Crisis de angustia y trastorno de angustia

PorJohn W. Barnhill, MD, New York-Presbyterian Hospital
Revisado/Modificado ago 2023
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Datos clave

Una crisis de angustia es un breve período de angustia, ansiedad o miedo extremos que comienza repentinamente y se acompaña de síntomas físicos y/o emocionales. Un trastorno de angustia comporta crisis de angustia repetidas que conducen a una preocupación excesiva por crisis futuras y/o cambios en el comportamiento orientados a evitar las situaciones que podrían desencadenar una crisis.

  • Las crisis de angustia pueden causar síntomas como dolor torácico, sensación de dificultad respiratoria y asfixia, mareos y náuseas.

  • Los médicos basan el diagnóstico en la descripción que la persona hace de las crisis y del temor a sufrir otras crisis en el futuro.

  • El tratamiento puede consistir en antidepresivos, ansiolíticos, terapia de exposición y psicoterapia.

Las crisis de angustia son frecuentes, con una prevalencia anual del 11% en adultos. En general, las personas se recuperan de las crisis de angustia sin tratamiento, pero algunas terminan desarrollando trastorno de angustia.

Las crisis de angustia pueden ocurrir como parte de cualquier trastorno de ansiedad. Las crisis de angustia también pueden ocurrir en personas con otros trastornos de salud mental (como la depresión). Algunas crisis de angustia ocurren como respuesta a una situación específica. Por ejemplo, una persona con fobia a las serpientes puede experimentar una crisis de angustia ante la visión de este animal. Otras crisis suceden sin ningún desencadenante aparente.

El trastorno de angustia consiste en que la persona está preocupada por la posibilidad de sufrir más crisis de angustia y/o cambia su comportamiento para intentar evitar las crisis. El trastorno de angustia está presente en el 2 al 3% de la población cada año. Las mujeres tienen un riesgo de padecer trastorno de angustia unas 2 veces más alto que los varones. El trastorno de angustia comienza habitualmente al final de la adolescencia o en la edad adulta temprana (véase Trastorno de angustia en niños y adolescentes).

Síntomas de la crisis de angustia y trastorno de angustia

Una crisis de angustia comporta la aparición súbita de miedo o incomodidad intensos además de al menos 4 de los siguientes síntomas físicos y emocionales:

  • Dolor o molestias torácicos

  • Sensación de asfixia

  • Mareo, inestabilidad o desmayos

  • Miedo a morir

  • Miedo a volverse loco o a perder el control

  • Sentimientos de irrealidad o de extrañamiento en relación con el propio entorno

  • Sofocos o escalofríos

  • Náuseas, dolor de estómago o diarrea

  • Entumecimiento o parestesias

  • Palpitaciones o aceleración de la frecuencia cardíaca

  • Sensación de ahogo o de falta de aire

  • Sudoración

  • Temblores o agitación

¿Sabías que...?

  • Aunque las crisis de angustia causan síntomas como dificultad respiratoria o dolor torácico, no son peligrosas.

Los síntomas de las crisis de angustia incluyen muchos tipos de síntomas físicos, y las personas afectadas a menudo se preocupan porque los confunden con un problema médico peligroso que afecta el corazón, los pulmones o el cerebro. Por ejemplo, durante una crisis de angustia puede producirse dolor torácico, y la persona afectada puede estar preocupada por sufrir un infarto de miocardio. Los síntomas graves o persistentes deben ser evaluados por un médico. Sin embargo, una persona puede ver a un médico o acudir al servicio de urgencias de un hospital muchas veces hasta que se realice un diagnóstico correcto de crisis de angustia.

Aunque las crisis de angustia provocan malestar, a veces extremo, no son peligrosas. Los síntomas suelen alcanzar su punto máximo en 10 minutos y desaparecen en cuestión de minutos, por lo que es posible que el médico no pueda observarlos directamente.

Debido a que la razón de una crisis de angustia a menudo no está clara, las personas afectadas temen con anticipación la posibilidad de padecer otra crisis (estado conocido como ansiedad anticipatoria), razón por la cual evitan las situaciones que asocian con la aparición de anteriores crisis.

La frecuencia de las crisis puede variar ampliamente algunas personas sufren crisis semanales o incluso diarias que se suceden durante meses, mientras que otras sufren varias crisis diarias, seguidas de semanas o meses sin síntomas.

El trastorno de angustia suele ir acompañado de al menos otra afección. Otros trastornos de ansiedad, la depresión mayor, el trastorno bipolar y un trastorno por consumo de alcohol leve son los trastornos de salud mental coexistentes más frecuentes. Las afecciones médicas comunes que coexisten consisten en ritmos cardíacos anormales, hipertiroidismo, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Diagnóstico de crisis de angustia y trastorno de angustia

  • Evaluación médica, basada en los criterios estándar de diagnóstico psiquiátrico

Los trastornos orgánicos graves suelen causar algunos de los mismos síntomas físicos y psíquicos que las crisis de angustia, por tanto, el equipo médico se asegura en primer lugar de que la persona afectada no padezca un trastorno orgánico. El médico recopila información sobre la experiencia de las crisis y puede realizar pruebas para detectar otros problemas.

El diagnóstico de trastorno de angustia requiere la existencia de crisis de angustia recurrentes e inesperadas y sin motivo aparente, unidas a la presencia durante un periodo mínimo de 1 mes de al menos una de las situaciones siguientes:

  • Preocupación persistente por si se presentan nuevas crisis de angustia o por las consecuencias de las crisis (por ejemplo, temor de perder el control o volverse loco).

  • Cambios en el comportamiento debido a las crisis de angustia (por ejemplo, evitar situaciones que pueden causar una crisis).

Cuando el equipo médico se asegura de que los síntomas tienen su origen en un trastorno de angustia, intenta evitar hacer pruebas exhaustivas cuando se producen crisis de angustia en el futuro, a menos que los síntomas de la persona afectada o los resultados de la exploración física sugieran la presencia de un nuevo problema.

Tratamiento de la crisis de angustia y trastorno de angustia

  • Antidepresivos y/o ansiolíticos

  • Psicoterapia, que incluye terapia de exposición, terapia cognitivo-conductual y psicoterapia interpersonal

Sin tratamiento formal, algunas personas se recuperan, especialmente si continúan enfrentándose a situaciones en las que se han producido crisis. En otras, los síntomas fluctúan durante años.

Sin embargo, cuando las personas afectadas han presentado crisis frecuentes y han cambiado su comportamiento para evitar posibles crisis futuras, suele ser necesario el tratamiento con fármacos y/o psicoterapia. Las personas que padecen trastorno de angustia son más receptivas al tratamiento si comprenden que su trastorno implica la existencia de factores tanto físicos como psicológicos y que, por lo general, el tratamiento permite controlar los síntomas.

Medicamentos

Los fármacos empleados en el tratamiento del trastorno de angustia incluyen

  • Antidepresivos

  • Ansiolíticos, como las benzodiazepinas

Son eficaces la mayoría de los antidepresivos: tricíclicos, inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), moduladores de la serotonina, e inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (noradrenalina) (IRSNA) (véase tabla Fármacos utilizados para tratar la depresión).

Las benzodiazepinas actúan más rápido que los antidepresivos, pero pueden causar fármacodependencia y causan más frecuentemente somnolencia, deterioro de la coordinación, problemas de memoria y aumento del tiempo de reacción.

Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSNA) son los fármacos de elección, ya que son tan eficaces como los otros fármacos pero generalmente producen menos efectos secundarios. Por ejemplo, es menos frecuente que causen somnolencia y no crean fármacodependencia, aunque si se interrumpe su administración de forma brusca, la mayoría de ISRS e IRSNA pueden provocar la aparición de molestos síntomas de abstinencia (por ejemplo, mareos, fatiga, dolor de cabeza, náuseas).

Es frecuente que el tratamiento se inicie administrando una benzodiazepina y un antidepresivo de manera conjunta. Cuando el fármaco antidepresivo comienza a ejercer su efecto, habitualmente se reduce la dosis de benzodiazepina de manera gradual hasta la suspensión completa. Sin embargo, para algunas personas, una benzodiazepina es el único tratamiento eficaz a largo plazo.

El tratamiento farmacológico puede evitar o reducir en gran medida el número de crisis de angustia. Sin embargo, sin psicoterapia, es posible que los fármacos no ayuden a la persona afectada a preocuparse menos acerca de posibles futuras crisis y deje de evitar las situaciones que le pueden provocar las crisis.

A veces es necesario mantener el tratamiento durante un tiempo prolongado, ya que es frecuente que este tipo de crisis reaparezcan una vez se suspende la medicación.

Psicoterapia

La mayoría de las psicoterapias dirigidas a los trastornos de ansiedad, incluido el trastorno de angustia, enseñan técnicas que promueven la relajación. Las estrategias de relajación consisten en la consciencia plena, la meditación, la hipnosis, el ejercicio y una respiración lenta y constante. Estas estrategias son un componente importante de la terapia, ya que reducen la ansiedad y también permiten la continuación de una psicoterapia que puede provocar ansiedad.

Se ha demostrado que la terapia cognitivo-conductual (TCC) es eficaz para el trastorno de angustia. La TCC es un término utilizado para describir varias terapias de conversación que se centran en el pensamiento disfuncional y/o el comportamiento disfuncional.

Las personas pueden tener su propio ciclo de pensamiento distintivo pero disfuncional, que puede provocar ansiedad y/o pánico. Por ejemplo, una persona podría tener una preocupación inicial por sufrir un ataque al corazón y pasar una cantidad excesiva de tiempo explorando su cuerpo en busca de signos de un ataque al corazón. Si sienten una punzada en el pecho, pueden comenzar un ciclo que rápidamente los lleve a una creencia errónea y de angustia de que están a punto de morir. La TCC consiste en deshacer estos ciclos y luego enseñar a los pacientes a reconocer y controlar su pensamiento distorsionado y sus creencias falsas. Entonces podrán modificar mejor su comportamiento para que sea más adaptativo. Además, el tratamiento les alienta a exponerse gradualmente a situaciones que podrían inducir el pánico, insensibilizando así su supuesta asociación entre el entorno y los síntomas.

Las personas pueden aprender lo siguiente:

  • No evitar las situaciones que provocan crisis de angustia

  • Reconocer cuándo es poco probable que sus temores tengan consecuencias negativas

  • Responder con una respiración lenta y controlada o con otras técnicas que favorezcan la relajación

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.

  1. National Institute of Mental Health, Panic Disorders: (Instituto nacional de salud mental, Trastornos de angustia): información general sobre muchos aspectos de los trastornos de angustia, incluyendo teléfonos de ayuda (líneas de crisis) y programas educativos

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