Los antecedentes y el examen físico a menudo sugieren una causa de potenciales trastornos hepáticos y reducen las enfermedades hepáticas y biliares que deben evaluarse.
Anamnesis
Pueden desarrollarse varios síntomas, pero pocos de ellos son específicos de una hepatopatía:
Los síntomas inespecíficos más frecuentes son cansancio, anorexia, náuseas y, en ocasiones, vómitos, en particular en las enfermedades graves.
En presencia de colestasis, pueden formarse heces adiposas desligadas (esteatorrea) ya que se impide la llegada de una cantidad suficiente de bilis al intestino. Los pacientes con esteatorrea presentan un riesgo elevado de desarrollar deficiencias de vitaminas liposolubles (A, D, E, K). Las consecuencias clínicas habituales pueden abarcar osteoporosis y hemorragia.
En la hepatitis viral o en la alcohólica, puede desarrollarse fiebre.
La ictericia, que se desarrolla tanto en la disfunción hepatocelular como en las enfermedades colestásicas, es el síntoma más específico. A menudo viene acompañada de orina oscura y heces de color claro.
El dolor en el cuadrante superior derecho generado por las hepatopatías suele ser el resultado de distensión (p. ej., por una congestión venosa pasiva o un tumor) o de la inflamación de la cápsula hepática.
Se desarrolla disfunción eréctil y feminización, generalmente debido a desequilibrios en la relación normal entre el estrógeno y la testosterona, con más estrógeno presente de lo que es típico.
(Véase también Estructura y función del hígado).
Los antecedentes familiares, sociales y de abuso de sustancias ilegales y fármacos deben considerarse factores de riesgo para el desarrollo de hepatopatías (véase tabla Factores de riesgo para el desarrollo de hepatopatías).
Examen físico
Las alteraciones detectables durante la exploración física no se desarrollan hasta un período avanzado de la enfermedad hepática. Algunos hallazgos sugieren la causa (véase tabla Interpretación de algunos hallazgos de la exploración física).
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Estudios complementarios
Las pruebas para los trastornos hepáticos y biliares, como análisis de sangre, estudios de diagnóstico por imágenes, y a veces biopsia hepática, desempeñan un papel importante en el diagnóstico de los trastornos del hígado. Las pruebas individuales, en particular las que evalúan la bioquímica y la excreción hepática, muchas veces tienen sensibilidad y especificidad limitadas. Una combinación de pruebas suele definir mejor la causa y la gravedad de la enfermedad.