Cualquier fármaco tiene el potencial de actuar tanto de forma beneficiosa como perjudicial (reacción farmacológica adversa). Antes de prescribir un fármaco, el médico debe sopesar los posibles daños frente a los beneficios esperados. El uso de un fármaco no está justificado a menos que los beneficios esperados superen los posibles daños. El médico también debe considerar las consecuencias que puede conllevar la supresión del fármaco. Sin embargo, los beneficios y los daños no pueden determinarse con precisión matemática.
Cuando se analizan los efectos positivos y negativos de un fármaco, el médico considera la gravedad del trastorno que va a tratarse y el efecto que tendrá sobre la calidad de vida de la persona afectada. Por ejemplo, solo se aceptará un riesgo muy bajo de reacciones adversas para los fármacos en el caso de trastornos relativamente menores, como pueden ser la tos y los resfriados, las contracturas musculares o las cefaleas ocasionales. Los fármacos de venta libre suelen ser eficaces y bien tolerados para el tratamiento de estos síntomas. Cuando se utilizan de acuerdo con las indicaciones para tratar trastornos banales, los fármacos de venta libre tienen un amplio margen de seguridad (la diferencia entre la dosis habitual efectiva y la dosis capaz de provocar reacciones adversas graves). Por el contrario, cuando se trata de enfermedades graves o potencialmente mortales (como puede ser un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular, un cáncer o el rechazo de un órgano trasplantado) se tiene que asumir un mayor riesgo de aparición de reacciones adversas graves.
Las personas pueden tener diferentes perspectivas sobre la calidad de vida y los riesgos que están dispuestas a asumir. Por ejemplo, algunas personas están más dispuestas que otras a aceptar los efectos adversos de cierta quimioterapia para el cáncer a cambio de una pequeña posibilidad de prolongar la vida. Las personas también difieren en cuanto a la magnitud del riesgo que están dispuestas a aceptar. Por ejemplo, una probabilidad de 1 sobre 50 de sangrado grave a causa un medicamento puede ser inaceptable para algunas personas pero puede parecer razonable para otras.
(Véase también Decisiones de tratamiento médico.)