Los espasmos del llanto o del sollozo son episodios en los que el niño deja de respirar involuntariamente y pierde la consciencia durante un corto periodo, inmediatamente después de un episodio de miedo intenso, una fuerte alteración emocional o una experiencia dolorosa.
Los espasmos del llanto suelen estar desencadenados por episodios de dolor físico o acontecimientos perturbadores desde el punto de vista emocional.
Los síntomas típicos incluyen palidez, parada de la respiración, pérdida de la consciencia y convulsiones.
A pesar de la naturaleza dramática de los síntomas, los espasmos del llanto no son peligrosos.
Las rabietas, que por lo general forman parte de los espasmos del llanto, se pueden evitar distrayendo al niño y evitando las situaciones de las que se sabe que desencadenan los espasmos del llanto.
Estos espasmos se producen en un porcentaje inferior al 1% hasta alrededor del 5% de los niños sanos. Por lo general, comienzan en el primer año de vida, con un máximo a los 2 años. Desaparecen a la edad de 4 años en el 50% de los casos y alrededor de los 8 años en cerca del 83% de los casos. Un pequeño porcentaje de estos niños puede continuar teniendo espasmos en la edad adulta.
Los espasmos del llanto pueden presentarse en una de las dos formas:
Cianótica (azul)
Pálido
Tanto la forma cianótica como la pálida son involuntarias, lo que significa que los niños no contienen deliberadamente la respiración y no tienen control sobre los espasmos del llanto. Los espasmos involuntarios del llanto se distinguen fácilmente de los episodios breves y poco frecuentes de contención de forma voluntaria de la respiración que hacen algunos niños. Los niños que contienen la respiración voluntariamente no pierden la conciencia y vuelven a respirar normalmente una vez que consiguen lo que quieren o después de sentirse incómodos cuando no lo consiguen.
(Véase también Introducción a los problemas de comportamiento en niños.)
Espasmos cianóticos del llanto o del sollozo
La forma cianótica de espasmo del llanto es la más frecuente. Se inicia de manera inconsciente en niños pequeños, a menudo como parte de una rabieta o en respuesta a una regañina u otro suceso perturbador. El punto máximo de estos episodios es alrededor de los 2 años y son poco frecuentes después de los 5 años.
De modo característico, el niño llora con fuerza (sin ser necesariamente consciente de estar haciéndolo), respira intensamente y después interrumpe la respiración. Poco después, la piel comienza a volverse azul ("cianótica" significa "azul") y el niño pierde el conocimiento. Se presenta a veces una breve convulsión. Después de unos segundos, la respiración se reanuda, la piel recupera su color original y vuelve la consciencia. Cuando comienza la crisis es posible interrumpirla colocando un trapo frío sobre la cara del niño.
A pesar de la naturaleza aterradora de los episodios, los niños no sufren ningún efecto peligroso ni a largo plazo. Los padres deben tratar de evitar reforzar el comportamiento de iniciación. Asimismo, los padres no deben dejar de educar a sus hijos en la disciplina por miedo a provocar un episodio de espasmos del llanto. Distraer al niño y evitar las situaciones que probablemente conducen a las rabietas son buenas estrategias para evitarlos.
El médico puede recomendar complementos de hierro a un niño que sufre espasmos cianóticos, incluso cuando el niño no sufre anemia por carencia de hierro y tratamiento para la apnea obstructiva del sueño (si el niño la sufre).
Espasmos pálidos del llanto o del sollozo
La forma pálida sobreviene de forma característica tras una experiencia dolorosa, como caerse y golpearse la cabeza o asustarse por algo.
El cerebro envía una señal (a través del nervio vago) que retrasa considerablemente la frecuencia cardíaca, causando pérdida de la consciencia. Por lo tanto, en esta forma, la pérdida temporal de la consciencia y la interrupción temporal de la respiración son consecuencia de una respuesta nerviosa al sobresalto que conduce a la desaceleración del corazón.
Durante un espasmo del llanto pálido, el niño deja de respirar, rápidamente pierde la consciencia, palidece y se queda sin fuerzas. Se puede producir una convulsión y una pérdida del control de la vejiga (incontinencia urinaria). El corazón del niño suele latir muy lentamente durante un espasmo.
Después de la crisis, el corazón aumenta de nuevo su velocidad, la respiración se restablece y se recupera la consciencia sin ningún tratamiento.
Esta forma provoca síntomas similares a los de ciertos trastornos del corazón y del cerebro, por lo que los médicos pueden necesitar hacer una valoración diagnóstica para descartar estos trastornos si los espasmos del llanto se producen a menudo.