Tratamiento de las enfermedades mentales

PorMichael B. First, MD, Columbia University
Revisado/Modificado oct 2024
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Datos clave

Se han logrado extraordinarios avances en el tratamiento de las enfermedades mentales. Como resultado, hoy en día es posible tratar muchos trastornos psiquiátricos casi con tanto éxito como el alcanzado en el tratamiento de los trastornos médicos generales.

La mayoría de los métodos de tratamiento de las enfermedades psiquiátricas pueden clasificarse como

  • Somático (físico)

  • Psicoterapéutico

Los tratamientos somáticos incluyen fármacos, terapia electroconvulsiva y otros tratamientos que estimulan el cerebro (como la estimulación magnética transcraneal y la estimulación del nervio vago).

Los tratamientos psicoterapéuticos incluyen la psicoterapia (individual, grupal, o familiar y conyugal), técnicas de terapia conductual (por ejemplo, las técnicas de relajación o la terapia de exposición), y la hipnoterapia.

En el caso de los principales trastornos de la salud mental, la mayoría de los estudios sugieren que un enfoque terapéutico que contemple la utilización conjunta de fármacos y psicoterapia resultará más eficaz que cualquiera de los métodos de tratamiento empleados por separado.

Los psiquiatras no son los únicos profesionales de la salud capacitados para tratar la enfermedad mental. También hay psicólogos clínicos, profesionales de enfermería psiquiátrica y trabajadores sociales. Sin embargo, en Estados Unidos, los psiquiatras (y en algunos países los profesionales de enfermería psiquiátrica) son los únicos autorizados para la prescripción de fármacos. Otros profesionales de la salud mental practican fundamentalmente psicoterapia. Muchos médicos de atención primaria y de otras especialidades también prescriben fármacos para el tratamiento de trastornos mentales.

Tabla
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(Véase también Introducción a las enfermedades mentales.)

Terapia con medicamentos

Existe gran número de fármacos psicoactivos de elevada eficacia y uso extendido entre los psiquiatras y otros médicos. Estos medicamentos a menudo se clasifican de acuerdo con el trastorno para el que se prescriben principalmente, aunque pueden ser eficaces para diversos trastornos psiquiátricos diferentes. Por ejemplo, la mayoría de los medicamentos utilizados para tratar la esquizofrenia también son eficaces para el trastorno bipolar y la mayoría de los antidepresivos se utilizan para tratar la depresión y los trastornos de ansiedad.

La clase de antidepresivos que se utiliza con más frecuencia es

Otras clases de antidepresivos comprenden

Los antidepresivos tricíclicos como amitriptilina y nortriptilina ya casi no se utilizan para tratar la depresión a causa de sus efectos adversos. Sin embargo, estos fármacos se pueden utilizar si la persona afectada también sufre un trastorno que le causa dolor crónico y que afecta a sus actividades y a su trabajo. Los antidepresivos tricíclicos pueden ayudar a aliviar ciertos tipos de dolor.

Los inhibidores de la monoaminooxidasa, como la fenelzina, la tranilcipromina y el parche de selegilina, pueden ser eficaces, pero como requieren que los pacientes eviten ciertos tipos de alimentos y medicamentos, rara vez se usan, excepto cuando otros antidepresivos no han dado resultado.

Los antiguos fármacos antipsicóticos, por ejemplo clorpromazina, haloperidol y tiotixeno, son útiles en el tratamiento de trastornos psicóticos como la esquizofrenia y ciertos problemas de comportamiento. Los nuevos fármacos antipsicóticos (comúnmente llamados antipsicóticos atípicos o antipsicóticos de segunda generación) se utilizan actualmente como tratamiento inicial. Entre los fármacos antipsicóticos más nuevos se encuentran aripiprazol, asenapina, brexpiprazol, cariprazina, iloperidona, lumateperona, lurasidona, olanzapina, paliperidona, quetiapina, risperidona y ziprasidona. En aquellas personas que no responden a otros antipsicóticos se utiliza cada vez más la clozapina.

Los ISRS y los ansiolíticos como clonazepam, lorazepam y diazepam, así como antidepresivos, se usan para tratar los trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico y las fobias.

Los estabilizadores del estado de ánimo, como el litio, la carbamazepina, el divalproex sódico, el ácido valproico y la lamotrigina se emplean para el tratamiento del trastorno bipolar. Además, se pueden utilizar varios fármacos antipsicóticos para tratar el trastorno bipolar. Estos fármacos son aripiprazol, asenapina, cariprazina, lurasidona, olanzapina, quetiapina, risperidona y ziprasidona.

Psicoterapia

Durante los últimos años se han logrado importantes avances en el campo de la psicoterapia, a la que se denomina en ocasiones "terapia de conversación". Al crear un ambiente de empatía y aceptación, con frecuencia el terapeuta es capaz de ayudar al paciente a identificar la fuente de sus problemas y a considerar alternativas para afrontarlos. La conciencia emocional y la capacidad de introspección que la persona obtiene a través de la psicoterapia a menudo origina cambios en sus actitudes y conductas que le permiten vivir de una manera más plena y satisfactoria.

La psicoterapia es apropiada y eficaz para una amplia variedad de enfermedades. Incluso personas que no padecen trastornos mentales pueden encontrar utilidad en el método psicoterapéutico para afrontar algunos problemas, como dificultades laborales, la pérdida de un ser querido o el padecimiento de una enfermedad crónica por algún miembro de la familia. De igual modo, la psicoterapia de grupo, la terapia de pareja y la terapia familiar están siendo ampliamente utilizadas.

La mayoría de los profesionales de la salud mental practican 1 de 6 tipos de psicoterapia:

  • Terapia conductual

  • Terapia cognitiva

  • Terapia interpersonal

  • Psicoanálisis

  • Psicoterapia psicodinámica

  • Psicoterapia de apoyo

Terapia conductual

La terapia conductual consiste en determinadas intervenciones que tienen por objetivo ayudar al sujeto a desaprender conductas no adaptativas (por ejemplo, dependencia e incapacidad para tolerar la frustración) mientras se aprenden conductas adaptativas (apertura a la experiencia y conciencia). La terapia de exposición, usada a menudo para tratar fobias, es un ejemplo de terapia conductual. En la terapia de exposición, se expone a la persona a objetos, actividades o situaciones temidos en un entorno seguro. El objetivo es reducir el miedo y ayudar a los afectados a dejar de evitar aquello que temen.

La terapia conductual está relacionada con la terapia cognitiva. En algunos casos se emplea una combinación de ambas, conocida como terapia cognitivo-conductual. La base teórica de la terapia conductual es la teoría del aprendizaje, según la cual las alteraciones de la conducta son consecuencia de un aprendizaje incorrecto.

Terapia cognitiva

La terapia cognitiva ayuda a la persona a identificar posibles distorsiones en los pensamientos y a comprender cómo estas distorsiones generan problemas en su vida. Por ejemplo, la persona puede pensar de una manera tipo "todo o nada" ("si no obtengo un éxito total, soy un completo fracasado"). La premisa de trabajo empleada establece que el modo de sentir y de comportarse de una persona está determinada por la forma en que interpreta sus experiencias previas. A través de la identificación de sus creencias y suposiciones fundamentales, la persona es capaz de aprender otros modos de analizar sus experiencias, logrando una disminución en la intensidad de los síntomas y una mejoría en la conducta y en la percepción de sus sentimientos.

Terapia interpersonal

La terapia interpersonal fue inicialmente concebida como un tratamiento psicológico breve para la depresión y está diseñada para mejorar la calidad de las relaciones interpersonales del sujeto depresivo. Se centra en lo siguiente:

  • Duelo no resuelto

  • Conflictos que surgen cuando el individuo tiene que desempeñar papeles que difieren de sus expectativas iniciales (como, por ejemplo, cuando una mujer establece una relación de pareja esperando ser madre y ama de casa y se encuentra con que además debe ser el sostén económico de la familia)

  • Transiciones en roles sociales (como pasar de ser un trabajador activo a estar jubilado)

  • Problemas para comunicarse con los demás

El terapeuta enseña al sujeto a mejorar aspectos de sus relaciones interpersonales, como por ejemplo a superar el aislamiento social y a responder a los demás de un modo diferente al habitual.

Psicoanálisis

El psicoanálisis es la forma más antigua de psicoterapia y fue desarrollado por Sigmund Freud en los primeros años del siglo XX. Conforme al método clásico, con una frecuencia de 4 o 5 veces por semana, el sujeto, tendido en un diván en el consultorio del terapeuta, trata de verbalizar cuanto le pasa por la cabeza. Esta práctica se denomina asociación libre. Gran parte del método se centra en ayudar a la persona a comprender cómo los patrones pasados de las relaciones se repiten en el presente. La relación entre el sujeto y el terapeuta es una parte clave de este enfoque. Entender cómo el pasado afecta al presente ayuda a desarrollar formas nuevas y más adaptadas de funcionamiento en las relaciones personales y en el entorno laboral.

Psicoterapia psicodinámica

La psicoterapia psicodinámica, de modo similar al psicoanálisis, se centra en la identificación de patrones inconscientes en los pensamientos, los sentimientos y las pautas de conducta del sujeto. En esta modalidad terapéutica, sin embargo, la frecuencia de las sesiones varía de 1 a 3 veces por semana, permaneciendo el sujeto generalmente sentado y no tendido en un diván. Además, se le da un menor énfasis a la relación entre el sujeto y el terapeuta.

Psicoterapia de apoyo

La psicoterapia de apoyo, la más frecuentemente utilizada, se basa en el establecimiento de una relación empática y de apoyo entre el sujeto y el terapeuta. Este tipo de relación estimula la expresión de sentimientos por parte del sujeto de manera que el terapeuta puede proporcionarle ayuda para la resolución de sus problemas. La psicoterapia centrada en el problema, una forma de terapia de apoyo, puede ser realizada de manera eficaz por los médicos de atención primaria.

Terapia electroconvulsiva

En la terapia electroconvulsiva, se aplican una serie de descargas eléctricas en el cerebro mediante unos electrodos situados en la cabeza de la persona estando ésta bajo anestesia, que inducen convulsiones de carácter leve. Esta terapia ha demostrado ser claramente el tratamiento más eficaz para la depresión grave. Muchas personas tratadas mediante terapia electroconvulsiva experimentan una pérdida transitoria de la memoria. Sin embargo, la terapia electroconvulsiva, pese a las opiniones vertidas por algunos medios de comunicación, es segura y raramente origina otras complicaciones. El uso actual de anestésicos y relajantes musculares ha reducido en gran medida cualquier riesgo de lesión durante el procedimiento.

Otras terapias de estimulación cerebral

Otros tratamientos que estimulan el cerebro, como la estimulación magnética transcraneal repetitiva y la estimulación del nervio vago, podrían resultar beneficiosas en personas afectadas por depresión que no han respondido a los fármacos o al tratamiento psicoterapéutico. Estas terapias implican la activación o estimulación del cerebro directamente con campos magnéticos o implantes que estimulan el nervio vago. Se cree que las células estimuladas liberan mensajeros químicos (neurotransmisores) que ayudan a regular el estado de ánimo y, por tanto, pueden aliviar los síntomas de la depresión.

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