Una úlcera corneal es una llaga en la córnea (la capa transparente delante del iris y la pupila) que generalmente está causada por una infección ocular.
Lentes de contacto, lesiones, trastornos, fármacos y deficiencias nutricionales pueden también provocar la formación de úlceras abiertas en la córnea.
Entre los síntomas frecuentes se encuentran dolorimiento, sensación de cuerpo extraño (el dolorimiento y la sensación de cuerpo extraño pueden ser intensos), enrojecimiento, lagrimeo y sensibilidad a la luz.
El diagnóstico de la úlcera se basa en el aspecto de la córnea de la persona afectada.
Se administran colirios antibióticos, antivirales o antifúngicos tan pronto como sea posible.
(Véase también Síntomas de la queratitis herpética.)
Causas de la úlcera corneal
Las úlceras corneales pueden estar causadas por infecciones provocadas por bacterias, hongos, virus o parásitos como Acanthamoeba (que vive en aguas contaminadas). Las úlceras pueden comenzar con una lesión en la córnea, como sucede cuando un cuerpo extraño araña, penetra o se aloja en un ojo que está muy seco o, con mayor frecuencia, a causa de la irritación producida por el uso de lentes de contacto, en especial si se han dejado puestas durante la noche o si no se han desinfectado correctamente (véase Cuidado y complicaciones). Las recidivas de las úlceras corneales de origen vírico (a menudo debidas a virus del herpes) pueden estar provocadas por el estrés o producirse de manera espontánea. La deficiencia de vitamina A y de proteínas puede llevar a la formación de una úlcera corneal; sin embargo, las úlceras de este tipo son poco frecuentes en Estados Unidos.
Cuando los párpados no cierran correctamente, la córnea se seca y se irrita. Esta irritación puede provocar lesiones y la formación de úlceras en la córnea. Las úlceras corneales también pueden ser resultado del crecimiento de las pestañas hacia dentro (triquiasis) o de una inversión de los párpados (entropion) o de la inflamación de estos (blefaritis).
Síntomas de la úlcera corneal
Las úlceras de la córnea producen enrojecimiento, dolor, por lo general con sensación de cuerpo extraño, molestias e hipersensibilidad a la luz brillante, y mayor producción de lágrimas. La úlcera suele aparecer como un punto blanco o grisáceo en la córnea. En ciertos casos se desarrollan úlceras sobre toda la córnea y penetran en profundidad. Puede acumularse pus detrás de la córnea, que a veces forma una capa blanca en la parte inferior de esta (hipopion). La conjuntiva suele estar inyectada en sangre. Cuanto más profunda es la úlcera, más graves son los síntomas y las complicaciones.
Complicaciones de la úlcera corneal
Las úlceras de la córnea pueden curarse con tratamiento, pero en algunos casos dejan una cicatriz fibrosa que impide la visión.
Otras complicaciones consisten en infecciones muy arraigadas, perforación de la córnea, desplazamiento del iris y destrucción de todo el tejido en la cavidad ocular, o de su mayor parte.
Diagnóstico de la úlcera corneal
Exploración ocular
En algunas ocasiones, cultivos
Los médicos evalúan la úlcera mediante el uso de una lámpara de hendidura (instrumento que permite examinar el ojo a gran aumento). Para apreciar claramente la úlcera, el médico aplica un colirio que contiene un colorante amarillo-verdoso llamado fluoresceína. La fluoresceína tiñe temporalmente las áreas dañadas de la córnea, con lo que el médico puede ver las zonas lesionadas de la córnea que no podría ver de otro modo.
En algunas situaciones, los médicos raspan la superficie de úlceras grandes para tomar una muestra. Posteriormente se realizan cultivos de la muestra en el laboratorio para identificar las bacterias, hongos, virus o protozoos que causan la infección. Una vez identificado el organismo, se escoge el mejor fármaco para tratar la infección.
Tratamiento de la úlcera corneal
Colirios antibióticos, antivirales o antifúngicos
Colirios para dilatar los ojos
En algunas ocasiones, trasplante de córnea
La úlcera corneal es una urgencia que debe recibir tratamiento inmediato.
Suele requerirse la aplicación inmediata de colirios antibióticos, antivíricos o antifúngicos, que deben administrarse con frecuencia, a veces incluso cada hora (día y noche) durante varios días.
Las gotas que dilatan el ojo, tales como atropina o escopolamina, pueden aliviar el dolor y reducir la posibilidad de complicaciones.
En algunos casos puede ser necesario un trasplante de córnea (queratoplastia).