La evaluación médica del conductor anciano incluye una revisión de las enfermedades y los fármacos que pueden afectar la capacidad de conducir. Tales enfermedades pueden ser enfermedades crónicas que deterioran importantes capacidades funcionales necesarias para los conductores (p. ej., degeneración macular que disminuye la visión), o los eventos agudos que alteran la consciencia (p. ej., convulsiones, síncope).
Los médicos deben consultar las guías nacionales y los recursos relacionados con la evaluación y el manejo de los conductores mayores (véase Más información y también Generalidades sobre el conductor mayor.)
Medicamentos terapéuticos y conducción
Es probable que los adultos mayores tengan múltiples comorbilidades y puedan estar tomando varios fármacos. Un número significativo de fármacos, típicamente aquellos que afectan el sistema nervioso central (p. ej., que causan confusión, sedación) pueden afectar la conducción. Muchos han demostrado afectar el rendimiento de la conducción durante las pruebas en carretera o en simuladores de conducción y se han asociado con un aumento en el riesgo de desarrollar accidentes automovilísticos. A pesar de estos riesgos, muchos de estos fármacos no deben suspenderse en forma abrupta, sino que deben ser disminuidos en forma gradual. Es importante recibir una retroalimentación por parte del médico o del farmacéutico que lo prescribe antes de suspenderlos.
Algunos fármacos que se ha demostrado que aumentan el riesgo al conducir son los siguientes
Antihistamínicos, benzodiazepinas, opiáceos, anticolinérgicos, hipnóticos, antihipertensivos y antidepresivos tricíclicos, que pueden causar somnolencia, hipotensión arterial o arritmias
Agonistas dopaminérgicos antiparkinsonianos (p. ej., pramipexol, ropinirol), que en ocasiones puedenestos fármacos causan ataques agudos de sueño, que exponen a un riesgo muy elevado de accidentes de tránsito.
Antieméticos (p. ej., proclorperazina) y relajantes musculares (p. ej., ciclobenzaprina): estos fármacos pueden afectar la percepción sensorial.
Medicamentos anticonvulsivos, que pueden causar sedación (puede ser necesario considerar alternativas)
Cuando un paciente recibe un fármaco nuevo que puede afectar la función visual, física o cognitiva, no debe conducir durante algunos días (según el tiempo requerido para alcanzar el estado estable) para asegurar que no experimenta efectos adversos. Cuando se debe utilizar un medicamento de una clase de fármacos con el potencial de aumentar el riesgo al conducir, el paciente debe recibir un medicamento de esa clase que sea menos probable que cause deterioro y con la dosis efectiva más baja posible.
Caídas y conducción
Las caídas y los accidentes automovilísticos comparten factores causales (p. ej., compromiso de la visión, fuerza muscular, función cognitiva). El antecedente de una caída aumenta el riesgo de sufrir un accidente automovilístico en los adultos mayores y requiere una evaluación adicional de factores intrínsecos que pueden afectar la movilidad y la conducción (p. ej., destrezas visuales, cognitivas y motoras).
Trastornos cardíacos y conducción
La presencia de un trastorno cardíaco puede aumentar el riesgo al conducir, en particular trastornos que pueden afectar la consciencia o causar síncope (p. ej., arritmias). Los pacientes sometidos a procedimientos cardíacos (p. ej., colocación de endoprótesis coronarias o procedimientos de revascularización miocárdica, colocación de desfibrilador interno/marcapasos) o ciertos eventos agudos (p. ej., angina inestable, infarto de miocardio) deben abstenerse de conducir durante un breve período durante la recuperación; la duración de este período depende del procedimiento y el estado clínico del paciente. Los trastornos cardíacos pueden causar deterioro cognitivo crónico o deterioro agudo de la consciencia (p. ej., mareos, síncope, somnolencia).
Los pacientes con insuficiencia cardíaca grave (p. ej., insuficiencia cardíaca de clase IV, disnea en reposo o durante la conducción) no deben conducir hasta que puedan evaluarse mediante una prueba práctica mientras manejan y la aprobación de sus médicos.
Trastornos neurológicos y conducción
Las enfermedades neurológicas también aumentan el riesgo durante la conducción. Estas incluyen:
Accidente cerebrovascular o ataque isquémico transitorio: los conductores que sufrieron un solo ataque isquémico transitorio deben esperar 1 mes para volver a conducir, mientras que los que experimentaron varios de estos ataques o un accidente cerebrovascular reciente deben esperar al menos 3 a 6 meses para volver a conducir y recibir la autorización de su neurólogo o de un médico de atención primaria. Debe realizarse un examen físico para determinar el grado de discapacidad residual tras el accidente cerebrovascular, que puede afectar la capacidad de conducir. Considere derivar a las personas con deficiencias visuales, motoras o cognitivas persistentes a una clínica para la evaluación de la conducción a cargo de un terapeuta ocupacional.
Convulsiones: las regulaciones para los conductores con convulsiones son específicas para cada estado, pero la mayoría de los estados requieren un intervalo libre de convulsiones (en general de 6 meses) para recuperar el derecho de conducir. Los medicamentos anticonvulsivos pueden controlar adecuadamente las convulsiones en aproximadamente el 70% de los pacientes, aunque pueden ocurrir recidivas cuando se suspenden estos medicamentos o durante períodos de incumplimiento. Debe buscarse información estatal específica sobre la elegibilidad de la licencia de conducir para las personas que tienen convulsiones (véase las State Driving Laws Database de la Epilepsy's Foundation) junto con el asesoramiento de un neurólogo.
Enfermedad de Alzheimer o otros trastornos demenciales progresivos pueden finalmente afectar todas las capacidades funcionales, incluyendo las requeridas para la conducción. Puede ser útil monitorizar a los pacientes en busca de nuevos errores de conducción que podrían atribuirse a cambios cognitivos o identificar alteraciones significativas en pruebas psicométricas. En estos casos se puede derivar a una evaluación en carretera y/o posiblemente cese de conducción. La American Academy of Neurology tiene parámetros de práctica para evaluar la conducción y la demencia (1). Varios estados estadounidenses requieren que los médicos informen el deterioro cognitivo significativo al Departamento de Vehículos Automotores del estado (2).
Muchas enfermedades neurológicas (p. ej., enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple) causan discapacidad y deben controlarse mediante evaluaciones funcionales y, cuando sea apropiado, con una evaluación de conducción práctica.
Diabetes mellitus y conducción
La diabetes mellitus plantea un riesgo porque los pacientes pueden presentar hipoglucemia mientras conducen; sin embargo, no se ha demostrado que la diabetes bien controlada aumente el riesgo de accidente de vehículo a motor (3). Los pacientes que han sufrido un episodio reciente de hipoglucemia con disminución de la conciencia no deben conducir durante 3 meses o hasta que los factores que contribuyen al episodio (p. ej. dieta, actividad, tiempo y dosis de insulina o medicación antihiperglucémica) hayan sido evaluados y controlados. Los cambios sensitivos en las extremidades secundarios a neuropatía, retinopatía, o ambos asociados con diabetes también pueden afectar la capacidad de conducción.
La hiperglucemia grave se asocia con deterioro cognitivo, y los pacientes no deben conducir hasta que la glucemia y los síntomas estén mejor controlados.
Trastornos del sueño y conducción
Los trastornos del sueño, sobre todo el síndrome de apnea obstructiva durante el sueño, pueden causar somnolencia, que a su vez puede ocasionar accidentes, por lo cual los pacientes no deben conducir hasta la administración de un tratamiento adecuado.
Se ha demostrado que el uso de dispositivos de presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) mejora el rendimiento en un simulador de conducción y reduce los accidentes automovilísticos (4).
Referencias
1. Iverson DJ, Gronseth GS, Reger MA, et al. Practice parameter: Evaluation and management of driving and dementia: Report of the Quality Standards Subcommittee of the American Academy of Neurology. Neurology. 2010;74(16):1316–1324. doi:10.1212/WNL.0b013e3181da3b0f
2. Tran EM, Lee JE. Reporting Requirements, Confidentiality, and Legal Immunity for Physicians Who Report Medically Impaired Drivers. JAMA Netw Open. 2024;7(1):e2350495. Publicado el 2 de enero de 2024. doi:10.1001/jamanetworkopen.2023.50495
3. Dow J, Boucher L, Carr D, et al. Does diabetes affect the risk of involvement in a motor vehicle crash? J Transport Health. 2022;27(101509). ISSN 2214-1405. doi:10.1016/j.jth.2022.101509
4. Orth M, Duchna HW, Leidag M, et al. Driving simulator and neuropsychological [corrected] testing in OSAS before and under CPAP therapy [published correction appears in Eur Respir J. 2006 Jan;27(1):242]. Eur Respir J. 2005;26(5):898-903. doi:10.1183/09031936.05.00054704
Más información
Los siguientes recursos en inglés pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de estos recursos.
National Highway Traffic Safety Administration: Clinician's Guide to Assessing and Counseling Older Drivers, 4th edition
Austroads: Assessing Fitness to Drive: An Australian resource providing medical standards for driver licensing
Epilepsy Foundation: State Driving Laws Database: A United States resource providing information for drivers with epilepsy