Adherencia al tratamiento farmacológico

PorShalini S. Lynch, PharmD, University of California San Francisco School of Pharmacy
Revisado/Modificado jul 2022 | Modificado sept 2022
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La adherencia al tratamiento es el grado en el cual una persona sigue las prescripciones farmacológicas según lo indicado.

    (Véase también Introducción a la respuesta a los fármacos).

    La adherencia al tratamiento (cumplimiento) es muy importante. Sin embargo, solo la mitad de las personas que salen de la consulta del médico con una prescripción tomarán el fármaco según las indicaciones recibidas. Entre las muchas razones para incumplir el tratamiento farmacológico, el olvido es la más habitual. Entonces, la pregunta clave es: ¿por qué se olvida el tratamiento? En ocasiones, el motivo es simplemente un mecanismo psicológico de rechazo. Estar enfermo es una causa de preocupación y tener que tomar un fármaco es un recuerdo constante de la enfermedad. O bien, la persona puede sentirse preocupada por alguna cuestión relacionada con el tratamiento, como los posibles efectos secundarios, lo que da lugar al abandono del plan terapéutico.

    Razones para no seguir el tratamiento farmacológico

    • Olvidarse de tomar el fármaco

    • No entender o malinterpretar las instrucciones

    • Experimentar efectos secundarios (el tratamiento puede ser percibido como peor que la enfermedad)

    • Considerar que el fármaco tiene un sabor u olor desagradable

    • Someterse a restricciones que se consideran un inconveniente mientras se toma el medicamento (por ejemplo, tener que evitar la luz solar, el alcohol o los productos lácteos)

    • Tener que tomar el medicamento con mucha frecuencia o seguir instrucciones complicadas

    • Negar la enfermedad (reprimir el diagnóstico o su significado)

    • Creer que el medicamento no puede ayudar o no es necesario

    • Creer erróneamente que el trastorno se ha tratado lo suficiente (por ejemplo, pensar que una infección ha desaparecido solo porque ya no hay fiebre)

    • Temor a la dependencia del fármaco

    • Preocupación por el coste

    • No importar (por apatía) la mejoría de la enfermedad

    • Encontrar obstáculos (por ejemplo, tener dificultad para tragar las pastillas o cápsulas, problemas para abrir los botes o no poder obtener el fármaco)

    • Desconfiar del médico o profesional de la salud

    Consecuencias de la falta de adherencia terapéutica

    Es evidente que si una persona no sigue el tratamiento los síntomas no se aliviarán o el trastorno no se curará. Sin embargo, la no adherencia puede tener otras consecuencias graves o costosas. Se estima que no seguir un tratamiento puede causar 125 000 muertes por enfermedades cardiovasculares (como ataque al corazón y accidente cerebrovascular) cada año. Además, si las personas tomaran la medicación según las indicaciones recibidas, se evitarían 23% ingresos en centros médicos y 10% hospitalarios, numerosas consultas médicas y pruebas diagnósticas, además de tratamientos innecesarios.

    La no adherencia al tratamiento no solo aumenta el coste de la atención médica, sino que también puede empeorar la calidad de vida. Por ejemplo, dejar de tomar dosis de un fármaco puede dar lugar a lesiones del nervio óptico y ceguera en las personas con glaucoma, y en las que tienen una cardiopatía puede dar lugar a arritmias y paro cardíaco, o en caso de hipertensión puede desencadenar un accidente cerebrovascular. El hecho de no tomar todas las dosis prescritas de un antibiótico puede ocasionar una reactivación de la infección y contribuir a la aparición de bacterias resistentes al fármaco.

    Adherencia terapéutica en los niños

    Los niños presentan una menor disposición que los adultos a tomar fármacos de acuerdo con las indicaciones. Un estudio realizado en niños con infecciones estreptocócicas a los que se prescribió un tratamiento con penicilina durante 10 días mostró que el 56% dejó de tomar el fármaco al tercer día, el 71% lo abandonó al sexto y el 82% lo dejó al noveno. En los niños con enfermedades crónicas, como diabetes mellitus tipo 1 o asma, el cumplimiento terapéutico resulta difícil de lograr porque el tratamiento es complejo y de larga duración. No suele ser fácil conseguir que los niños tomen fármacos que tienen mal sabor, que impresionan o asustan (como las gotas para los ojos o los que requieren el uso de mascarilla), o que se administran mediante inyección.

    A veces ocurre que los padres no entienden las instrucciones del médico. Además, los padres (y las personas afectadas), como término medio, un 15 minutos después de la consulta con el médico han olvidado más o menos la mitad de la información que este les ha dado. Recuerdan mejor el primer tercio de la conversación y tienen más presente el diagnóstico que los detalles del tratamiento. Esta es la razón por la cual los médicos intentan establecer un plan terapéutico sencillo y a menudo dan sus instrucciones por escrito.

    Adherencia terapéutica en las personas mayores

    Aunque es probable que la vejez por sí misma no afecte al cumplimiento terapéutico, este se ve influido por varios factores que son frecuentes en las personas mayores, como el deterioro físico o mental, la utilización de varios fármacos y el riesgo aumentado de interacciones farmacológicas y de efectos secundarios. El hecho de tomar varios medicamentos de forma simultánea hace más difícil recordar cuándo se debe tomar cada uno y aumenta el riesgo de interacciones adversas entre fármacos, en particular cuando también se toman algunos de venta libre. Para mejorar el cumplimiento y reducir el riesgo de interacciones, el médico puede simplificar el régimen farmacológico usando un fármaco que cumpla dos propósitos, o bien reduciendo el número de veces que debe tomarse el medicamento.

    Debido a que las personas mayores son, por lo general, más sensibles a los fármacos que la gente joven, es mucho más probable que tengan reacciones adversas y que necesiten una dosis menor de ciertos fármacos (véase Fármacos y envejecimiento).

    Cómo mejorar la adherencia terapéutica

    Las personas cumplirán mejor el tratamiento si tienen una buena relación con su médico y su farmacéutico. Esto implica una buena comunicación en ambos sentidos de la relación.

    La comunicación puede comenzar con un intercambio de información. Los médicos, mediante la formulación de preguntas, pueden ayudar a los afectados a aceptar la gravedad de su enfermedad, evaluar de forma razonada las ventajas e inconvenientes del tratamiento propuesto y comprender correctamente cuál es su situación. El hecho de hablar de sus preocupaciones hace que las personas comprendan que la negación de su enfermedad y que las ideas equivocadas sobre su tratamiento pueden hacer que olvide tomar los fármacos según las indicaciones, y por lo tanto que aparezcan efectos no deseados. Los médicos y los farmacéuticos animan a cumplir el tratamiento dando explicaciones claras sobre cómo deben tomarse los fármacos, por qué son necesarios y cuáles son las expectativas del tratamiento. Si las personas conocen las expectativas de un fármaco, sus efectos positivos y negativos más probables, tanto ellas como los profesionales de la salud implicados estarán en mejores condiciones para juzgar sus efectos positivos y valorar si se están desarrollando problemas que podrían ser graves. Las instrucciones por escrito contribuyen a evitar los errores causados por un mal recuerdo de las indicaciones del médico y del farmacéutico.

    Es muy importante una buena comunicación, sobre todo cuando se está siendo atendido por más de un médico, dado que esto garantiza que todos ellos tengan conocimiento de los fármacos que han prescrito otros profesionales, y de esta forma podrá establecerse un plan terapéutico integrado. Este plan ayudará a reducir el número de reacciones adversas y de interacciones de fármacos, y lo más probable es que tenga como resultado un régimen farmacológico más sencillo.

    La participación de la persona afectada en las decisiones sobre su plan de tratamiento hace que esté mucho más predispuesta a seguirlo correctamente. El hecho de implicarse hace que la gente se sienta responsable del plan terapéutico, y por tanto hay más probabilidades de que lo sigan. Asumir la responsabilidad incluye facilitar el control de los efectos beneficiosos y perjudiciales del tratamiento, y comentarlos al menos con un profesional de la salud, sea el médico, el farmacéutico o la enfermera. Incluso si el médico, el farmacéutico u otro profesional de la salud no lo solicitan, las personas afectadas deben informar sobre los efectos no deseados o inesperados en lugar de ajustar la dosis de un medicamento o suspender el tratamiento por su cuenta. Cuando una persona tiene buenas razones para no seguir un plan terapéutico, debe comunicárselo al médico u otro profesional de la salud para que realice un ajuste adecuado si lo considera oportuno. Es aconsejable preparar una lista actualizada de los medicamentos que se están tomando con el fin de mostrarla al médico o a los profesionales de la salud cuando se acude a la consulta.

    El hecho de creer que su profesional de la salud se preocupa también hace que las personas tengan más probabilidades de adherirse al plan de tratamiento. Quienes reciben explicaciones de un profesional interesado en sus problemas tienen más probabilidades de estar satisfechos con la asistencia que reciben y valorarán más al profesional. Cuanto más aprecien al profesional, mayores serán las probabilidades de cumplir el tratamiento.

    También puede resultar de utilidad adquirir todos los fármacos en una misma farmacia, puesto que, con algunas diferencias en la práctica farmacéutica según los distintos países, los farmacéuticos conservan registros informatizados de los fármacos que una persona está tomando y pueden controlar las posibles duplicaciones e interacciones farmacológicas o al menos el hecho de acudir siempre a un mismo establecimiento facilita el conocimiento del paciente y de sus necesidades por el profesional que le dispensa los fármacos. Las personas que toman fármacos prescritos por un médico deben informar a su farmacéutico sobre qué fármacos sin receta médica y qué complementos dietéticos (como hierbas medicinales) están tomando. Además, pueden preguntar al farmacéutico sobre qué deben esperar de un fármaco, cómo tomarlo correctamente y con qué otros fármacos presenta interacciones.

    Los grupos de apoyo son importantes para las personas con trastornos específicos. Estos grupos suelen reforzar el seguimiento del plan terapéutico y proporcionar sugerencias para afrontar los problemas. Los nombres y los números de teléfono de estas agrupaciones pueden obtenerse en los hospitales locales y en los organismos sociales o en Internet.

    Los sistemas de ayuda para la memoria son útiles para que la gente se acuerde de tomar sus fármacos. Por ejemplo, pueden colocarse notas en distintas zonas de la casa, o asociar la toma de un fármaco con una tarea diaria específica, como lavarse los dientes. También puede utilizarse un reloj de pulsera con alarma como recordatorio. Un profesional de la salud o el propio paciente pueden marcar la dosis del fármaco y la hora del día para tomarlo, y el propio paciente puede marcarlo en un calendario. Una vez tomado el fármaco, debe revisarse el espacio correspondiente a la toma y anotarlo.

    El personal farmacéutico puede proporcionar envases que ayudan a las personas a tomar los fármacos según las instrucciones. Las dosis diarias para el tratamiento de un mes pueden colocarse en un envase plastificado donde estén marcados los días del calendario, y así las personas controlarán las dosis tomadas fijándose en los espacios vacíos. Otra opción consiste en colocar tapones o etiquetas del mismo color del comprimido o de la cápsula sobre cada envase para facilitar que la persona relacione el fármaco con las instrucciones del envase correspondiente. También pueden utilizarse organizadores de fármacos que disponen de múltiples compartimentos, para cada día de la semana y/o para diferentes momentos del día (véase Errores de drogas). La persona o su cuidador llenará los compartimentos con regularidad, por ejemplo al comienzo de cada semana. De esta forma, solo con mirar el organizador se comprueba si se han tomado los comprimidos.

    Existen envases que disponen de una tapa informatizada que suena o produce un destello a la hora de tomar la dosis correspondiente, y puede llevar un registro del número de veces que se ha abierto el envase en un día, así como cuántas horas han pasado desde que se abrió por última vez. Una alternativa que empieza a desarrollarse en algunos países es un servicio de localización mediante un buscapersonas que proporcionan las empresas de telecomunicación en régimen de suscripción.

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