La bacteriemia se define como la presencia de bacterias en el torrente sanguíneo.
Puede ser consecuencia de actividades diarias (como un cepillado de dientes vigoroso), procedimientos dentales o médicos o infecciones (como la neumonía o la infección de las vías urinarias).
Las prótesis articulares, las prótesis de válvulas cardíacas o las anomalías en las válvulas del corazón aumentan el riesgo de que la bacteriemia sea persistente o cause problemas.
La bacteriemia no suele causar síntomas, pero en ocasiones las bacterias se acumulan en determinados tejidos u órganos y provocan infecciones graves.
En caso de alto riesgo de complicaciones por bacteriemia, se administran antibióticos antes de llevar a cabo ciertos procedimientos médicos y dentales.
(Véase también Bacteriemia oculta.)
Por lo general, la bacteriemia, sobre todo si ocurre durante actividades diarias habituales, no causa infecciones, ya que las bacterias están presentes en pequeñas cantidades y el sistema inmunitario las elimina del torrente sanguíneo con rapidez. Sin embargo, si las bacterias están presentes durante bastante tiempo y en cantidad suficiente, sobre todo en personas cuyo sistema inmunitario está debilitado, la bacteriemia puede provocar otras infecciones y, en algunos casos, desencadenar una respuesta generalizada (sistémica) grave conocida como sepsis.
Las bacterias que no son eliminadas por el sistema inmunitario se acumulan en diferentes lugares del organismo, donde causan infecciones, como por ejemplo en las siguientes zonas:
Los tejidos que recubren el encéfalo (meningitis)
La envoltura del corazón (pericarditis)
Las células que recubren las válvulas cardíacas (endocarditis)
Los huesos (osteomielitis)
Las articulaciones (artritis infecciosa)
En la bacteriemia, las bacterias tienden a alojarse y concentrarse en ciertas estructuras corporales, tales como válvulas cardíacas anómalas. Las bacterias tienden a acumularse en cualquier material artificial presente en el organismo, como los catéteres intravenosos, las prótesis articulares y las prótesis de válvulas cardíacas. Estas acumulaciones (colonias) de bacterias pueden permanecer adheridas a dichos materiales y ser liberadas de manera periódica al torrente circulatorio.
Causas de la bacteriemia
La bacteriemia puede ocurrir durante
Ciertas actividades ordinarias
Procedimientos dentales o médicos
Ciertas infecciones bacterianas
Inyección de drogas o sustancias ilícitas
A veces las actividades diarias causan bacteriemia en personas sanas. Por ejemplo, un cepillado de dientes enérgico puede causar bacteriemia, porque las bacterias que se encuentran en las encías, alrededor de los dientes, son liberadas al torrente sanguíneo. Las bacterias también pueden llegar a la sangre desde el intestino durante la digestión. La bacteriemia relacionada con las actividades diarias rara vez produce infecciones.
Los procedimientos médicos o dentales también pueden causar bacteriemia. Durante los procedimientos dentales (como la limpieza dental realizada por un higienista dental), las bacterias que se encuentran en las encías pueden ser liberadas al torrente sanguíneo. También puede ocurrir cuando se insertan catéteres en la vejiga, o se introducen tubos en el aparato digestivo o en las vías urinarias. Las bacterias pueden estar presentes en el área de inserción del catéter o el tubo (como la vejiga o el intestino). A pesar de utilizarse métodos de esterilización, estos procedimientos liberan las bacterias al torrente sanguíneo. Como consecuencia del tratamiento quirúrgico realizado en heridas infectadas, abscesos (acumulaciones de pus) y úlceras de decúbito pueden desprenderse bacterias de la zona infectada, causando bacteriemia.
En algunas infecciones bacterianas, como la neumonía y los abscesos de la piel, se liberan de manera periódica bacterias que entran en el torrente sanguíneo, causando bacteriemia. Muchas infecciones bacterianas de la infancia también provocan bacteriemia.
Inyectarse drogas ilícitas es una causa frecuente de bacteriemia, ya que las jeringuillas utilizadas suelen estar contaminadas con bacterias, y quienes se las inyectan pueden no limpiar adecuadamente su piel.
Síntomas de la bacteriemia
Por lo general, la bacteriemia que se deriva de procedimientos diarios habituales, como los dentales, es temporal y no provoca síntomas. La que es debida a otras situaciones puede provocar fiebre. Si la persona con bacteriemia presenta fiebre, taquicardia, escalofríos, presión arterial baja, síntomas gastrointestinales (tales como dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarrea), o respiración rápida y/o confusión, es probable que tenga sepsis o choque séptico.
Diagnóstico de la bacteriemia
Cultivo de una muestra de sangre
Si se sospecha bacteriemia, sepsis o choque séptico los médicos toman una muestra de sangre para intentar cultivar la bacteria en el laboratorio e identificarla. Si es necesario, los médicos pueden tratar de cultivar bacterias de otras muestras (por ejemplo, de orina o de esputo).
Tratamiento de la bacteriemia
Antibióticos
En caso de producirse infección o sepsis, se tratan con antibióticos.
El médico elimina fuentes de bacterias (tales como catéteres).
Prevención de la bacteriemia
A quienes se encuentren en situación de riesgo de presentar complicaciones por una bacteriemia (como personas con una válvula cardíaca artificial, con prótesis articulares o ciertas anomalías de las válvulas del corazón) se les suelen administrar antibióticos antes de ciertos procedimientos que pueden causar bacteriemia:
Tratamientos dentales
Tratamiento quirúrgico de heridas infectadas
Los antibióticos ayudan a prevenir la bacteriemia y, por lo tanto, contribuyen a evitar la aparición de infecciones y la sepsis (véase tabla Ejemplos de procedimientos que requieren la administración preventiva de antibióticos en Estados Unidos).