Herpes zóster (culebrilla)

(Herpes Zóster)

PorKenneth M. Kaye, MD, Harvard Medical School
Revisado/Modificado dic 2023
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Datos clave

La culebrilla (herpes zóster) es una erupción cutánea dolorosa causada por una infección vírica consecuencia de la reactivación del virus varicela-zóster, el virus que causa la varicela.

  • Suele desconocerse la causa por la que el virus se reactiva, pero a veces la reactivación se produce cuando un trastorno o la administración de medicamentos debilitan el sistema inmunitario.

  • El herpes zóster provoca una erupción dolorosa de ampollas llenas de líquido, y a veces da lugar a dolor crónico en la zona afectada.

  • Los médicos diagnostican herpes zóster cuando las ampollas características aparecen en una franja de piel.

  • Los medicamentos antivirales, si se inician antes de la aparición de las ampollas, ayudan a aliviar los síntomas y contribuyen a resolverlos antes, pero con frecuencia se necesitan calmantes para el dolor, incluso opiáceos.

  • Para personas de 50 años o más, la vacuna contra el herpes zóster ayuda a prevenir el herpes zóster.

La varicela y el herpes zóster están causados por el virus varicela-zóster

  • La varicela es la infección inicial.

  • El herpes zóster es una reactivación del virus, por lo general años después.

El virus de la varicela-zóster es un miembro de la familia de los herpesvirus (herpesvirus tipo 3). Por tanto, la culebrilla se denomina a veces herpes zóster.

Durante la varicela, el virus infecta las células nerviosas (ganglios nerviosos) de los nervios espinales o craneales. En los ganglios, el virus permanece en un estado inactivo (latente) y puede no volver a causar síntomas o bien reactivarse muchos años después. Cuando se reactiva, el virus viaja por las fibras nerviosas hasta la piel, donde produce úlceras dolorosas parecidas a las de la varicela. El brote de herpes zóster casi siempre aparece en una franja de piel situada encima de las fibras nerviosas infectadas, y solo en un lado del cuerpo. Esta franja de piel, el área inervada por las fibras nerviosas de una única región nerviosa espinal, se denomina dermatoma. También pueden aparecer úlceras en los dermatomas situados junto al dermatoma afectado.

A diferencia de las infecciones por el virus del herpes simplex, que pueden repetirse muchas veces, normalmente aparece un único brote de herpes zóster a lo largo de la vida de una persona. Algo menos del 6% de las personas tienen más de un brote.

¿Sabías que...?

  • Algo menos del 6% de las personas tienen más de un brote de culebrilla (herpes).

El herpes zóster puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente después de los 50 años. La probabilidad de desarrollar herpes zóster (culebrilla) aumenta con la edad.

Habitualmente se desconocen las causas de su reactivación; sin embargo, suele producirse cuando el sistema inmunitario del organismo se debilita por otra afección, como el sida o el linfoma de Hodgkin, o bien a causa de medicaciones que inhiben el sistema inmunitario (por ejemplo para prevenir el rechazo de un órgano trasplantado). La aparición de herpes zóster no significa necesariamente que la persona tenga otra enfermedad grave.

Síntomas y complicaciones de la culebrilla

Durante los 2 o 3 días previos a la aparición del herpes zóster, la mayoría de las personas sufren dolor, sensación de hormigueo o prurito en una franja de piel (un dermatoma) en un lado del cuerpo. En la franja de piel se desarrollan posteriormente racimos de pequeñas ampollas llenas de líquido rodeadas por una pequeña área roja. Habitualmente, las ampollas solo aparecen en la zona de piel inervada por las fibras del nervio infectado. Muy a menudo las ampollas aparecen en el tronco, por lo general en un solo lado. Pero algunas también pueden aparecer en cualquier otro lugar del cuerpo. Por lo general, las ampollas siguen formándose durante los 3 a 5 días siguientes. El área afectada suele ser sensible a cualquier estímulo, incluso a un ligero roce, y puede ser muy dolorosa.

Los síntomas del herpes zóster son menos graves en los niños que en los adultos.

Las ampollas comienzan a secarse y a formar costras aproximadamente 5 días después de su aparición. Hasta que se forma la costra, las ampollas son contagiosas y contienen el virus varicela-zóster, que si se transmite a personas susceptibles puede causarles varicela. La presencia de muchas ampollas fuera del dermatoma afectado o el hecho de tener ampollas que persisten durante más de 2 semanas indica que el sistema inmunitario no funciona con normalidad.

Con muy poca frecuencia, la piel afectada se infecta por bacterias. Rascarse las ampollas aumenta este riesgo. Las infecciones bacterianas aumentan el riesgo de cicatrices.

Si la culebrilla afecta el nervio que conduce al ojo, este puede infectarse. La infección ocular es más común cuando se producen úlceras en la frente, cerca del ojo y especialmente en la punta de la nariz. Esta infección (llamada herpes zóster oftálmico) puede ser grave. Incluso con tratamiento, la visión puede verse afectada.

El nervio que va hacia el oído también puede resultar afectado. Esta infección (denominada herpes zóster ótico o síndrome de Ramsay Hunt) puede causar ampollas en el conducto auditivo, dolor, parálisis parcial del rostro, pérdida de audición, zumbido en los oídos (acúfenos, tinnitus) y, algunas veces, vértigo.

En la piel pueden quedar cicatrices o hiperpigmentación, aunque la mayoría de las personas se recuperan sin sufrir consecuencias a largo plazo. Algunas personas, en especial las de edad avanzada, continúan teniendo dolor crónico en la zona afectada (neuralgia posherpética).

La neuralgia posherpética se desarrolla en aproximadamente el 10% de las personas que han tenido herpes. Es más frecuente en las personas mayores. En la neuralgia posherpética, las personas que han sufrido culebrilla continúan teniendo dolor mucho después de que la erupción haya desaparecido. El dolor ocurre en áreas de la piel inervadas por nervios infectados con herpes zóster. La neuralgia postherpética puede ser muy grave e incluso incapacitante.

Diagnóstico del herpes zóster

  • Evaluación médica

  • Raramente, análisis o biopsia de una muestra tomada de las ampollas

Las personas que sospechen que pueden tener un herpes zóster deben acudir al médico de inmediato porque, para ser eficaz, el tratamiento debe iniciarse de forma precoz. Los médicos les pedirán que describan con precisión la ubicación del dolor; el dolor en una franja poco delimitada en un lado del cuerpo sugiere un herpes zóster. Si las ampollas características aparecen siguiendo el patrón propio de la enfermedad (en una franja de piel que representa un dermatoma), el diagnóstico es claro.

En raras ocasiones, los médicos toman una muestra de las ampollas para analizarlas o realizan una biopsia de piel para confirmar el diagnóstico.

Tratamiento de la culebrilla

  • Medicamentos antivíricos

  • Analgésicos

Los tratamientos del herpes zóster incluyen varios medicamentos antivíricos (antivirales). A menudo se administran antivíricos como famciclovir o valaciclovir por vía oral, especialmente a los adultos mayores y a las personas con un sistema inmunitario debilitado (véase la tabla Algunos fármacos antivíricos para infecciones por virus del herpes). Se recomienda aciclovir por vía intravenosa para las personas que están gravemente inmunocomprometidas. Estos fármacos se toman por vía oral.

El tratamiento con fármacos debe iniciarse tan pronto como se sospeche el herpes zóster, si es posible antes de que se formen las ampollas. Es probable que los antivíricos no sean eficaces si se inician más de 3 días después de la aparición de las ampollas. Estos fármacos no curan la enfermedad, pero pueden ayudar a aliviar los síntomas del herpes zóster y acortan su duración.

En caso de afectación de los ojos o los oídos debe consultarse con el especialista apropiado (oftalmólogo u otorrinolaringólogo).

Las compresas húmedas calman el dolor, pero suele ser necesario tomar analgésicos. Se puede intentar el tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos (AINE) o paracetamol (acetaminofeno), pero algunas veces hay que recurrir a los analgésicos opiáceos orales.

Para evitar el desarrollo de infecciones bacterianas, las personas con herpes zóster deben mantener la piel afectada limpia y seca, y no rascarse las ampollas.

Prevención del herpes zóster

Se recomienda la prevención de la varicela mediante la vacunación infantil y la de adultos no inmunizados.

Existen dos vacunas contra el herpes zóster (culebrilla): una vacuna recombinante nueva y una vacuna más antigua con virus vivo debilitado. La antigua vacuna con virus vivos ya no está disponible en Estados Unidos, aunque sigue estando disponible en muchos otros países. Las nuevas vacunas recombinantes contienen solo fragmentos de un virus. La vacuna recombinante es la preferida y la recomendada para personas sanas de 50 años o más, con independencia de si recuerdan haber sufrido varicela o herpes zóster y de si han recibido la vacuna anterior contra el herpes zóster. La vacuna recombinante también se recomienda para adultos de 19 años o más que son o serán inmunodeficientes o inmunodeprimidos debido a una enfermedad o terapia.

La vacuna recombinante contra el herpes zóster se administra en dos dosis como inyección intramuscular. Las dosis se administran con un intervalo de separación de 2 a 6 meses y al menos 2 meses después de la vacuna más antigua (virus vivo debilitado) para las personas que han recibido dicha vacuna.

La vacuna recombinante reduce de forma significativa la posibilidad de contraer culebrilla y neuralgia posherpética.

Cuando se produce el herpes zóster, la toma de medicamentos antivíricos reduce el riesgo de desarrollar neuralgia posherpética.

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