada año de edad (con un máximo de 5 minutos). El niño debe permanecer en el lugar del tiempo fuera voluntariamente, y no se deben usar métodos físicos para mantener al niño en su lugar (es decir, los niños no deben ser inmovilizados físicamente).

  • Un niño que se levanta del lugar antes del tiempo establecido debe regresar al lugar, y se reinicia el tiempo fuera. Se evita la conversación y el contacto visual.

  • Cuando llega el momento en que el niño debe levantarse, el cuidador le pregunta la razón que ha motivado el tiempo muerto sin ira ni crítica. Si el niño no recuerda la razón exacta, se le recuerda brevemente. No es necesario que el niño exprese remordimiento por la conducta inapropiada en tanto esté claro que comprende la razón del tiempo muerto.

Tan pronto como sea posible tras el tiempo de apartamiento, el cuidador debe hacer un esfuerzo para identificar un comportamiento adecuada y alabarlo por ello. El comportamiento apropiado puede ser más fácil de lograr si se reconduce al niño hacia una actividad nueva lejos de la escena de la conducta inapropiada.

A veces, el comportamiento inadecuado de un niño aumenta cuando el niño está en un tiempo de apartamiento. En tales casos, el cuidador debe reforzar la razón por la que se le había dado el tiempo fuera antes de explicar que quiere prestar atención al niño por su buen comportamiento en lugar de por su mal comportamiento y redirigir al niño a otra actividad más aceptable.

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el Manual no es responsable del contenido de este recurso.

  1. American Academy of Pediatrics: What’s the Best Way to Discipline My Child?

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