La espondilitis anquilosante es una espondiloartritis caracterizada por la inflamación de la columna vertebral (espondilitis), de las grandes articulaciones y de los dedos de manos y pies, dando lugar a rigidez y dolor.
Son frecuentes el dolor articular prolongado, la rigidez matutina de la espalda y la inflamación ocular.
El diagnóstico se basa en ciertos síntomas, radiografía y criterios establecidos.
Los antiinflamatorios no esteroideos y a veces la sulfasalazina o el metotrexato pueden ser útiles para aliviar la artritis en las extremidades.
Los medicamentos que inhiben el factor de necrosis tumoral y algunos otros agentes biológicos son muy eficaces para la artritis de la columna vertebral y de las extremidades.
La espondilitis anquilosante es 3 veces más frecuente en los varones que en las mujeres, y aparece con mayor frecuencia entre los 20 y los 40 años de edad. No se conoce su causa, pero tiende a afectar a varias personas de una misma familia, lo que indica que la genética interviene en el proceso. La espondilitis anquilosante es de 10 a 20 veces más frecuente en personas cuyos padres o hermanos la padecen. El gen HLA-B27 está presente en el 90% de las personas blancas que sufren espondilitis anquilosante, pero también está presente en un máximo del 10% de la población general, dependiendo de la etnia. Sin embargo, poseer el gen HLA-B27 no significa que una persona sufre o sufrirá espondilitis anquilosante. Por ejemplo, solo en el 50% de los casos de gemelos idénticos sufren ambos el trastorno, lo que sugiere que también pueden estar implicados factores ambientales desconocidos.
Síntomas de la espondilitis anquilosante
En la espondilitis anquilosante, los brotes de inflamación entre leves y moderados pueden alternarse con periodos casi sin síntomas.
El síntoma más frecuente es
Dolor de espalda
La intensidad del dolor de espalda varía de un episodio a otro y de una persona a otra. El dolor con frecuencia empeora durante la noche y en la mañana. También es muy frecuente la rigidez matutina, la cual se alivia con la actividad. El dolor en la zona lumbar y el espasmo muscular asociado se alivian con frecuencia cuando la persona flexiona el tronco hacia delante. Por ello, las personas que no reciben tratamiento a menudo desarrollan una postura encorvada, que puede empeorar y volverse permanente. En otras personas, la columna vertebral se vuelve notablemente erguida y rígida.
En ocasiones, el dolor de espalda puede venir acompañado de pérdida de apetito, pérdida de peso, fatiga excesiva y anemia. Si se inflaman las articulaciones de las costillas con la columna vertebral, el dolor limita la capacidad de expandir el tórax para respirar profundamente. La anquilosis (fusión) de la columna vertebral puede también restringir la capacidad de expandir el tórax.
En ocasiones, el dolor se inicia en las grandes articulaciones, como las caderas, las rodillas y los hombros.
Aproximadamente el 25% de las personas presentan síntomas en todo el cuerpo (sistémicos):
Las crisis recurrentes de inflamación ocular dolorosa pero a veces leve (uveítis) son frecuentes, pero por lo general no afectan la visión si se tratan con prontitud.
En algunas personas se produce raramente la inflamación de una válvula cardíaca, que puede tener como consecuencia una lesión permanente, u otros problemas que afecten al corazón o a la aorta.
Si las vértebras dañadas comprimen nervios o comprimen la médula espinal, es posible que se produzca entumecimiento, debilidad o dolor en el área inervada por los nervios afectados. El síndrome de cauda equina es una complicación ocasional que aparece cuando se ven afectados los nervios que emergen de la parte inferior de la médula espinal.
En escasas ocasiones pueden aparecer trastornos pulmonares como la tos, tos con sangre (hemoptisis), y dificultad respiratoria (disnea).
Pueden aparecer también tendinitis del tendón de Aquiles, fasciosis plantar y tendinitis rotuliana. También puede aparecer dactilitis (dedos de salchicha), una inflamación dolorosa de un dedo de la mano o del pie.
Imagen cortesía de Kinanah Yaseen, MD.
Diagnóstico de espondilitis anquilosante
Radiografías
Análisis de sangre
Algunas veces, resonancia magnética nuclear (RMN)
Criterios establecidos
El diagnóstico de la espondilitis anquilosante se basa en el patrón de los síntomas, el historial familiar de la enfermedad, y las radiografías de la columna vertebral, de la pelvis y de las articulaciones afectadas. Las radiografías suelen mostrar (aunque no siempre) un desgaste (erosión) de la articulación entre la columna vertebral y el hueso de la cadera (la articulación sacroilíaca) y la formación de puentes óseos entre las vértebras, lo cual provoca rigidez en la columna vertebral (sacroilitis). En algunos casos la sacroileítis no es visible en las radiografías, pero se puede detectar mediante resonancia magnética nuclear (RMN) de la pelvis o de la columna vertebral.
Se realizan análisis de sangre para determinar la velocidad de sedimentación globular (VSG), un análisis que mide la velocidad a la que se depositan los glóbulos rojos en el fondo de un tubo de ensayo que contiene sangre, y también para determinar el nivel de proteína C-reactiva y, en ocasiones, la presencia del gen HLA-B27. La presencia de niveles elevados de VSG y de proteína C-reactiva indican inflamación, pero es posible que no indiquen la gravedad del trastorno. Las personas afectadas pueden tener el gen HLA-B27 y no sufrir espondilitis. La presencia del gen HLA-B27 aumenta la probabilidad de desarrollar espondilitis anquilosante, pero no confirma el diagnóstico.
Los médicos también pueden basar el diagnóstico en un conjunto de criterios establecidos, pero existen varios conjuntos distintos de criterios y algunos de ellos están experimentando cambios. Por ejemplo, los criterios siguientes se aplican a veces a personas que han sufrido dolor de espalda durante más de 3 meses y que son menores de 45 años cuando comienzan sus síntomas.
Los criterios descritos aquí son de dos tipos: criterios de imágenes (radiografías o resonancia magnética nuclear [RMN]) y criterios clínicos (exploración y análisis de sangre). Las personas que cumplen una o ambas partes de los criterios pueden sufrir espondilitis anquilosante.
Para cumplir con los criterios de imagen, las personas afectadas deben presentar sacroileítis confirmada por radiografía o por resonancia magnética nuclear y al menos una de las características de la lista inferior. Para cumplir con los criterios clínicos, las personas afectadas deben poseer el gen HLA-B27 y al menos dos de las características de la lista inferior:
Dactilitis (inflamación de todo un dedo de la mano o del pie)
Inflamación dolorosa del talón
Antecedentes familiares de espondiloartritis
Antecedentes de dolor de espalda inflamatorio
Artritis
Inflamación ocular (uveítis)
Un nivel elevado de proteína C reactiva
Alivio del dolor y de la inflamación con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE)
El dolor de espalda provocado por la inflamación suele comenzar poco a poco, cuando la persona tiene 40 años o menos. La persona sufre rigidez por la mañana, que se alivia con el movimiento.
Tratamiento de la espondilitis anquilosante
Fármacos antiinflamatorios no esteroideos
Inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés), inhibidores de la interleucina-17 (IL-17) o inhibidores de la quinasa de Janus (JAK)
Ejercicio
El tratamiento de la espondilitis anquilosante se centra en
Aliviar el dolor de espalda y de las articulaciones
Mantener la amplitud de movimiento en las articulaciones
Prevenir lesiones en otros órganos
Prevenir o corregir deformidades de la columna
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) reducen el dolor y la inflamación, con lo que capacitan a los pacientes para realizar importantes ejercicios que les ayuden a conservar la postura, entre los que se incluyen los estiramientos y la respiración profunda.
Los inhibidores del factor de necrosis tumoral etanercept, adalimumab, infliximab, golimumab y certolizumab pegol alivian eficazmente el dolor y la inflamación de la espalda. Se prefieren el adalimumab o el infliximab sobre el etanercept para el tratamiento de la espondilitis anquilosante en personas con uveítis recurrente.
Secukinumab, un inhibidor de los receptores de la interleucina-17A (IL-17A), también puede reducir la inflamación y los síntomas articulares. El ixekizumab, otro inhibidor de la interleucina-17, se utiliza para la espondilitis anquilosante activa.
Los inhibidores de JAK (por ejemplo, upadacitinib y tofacitinib) son fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad sintéticos dirigidos que se pueden indicar en personas cuyos síntomas no se alivian con AINE (antiinflamatorios no esteroideos), un inhibidor del factor de necrosis tumoral (TNF por sus siglas en inglés) o un inhibidor de IL-17.
Los objetivos del tratamiento a largo plazo de la espondilitis anquilosante son mantener la postura adecuada y fortalecer los músculos de la espalda. Los ejercicios diarios sirven para fortalecer los músculos que se oponen a la tendencia a doblarse y encorvarse. Se ha aconsejado que las personas empleen algún tiempo cada día (con frecuencia mientras leen) en tumbarse sobre el estómago apoyándose en los codos, ya que esta postura extiende la espalda y ayuda a mantener su flexibilidad.
Es beneficioso un tratamiento de corta duración con un colirio de corticoesteroides y un colirio dilatador para la inflamación de los ojos, y, para el tratamiento de 1 o 2 articulaciones que no sean las de la columna vertebral, una inyección ocasional de corticoesteroides. Los relajadores musculares y los analgésicos opiáceos se utilizan en algunos casos, pero solo durante periodos breves de tiempo para aliviar el dolor intenso y los espasmos musculares.
Si las caderas o las rodillas se erosionan o quedan fijas en una posición en flexión, el tratamiento quirúrgico de sustitución de la articulación alivia el dolor y restaura la función.
Debido a que se puede restringir la movilidad de la pared torácica, empeorándose la función pulmonar, se desaconseja terminantemente el fumar cigarrillos, ya que esto también empeora la función pulmonar.
Pronóstico de la espondilitis anquilosante
La mayor parte de los afectados por espondilitis anquilosante desarrollan algunas discapacidades, pero pueden seguir llevando una vida productiva. En algunas personas, la enfermedad es más progresiva, causando graves deformaciones. El pronóstico de la espondilitis anquilosante es sombrío en personas que desarrollan una rigidez extrema de la columna vertebral o de la cadera, uveítis u enfermedad cardíaca o pulmonar.
Más información
El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.
Arthritis Foundation: información sobre la espondilitis anquilosante y los tratamientos disponibles, consejos sobre el estilo de vida y otros recursos