Dolor crónico

PorJames C. Watson, MD, Mayo Clinic College of Medicine and Science
Revisado/Modificado jun 2022 | Modificado ago 2023
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Datos clave

El dolor crónico es un dolor que dura o se repite durante meses o años.

Generalmente, el dolor se considera crónico si cumple una de las características siguientes:

  • Dura más de 3 meses.

  • Tiene una duración de más de 1 mes después de la remisión de la lesión o el problema que causaron inicialmente el dolor

  • Se repite con intermitencia a lo largo de meses o años

  • Se asocia a enfermedades crónicas (como cáncer, artritis, diabetes o fibromialgia) o a una lesión que no se cura

(Véase también Introducción al dolor.)

El dolor crónico se produce a veces cuando los nervios se vuelven más sensibles al dolor. Por ejemplo, la causa original del dolor puede estimular de manera reiterada las fibras y las células nerviosas que detectan, envían y reciben las señales del dolor. Esta estimulación repetida puede modificar la estructura de las fibras y células nerviosas (lo que se denomina remodelación) o hacerlas más activas. Como resultado, el dolor aparece con estímulos que normalmente no son dolorosos, o los estímulos dolorosos pueden parecer más intensos. Este efecto se denomina sensibilización.

Además, algunas áreas de músculo o de tejido conjuntivo pueden llegar a ser muy sensibles y dolorosas a la palpación. Estas áreas se denominan puntos gatillo, porque tocarlas provoca frecuentemente dolor inexplicado que se irradia a otras áreas del cuerpo.

¿Sabías que...?

  • El dolor crónico ocurre a veces cuando la causa original del dolor estimula los nervios repetidamente y dicha estimulación altera físicamente el sistema nervioso, de manera que el dolor empeora y dura más.

Los trastornos crónicos (como el cáncer, la artritis, la diabetes o la fibromialgia) pueden causar dolor crónico. El dolor crónico también puede ser resultado de una lesión, incluso de una lesión leve si las fibras y las células nerviosas se han sensibilizado.

La ansiedad, la depresión y otros factores psicológicos pueden ayudar a explicar por qué algunas personas experimentan el dolor de forma más desagradable que otras y por qué el dolor limita sus actividades más que en otras personas. Por ejemplo, las personas con dolor crónico saben que este se repetirá, y pueden volverse temerosas y ansiosas anticipándose al dolor. El miedo y la ansiedad disminuyen la producción de sustancias que rebajan la sensibilidad de las neuronas al dolor. Estos cambios en la sensibilidad al dolor explican en parte la persistencia del dolor después de la remisión de su causa, y el hecho de sentir un dolor superior a lo esperado.

A veces, la causa original del dolor es evidente, como, por ejemplo, cuando la persona afectada ha sufrido una lesión que ha dado lugar a un dolor crónico de espalda. O bien la causa puede ser desconocida, por ejemplo, cuando la persona afectada sufre un dolor de cabeza crónico.

Síntomas del dolor crónico

El dolor crónico puede aparecer en diferentes partes del cuerpo en las diferentes personas (por ejemplo, puede aparecer en la espalda de una persona y en la punta de los dedos de otra). Además, la sensación de dolor puede ser diferente. Por ejemplo, el dolor puede ser pulsátil, punzante, ardiente o agudo. Puede ser constante o intermitente, y la intensidad del dolor puede variar.

Las personas con dolor crónico a menudo también se sienten cansadas, tienen problemas para dormir, pierden el apetito y/o el gusto por la comida y bajan de peso. Su deseo sexual puede disminuir. Estos problemas pueden aparecer de forma gradual. El dolor constante puede impedir que la persona afectada haga lo que normalmente disfruta. Puede deprimirse y volverse ansiosa. Puede dejar de hacer sus actividades, aislarse socialmente y preocuparse por la salud física.

Diagnóstico del dolor crónico

  • Evaluación médica

  • A veces, una evaluación de la salud mental

Los médicos evalúan a fondo a la persona afectada para identificar la causa del dolor y sus efectos sobre la vida cotidiana. Si no se identifica ninguna causa, a continuación, los médicos se centran en aliviar el dolor y ayudar a mejorar la funcionalidad de la persona.

Los médicos le preguntan a la persona afectada si se siente deprimida, si siente ansiedad y si está durmiendo bien. La identificación de dichos síntomas es crucial porque pueden empeorar el dolor y, si están presentes, deben tratarse para que el dolor se trate de forma eficaz. Puede ser necesaria una evaluación formal de la salud mental.

Tratamiento del dolor crónico

  • Medicamentos para aliviar el dolor

  • Métodos físicos (como la fisioterapia)

  • Terapia psicológica y conductual

Si se identifica una causa de dolor crónico, se trata.

El tratamiento del dolor crónico puede incluir lo siguiente:

Si los tratamientos no son eficaces, el médico puede derivar a la persona afectada a una clínica del dolor.

Fármacos o sustancias

En la mayoría de las personas que toman medicamentos para el dolor (analgésicos) para el dolor crónico, la intensidad del dolor varía a lo largo del día. La intensidad varía en función de varios factores, como los siguientes:

  • Las características de los nervios afectados (por ejemplo, la rapidez con que envían señales y donde se encuentran situados)

  • Actividades que pueden causar dolor (tales como mover o tocar la zona afectada)

  • Estrés

  • Dosis o pautas de analgésicos

Dependiendo de la gravedad del dolor, se pueden utilizar los siguientes tipos de medicamentos para tratar el dolor crónico:

A veces, una combinación de fármacos puede aliviar el dolor de forma más eficaz que un único fármaco.

El dolor crónico suele tratarse primero con paracetamol (acetaminofeno) o con fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno o el naproxeno. Los AINE no solo alivian el dolor, sino que también pueden reducir la inflamación que a menudo lo acompaña y lo empeora. Sin embargo, si los AINE se toman en dosis elevadas o durante mucho tiempo, pueden tener efectos adversos graves, como irritación de la mucosa gástrica, una mayor tendencia a sangrar, problemas renales y un mayor riesgo de trastornos cardíacos y vasculares (cardiovasculares).

Los analgésicos adyuvantes se utilizan habitualmente para tratar el dolor crónico. Se cree que estos fármacos actúan cambiando la forma en que los nervios procesan el dolor (en lugar de detener directamente la sensación de dolor).

Los analgésicos secundarios que se administran con mayor frecuencia para tratar el dolor son

Los opiáceos se utilizan solo si otros medicamentos y tratamientos (como la fisioterapia) no han sido eficaces. El uso de opiáceos es limitado porque pueden tener efectos adversos, como un trastorno por consumo de opiáceos (adicción), ralentización de la respiración (depresión respiratoria) y muerte por sobredosis. Los opiáceos se utilizan mayoritariamente para tratar el dolor entre moderado e intenso debido al cáncer o a otros trastornos que acortan el tiempo de vida (trastornos terminales). Los opiáceos también se utilizan como parte de los cuidados paliativos para las personas al final de la vida.

Antes de prescribir opiáceos para cualquier tipo de dolor crónico, los médicos consideran lo siguiente:

  • Cuál es el enfoque terapéutico habitual

  • Si se podrían utilizar otros tratamientos

  • Si la persona corre un riesgo elevado de efectos adversos de un opiáceo

  • Si existe probabilidad de que la persona haga un mal uso o abuso de los opiáceos o si es probable que los emplee para otros fines (por ejemplo, para venderlos)

Si existe un riesgo elevado de sufrir un problema, el médico puede derivar a la persona afectada a un especialista en dolor o a un profesional de la salud mental que tenga experiencia en el abuso de sustancias. Por ejemplo, las personas que han sufrido una adicción suelen necesitar un informe de referencia.

Cuando se prescriben opiáceos para el dolor crónico, los médicos describen la naturaleza del trastorno de la persona afectada (si se conoce) y los riesgos y beneficios de otros posibles tratamientos, incluidos los fármacos no opiáceos y la ausencia de tratamiento. Los médicos preguntan a la persona afectada acerca de sus objetivos y expectativas. Por lo general, proporcionan información escrita que describe los riesgos de tomar opiáceos. Después de comentar esta información con el médico y comprenderla, se le pide que firme un documento de consentimiento informado.

Cuando los médicos prescriben un opiáceo para el dolor crónico, describen los riesgos y los efectos adversos de los opiáceos. Se aconseja

  • No beber alcohol o tomar medicamentos contra la ansiedad o inductores del sueño cuando se toma el opiáceo

  • Tomar la dosis recomendada según la pauta recomendada y no cambiar la dosis

  • Guardar el opiáceo en un lugar seguro

  • No compartir el opiáceo con nadie

  • Ponerse en contacto con su médico si el medicamento le adormece o si usted presenta algún otro efecto adverso (como confusión, estreñimiento o náuseas)

  • Eliminación de las píldoras no utilizadas según las indicaciones

  • Tener a mano naloxona (un antídoto opiáceo) y aprender y enseñar a los miembros de la familia cómo administrarla si se produce una sobredosis de opiáceos

Si se prescribe un opiáceo, los médicos emplean las prácticas habituales para garantizar la seguridad de la persona. Los médicos suelen pedir a la persona que obtenga las recetas de opiáceos de un único médico y que siempre las surta la misma farmacia. Visitan a la persona con frecuencia para realizar su seguimiento y controlan el uso del medicamento para asegurarse de que es inocuo y eficaz. Por ejemplo, los médicos pueden analizar periódicamente la orina de la persona para determinar si el fármaco está siendo tomado correctamente. También le piden a la persona que firme un acuerdo en el que se especifican las condiciones necesarias para el consumo de opiáceos, incluyendo cualquier control especial que pueda ser necesario.

En las personas con dolor debido al cáncer u otro trastorno terminal, las preocupaciones sobre los efectos adversos no deberían limitar el uso de opiáceos, ya que sus efectos adversos generalmente se pueden prevenir o controlar y la adicción no es tan importante en estos casos.

Fisioterapia o terapia ocupacional

Los fisioterapeutas y los terapeutas ocupacionales utilizan diversas técnicas para intentar aliviar el dolor crónico y ayudar a las personas afectadas a mejorar su funcionalidad. Si existen puntos gatillo, los profesionales de la salud pueden utilizar un pulverizador para enfriar la zona y luego estirar el músculo. Este método (llamado estiramiento y pulverización) puede ayudar a disminuir el dolor. Llevar una ortesis (un dispositivo que soporta las articulaciones, los ligamentos, los tendones, los músculos y los huesos lesionados) es beneficioso para algunas personas.

A veces, hacer ejercicios o aumentar el nivel de actividad ayuda. Por ejemplo, caminar regularmente puede ayudar a aliviar el dolor lumbar de forma más eficaz que el descanso en cama.

Los fisioterapeutas y los terapeutas ocupacionales pueden ayudar a las personas con dolor crónico a encontrar formas de realizar sus actividades cotidianas con menos dolor.

Medicina complementaria e integradora

La medicina complementaria e integradora puede utilizarse para tratar el dolor crónico. Por ejemplo, los médicos pueden sugerir uno o más de uno de los métodos siguientes:

Asesoramiento y técnicas conductuales

Varias técnicas (como las técnicas de relajación, las técnicas de distracción, la hipnosis y la biorretroalimentación) a veces pueden ayudar a controlar el dolor. Las técnicas de distracción pueden consistir en visualización guiada. Por ejemplo, se le puede enseñar a la persona afectada a imaginar una escena calmante y reconfortante, como descansar en una playa o estar acostado en una hamaca.

El asesoramiento o la psicoterapia pueden ayudar a mejorar la funcionalidad de la persona, incluso si no se reduce el dolor. El médico puede recomendar formas concretas de aumentar gradualmente las actividades físicas y sociales. Se aconseja a la persona afectada que no deje que el dolor interfiera con su compromiso de mejorar su funcionalidad. Cuando se utiliza este enfoque, muchas personas reportan una disminución del dolor. Los médicos aplauden el progreso, animan a la persona a seguir mejorando y continúan tratando el dolor según sea necesario.

También pueden hablar con los miembros de la familia o los compañeros de trabajo para disuadirlos de hacer cualquier cosa que mantenga a la persona afectada centrada en el dolor. Por ejemplo, no deben preguntar constantemente por la salud de la persona o insistir en que no haga las tareas.

Bloqueo nervioso

Para tratar el dolor causado por el daño a un nervio largo concreto se realiza con frecuencia un bloqueo nervioso. Para este procedimiento, se interrumpe una vía nerviosa que transmite señales de dolor mediante una de las acciones siguientes:

  • La inyección de un anestésico local en la zona que rodea a los nervios para evitar que envíen señales de dolor (los médicos suelen utilizar la ecografía para ayudarles a localizar los nervios a tratar)

  • La inyección en la zona que rodea las agrupaciones de neuronas llamadas ganglios para ayudar a regular la transmisión de las señales de dolor

  • La inyección de una sustancia cáustica (como el fenol) en un nervio para destruirlo

  • La congelación del nervio (crioterapia)

  • Quemar el nervio con una sonda de radiofrecuencia

Los bloqueos nerviosos se utilizan a menudo para tratar el dolor lumbar causado por la presión (compresión) de los nervios raquídeos (que conectan la médula espinal con otras partes del cuerpo). Los bloqueos nerviosos también se pueden usar para tratar el dolor intenso producido por el cáncer en etapa terminal y el dolor neuropático intenso y persistente cuando el tratamiento farmacológico no lo alivia.

Programas de rehabilitación del dolor

Los médicos pueden recomendar un programa de rehabilitación del dolor para las personas con dolor crónico. Estos programas son administrados por un equipo interdisciplinar, que incluye psicólogos, fisioterapeutas, médicos, personal de enfermería y, a veces, terapeutas ocupacionales y profesionales de la medicina integrativa. Los programas incluyen formación, terapia cognitivo-conductual, fisioterapia, simplificación del régimen farmacológico y, a veces, disminución gradual del consumo de analgésicos. Se centran en lo siguiente:

  • Restauración de la función

  • Mejora de la calidad de vida

  • Ayudar a las personas afectadas a controlar su propia vida, a pesar de su dolor crónico

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