Signos de alarma del cáncer

PorRobert Peter Gale, MD, PhD, DSC(hc), Imperial College London
Revisado/Modificado oct 2022
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Datos clave

    El cáncer produce muchos síntomas diferentes, algunos sutiles y otros no tanto. (Véase también Introducción al cáncer y Síntomas de cáncer.)

    Algunos síntomas aparecen en los primeros estadios del cáncer, como los bultos indoloros en las mamas, y, por lo tanto, son signos de alarma importantes que deben evaluarse. Otros síntomas, como el adelgazamiento o la fiebre, solo se manifiestan después de que el cáncer haya avanzado. Pero existen otros síntomas, como los cambios en los hábitos intestinales, la sangre en las heces o la dificultad para tragar, que indican la localización específica del cáncer.

    Dado que es más fácil curar el cáncer si aún no ha avanzado al comenzar el tratamiento, es muy importante detectarlo a tiempo. Algunos síntomas alertan de un posible inicio de cáncer y, por lo tanto, debe acudirse a un médico. Afortunadamente, la mayoría de estos síntomas son consecuencia de afecciones mucho menos graves. No obstante, no se debe pasar por alto ningún signo de alarma de cáncer.

    Algunos de estos signos de alarma son generales. Es decir, son cambios vagos que no permiten identificar un tipo de cáncer en particular. Sin embargo, su presencia sirve de orientación a la hora de realizar las exploraciones físicas y los análisis necesarios para descartar o confirmar un diagnóstico. Otros síntomas son mucho más específicos e indican un tipo particular de cáncer o una localización.

    Los signos de alarma de un posible cáncer son los siguientes:

    • Pérdida de peso inexplicada

    • Fatiga

    • Sudoración nocturna

    • Inapetencia

    • Dolor persistente, de aparición reciente

    • Problemas en la visión o el oído

    • Náuseas o vómitos recurrentes

    • Sangre en la orina

    • Sangre en las heces (ya sea visible o detectable solamente mediante pruebas especiales)

    • Cambio reciente en los hábitos intestinales (estreñimiento o diarrea)

    • Sangrado vaginal anómalo, especialmente después de la menopausia

    • Fiebre recurrente

    • Tos crónica

    • Cambios en el tamaño o en el color de un lunar o cambios en una úlcera de la piel que no cicatriza

    • Un crecimiento o marca en la piel que se hace más grande o cambia de apariencia

    • Una llaga que no cicatriza

    • Ganglios linfáticos agrandados

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