La esclerosis múltiple (EM) es un trastorno frecuente, y el camino hacia ese diagnóstico puede ser complejo y difícil. La EM es una enfermedad autoinmunitaria que afecta al cerebro y a la médula espinal. Es impredecible y no tiene cura. Cada caso es diferente, lo que hace que sea más difícil identificarla y tratarla.
Aun así, la EM no es el diagnóstico devastador que fue alguna vez. Existen varios tratamientos eficaces que pueden ayudar a las personas a controlar la enfermedad. Comprender mejor la afección puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad en torno a la EM, y puede ayudar a los pacientes a prepararse para tener conversaciones con su médico. Estas son tres cosas que todo el mundo debería saber.
1. Varios factores aumentan la probabilidad de que se diagnostique EM
Con mayor frecuencia, la esclerosis múltiple comienza entre los 20 y los 40 años, pero puede comenzar en cualquier momento entre los 15 y los 60 años. Es un poco más frecuente en las mujeres. La esclerosis múltiple es poco frecuente en los niños.
Se desconoce qué la causa, pero una explicación probable es que, en una etapa temprana de la vida, hay una exposición a un virus (posiblemente un herpesvirus o retrovirus) o a alguna sustancia desconocida que, de alguna manera, desencadena una reacción en el sistema inmunitario que empieza a atacar los tejidos del organismo. De hecho, en una investigación reciente, se analizaron a 955 militares en servicio activo a los que se les diagnosticó EM, y se descubrió que el riesgo de EM aumentó 32 veces después de la infección por el virus de Epstein-Barr, un tipo de virus del herpes.
La genética también puede desempeñar un papel en la enfermedad. Tener un padre o hermano con esta afección aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad. Un factor más que las personas deben tener en cuenta es el lugar en el que crecen. La EM es mucho menos frecuente en climas soleados. Los investigadores creen que este factor de riesgo tiene que ver con la exposición a la luz solar y a la vitamina D. Los niveles bajos de vitamina D pueden duplicar las probabilidades de que se diagnostique EM más adelante en la vida. Los niveles de vitamina D en etapas posteriores de la vida no parecen afectar las posibilidades de desarrollar EM.
2. Los signos y síntomas varían y pueden desaparecer por sí solos
La EM puede afectar a cualquier parte del cerebro o la médula espinal, y los síntomas pueden variar significativamente de una persona a otra y de un episodio a otro. Los síntomas tempranos incluyen los siguientes:
- Hormigueo, entumecimiento, dolor, ardor y picazón en brazos, piernas, tronco o cara y, a veces, disminución del sentido del tacto.
- Pérdida de fuerza o destreza en una pierna o mano, que puede volverse rígida.
- Problemas con la visión.
Los síntomas a menudo aparecen (lo que se conoce como “recaídas”) y disminuyen (lo que se conoce como “remisión”) aparentemente sin motivo alguno. Antes de recibir un diagnóstico de EM, tener estos síntomas, con recaídas y remisiones, puede ser confuso y estresante. Puede ser útil prestar atención al momento en que los síntomas aparecen. Los síntomas neurológicos causados por algo como un accidente cerebrovascular ocurren muy rápidamente: una persona que sufre un accidente cerebrovascular puede perder la visión en menos de un minuto. Con la EM, los síntomas tienden a desarrollarse más lentamente: el paciente pierde la visión o desarrolla visión doble a lo largo de uno o dos días. Además, los síntomas de la EM pueden desaparecer después de un periodo de tiempo.
3. El tratamiento puede reducir significativamente las recaídas
Las personas que no han recibido un diagnóstico de EM pueden verse tentadas de ignorar los síntomas después de que desaparecen. Pero es esencial lograr descubrir la causa de los síntomas y analizarlos con un profesional médico. Es el primer paso para diagnosticar la afección y comenzar el tratamiento. Los pacientes deben hablar con su médico de atención primaria y pedir una derivación a un neurólogo para que les hagan un estudio de diagnóstico por imágenes. La resonancia magnética (RM) es el mejor estudio por imágenes para detectar la EM. Tenga paciencia con los profesionales médicos mientras trabajan para descartar otras posibles causas de los síntomas.
Una vez diagnosticada la EM, el tratamiento puede prolongar significativamente los períodos de remisión. En promedio, las personas tienen una recaída cada uno o dos años. Pero con el tratamiento, el período entre recaídas puede extenderse a 10 o incluso a 20 años. Según la afección y los síntomas, los neurólogos pueden guiar a los pacientes para que reciban los tratamientos y medicamentos más eficaces.
Para obtener más información sobre la EM, visite la página de los Manuales o la página de Datos rápidos sobre el tema.