La poliarteritis nudosa es una forma de vasculitis que conlleva la inflamación de las arterias de tamaño mediano.
Puede estar afectado cualquier órgano aunque los pulmones no suelen estarlo.
La poliarteritis nudosa puede ser rápidamente mortal o evolucionar de modo gradual.
Los síntomas varían según cuál sea el órgano afectado.
La biopsia de un órgano afectado o la arteriografía de los vasos sanguíneos confirma el diagnóstico.
El inicio temprano del tratamiento con un corticoesteroide, otro fármaco inhibidor del sistema inmunitario, o ambos, es eficaz.
(Véase también Introducción a las vasculitis.)
La poliarteritis nudosa se desarrolla con mayor frecuencia en personas de mediana edad, por lo general entre los 50 y 60 años, aunque puede aparecer a cualquier edad. Es un trastorno infrecuente.
La causa de la poliarteritis nudosa es desconocida, pero a veces la enfermedad parece estar desencadenada por ciertas infecciones víricas (como la hepatitis B o, en casos raros, hepatitis C) o por fármacos. Alrededor del 20% de las personas con poliarteritis nudosa tienen hepatitis B o C. Los medicamentos pueden causar la enfermedad, pero la mayor parte de las veces no se conoce cuál ha sido el desencadenante.
Los riñones, la piel, los nervios, las articulaciones, los músculos y el tracto digestivo suelen ser los más afectados. El hígado y el corazón se ven afectados con menos frecuencia.
Síntomas de la poliarteritis nudosa
La poliarteritis nudosa puede ser leve al principio aunque puede empeorar rápidamente y llegar a ser mortal al cabo de varios meses, o bien puede evolucionar de modo gradual como una enfermedad debilitante crónica. Puede resultar afectado cualquier órgano o cualquier grupo de órganos. Sin embargo, los pulmones no suelen verse afectados. Los síntomas dependen de cuáles sean los órganos afectados, y de la gravedad de la afectación. En algunos casos solo está afectado un órgano (como el intestino) o un nervio. Al principio, los afectados sienten malestar general y cansancio y presentan fiebre. Pueden perder el apetito y bajar de peso. Los sudores nocturnos y la debilidad generalizada son síntomas comunes.
Se producen otros síntomas cuando se dañan las arterias que llevan sangre a un órgano, y el órgano no recibe la sangre suficiente para funcionar con normalidad. Por ello, los síntomas varían dependiendo del órgano afectado:
Articulaciones: dolor muscular, sensibilidad al tacto y debilidad; dolor articular (frecuente) e inflamación articular (artritis)
Riñones:hipertensión arterial, sangre en la orina, posible insuficiencia renal con acumulación de sustancias tóxicas en la sangre y disminución de la producción de orina
Tracto digestivo: dolor intenso, diarrea sanguinolenta, náuseas, vómitos y desgarros (perforaciones) intestinales
Corazón: dolor torácico (angina de pecho), ataques al corazón e insuficiencia cardíaca
Cerebro:dolores de cabeza, convulsiones y accidentes cerebrovasculares
Nervios:entumecimiento irregular, hormigueo, debilidad, o parálisis en una mano o un pie
Hígado: lesión hepática
Piel: coloración azul o roja de los dedos de las manos o de los pies, y en ocasiones úlceras en la piel
Genitales: dolor y sensibilidad de los testículos, inflamación (orquitis)
Algunas veces el daño a un órgano es irreversible, y la función de dicho órgano se pierde, en parte o del todo. Puede romperse una arteria debilitada y causar una hemorragia interna. Ciertos problemas, como el infarto de miocardio, pueden producirse mucho tiempo después del tratamiento de la inflamación.
Diagnóstico de la poliarteritis nudosa
Evaluación médica
Análisis de sangre
Biopsia
Arteriografía
La poliarteritis nudosa puede ser difícil de diagnosticar. Los médicos sospechan poliarteritis nudosa cuando las personas presentan cierta combinación de síntomas y de resultados de los análisis de sangre. Por ejemplo, los médicos pueden sospechar el diagnóstico si una persona de mediana edad, previamente sana, presenta varias combinaciones de síntomas como fiebre inexplicable, indicios de cierto patrón de daño en los nervios (como dificultad para levantar un pie o flexionar la muñeca), úlceras en la piel, dolor en el abdomen o en las extremidades, dolor articular o muscular o hipertensión arterial desarrollada con gran rapidez.
Para confirmar el diagnóstico de poliarteritis nudosa, los médicos pueden extraer una pequeña muestra de un órgano afectado y examinarla al microscopio (biopsia) u obtener radiografías de los vasos sanguíneos (arteriografía). Para llevar a cabo la arteriografía, se realiza una exploración radiológica después de inyectar un agente de contraste visible en las radiografías (contraste radiopaco). Algunas veces se puede solicitar una angiografía por resonancia magnética para detectar irregularidades, como estrechamientos y dilataciones (aneurismas), en la pared de las arterias afectadas. Sin embargo, el diagnóstico se confirma con mayor probabilidad mediante la angiografía que mediante la angiografía por resonancia magnética.
Los médicos pueden hacer electromiografía y estudios de conducción nerviosa para ayudar a seleccionar el área para la biopsia del músculo o del nervio.
Pronóstico de la poliarteritis nudosa
Sin tratamiento, las personas con poliarteritis nudosa tienen una probabilidad inferior al 15% de sobrevivir 5 años. Con tratamiento, las personas con poliarteritis nudosa tienen una probabilidad superior al 80% de sobrevivir 5 años. Las personas cuyos riñones, tracto digestivo, cerebro o nervios se ven afectados tienen un mal pronóstico.
Tratamiento de la poliarteritis nudosa
Corticoesteroides
Otros inmunosupresores
Tratamiento de los síntomas o de la causa subyacente según sea necesario
El tratamiento de la poliarteritis nudosa está dirigido a evitar que se produzcan daños, pero a menudo no puede revertirse el daño que ya ha ocurrido. El tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad. Se interrumpe la administración de cualquier fármaco que pueda haber desencadenado el trastorno.
Altas dosis de un corticoesteroide, como la prednisona, evitan el empeoramiento de la poliarteritis nudosa y ayudan a las personas afectadas a sentirse mejor. El objetivo es lograr un periodo asintomático (remisión). Dado que la mayoría de las personas necesitan tratamiento a largo plazo con un corticoesteroide y que dicho tratamiento puede tener efectos secundarios significativos, los médicos reducen la dosis en cuanto comprueban que los síntomas han desaparecido.
Si el corticoesteroide no reduce la inflamación de manera adecuada, se administran, conjuntamente con él, fármacos que inhiben el sistema inmunitario (inmunosupresores), como la ciclofosfamida. Tomar un corticoesteroide u otro inmunosupresor durante mucho tiempo reduce la capacidad del organismo para combatir infecciones. Por ello, las personas que reciben estos tratamientos sufren un riesgo incrementado de infecciones, que pueden ser graves o mortales si no se reconocen y tratan con prontitud.
Con frecuencia, para prevenir daños en los órganos internos se necesitan otros tratamientos, como los que se emplean para controlar la hipertensión arterial.
Las personas que sufren hepatitis B reciben tratamiento con corticoesteroides y medicamentos antivíricos.
Más información
El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.
Vasculitis Foundation: (Fundación para la vasculitis): proporciona información a los pacientes sobre la vasculitis, incluyendo cómo encontrar un médico, aprender sobre estudios de investigación y unirse a grupos de defensa del paciente